viernes, 22 de julio de 2016

Shangri-La (7): David Carradine en Laurel Canyon


Laurel Canyon es un barrio singular. Situado sobre unas colinas a las afueras de la ciudad californiana de Los Ángeles, en dicho enclave muchos ubican el origen del movimiento hippie en los años 60. En aquella época, un gran número de artistas y músicos de renombre que navegaban política y artísticamente a contracorriente, se asentaban allí huyendo del bullicio en el que se habían convertido las calles de Hollywood y las controversias asociadas al conflicto de la guerra de Vietnam. Era un lugar ideal para dar rienda suelta a la expresividad creativa. De aquel éxodo surgieron grupos musicales tales como The Doors, Buffalo Springfield, The Mamas and the Papas, o los Byrth así como solistas de la talla de Jackson Brown, Carol King, Graham Nash y Joni Michell. El lugar, por inercia, se convirtió en el epicentro cultural de la época y marcaría la tendencia musical de los años 60 y 70, por el que grupos emblemáticos como The Beatles, Rolling Stones, o el mismísimo Jimi Hendrix, no dudaron en dejarse ver. Era, naturalmente, el lugar elegido por muchas estrellas de cine famosas y en ascenso, entre ellas David Carradine, que había alcanzado la fama por su papel como Kwai Chang Caine en la mítica serie de televisión Kung Fu.

Ingreso a la casa de David Carradine en Laurel Canyon

David Carradine junto a su entonces pareja Barbara Hershey, una fotografía de la revista Rolling Stone


Entre 1969 y 1975, David Carradine, convivió junto a la actriz Barbara Hershey, con quien además tuvo un hijo, en las montañas de Laurel Canyon. El lugar era considerado de culto para legiones de actores que además coqueteaban con la contracultura hippie. Quienes visitaban la casa, decían sentirse inmersos en una cápsula del tiempo. Botellas de tequilla, marihuana, instrumentos musicales, y libros de filosofía oriental adornaban el lugar. 

Escalinatas en dirección a la casa de David Carradine

Pese a provenir de una familia de actores y a ser conocido internacionalmente por ese rol, Carradine tenía diversidad de intereses. Practicante y difusor de las artes marciales de Oriente, escritor, poeta y psiconauta; también cultivaba la música, al punto que llegó a participar de distintas bandas improvisadas para la ocasión. No obstante, y para el gran público, nunca logró superar su encasillamiento en el rol del sacerdote chino-norteamericano Kwai Chang Caine. Recién hacia finales de su vida (falleció en el año 2009, en el marco de un probable juego erótico fallido) volvió a recuperar cierta centralidad con su papel de Bill, en el clásico de culto de Quentin Tarantino, Kill Bill.
  
Casa de David Carradine
Haciendo música, otra de sus pasiones

Laurel Canyon fue un lugar de inspiración creativa, y está indisolublemente ligado a la que para muchos, es la etapa dorada en la obra artística de Carradine, aquella que nos legó un personaje magnífico, y que contribuyó enormemente a popularizar las filosofías y las disciplinas orientales en esta parte del Globo. Un hombre que vivió como quiso, siguiendo su Tao, animándose a explorar territorios intransitados, sin preocuparse en demasía por si lo hacía bien o mal,  y en conformidad el gusto estético dictado por el establisment. Personalmente, me declaro un carradiano confeso. Entendió, como pocos, que el arte es, ante todo, la vida misma, y nunca temió hacer aquello que disfrutaba y que le dictaba su corazón, aún si se topaba, en el camino, con el menosprecio de ciertos sectores del ambiente artístico y cultural. Hippie, taoísta y leyenda en la subcultura Barefoot, el espíritu de David Carradine gozará, siempre, de buena salud. 

Intro a la serie Kung Fu


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