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martes, 27 de abril de 2021

Cartografías de la experiencia "yoica"


"Ken Wilber refiere que en el s.XIX William James ya había mencionado que nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia, estando a su alrededor formas de conciencia totalmente diferentes y desconocidas. Como si nuestra percepción y conciencia habitual no fueran más que una isla insignificante, en cuyas costas se estrellan constantemente olas de un vasto océano desconocido e insospechado, hasta que en un momento insospechado irrumpe un nuevo mundo de conciencia, inexplorado pero real: algo de otro plano de la realidad se impone. Cuando uno responde a la pregunta ¿quién soy? traza una línea o límite mental que atraviesa el campo de su experiencia, llamando “yo” a todo aquello que quede por dentro del límite que percibe como “yo mismo”, mientras que todo aquello que quede por fuera de ese límite quedará excluido del “yo mismo”. Cuando sentimos que atravesamos una crisis de identidad, en realidad nuestra línea de demarcación de fronteras interna se difumina. ¿Quién eres? No sabes bien dónde están las fronteras de tus costas internas... Lo significativo de esta línea, dice Wilber, es que se desplaza y puede rectificarse. Al poder re cartografiar su alma, una persona puede encontrar territorios que jamás habría creído posibles o deseables. Y la forma más habitual de rehacer un mapa o cambiar una línea limítrofe se dan en las experiencias de identidad suprema, cuando algo desconocido irrumpe en las costas de nuestras certidumbres. El crecimiento personal es exploración de nuestro mapa, recartografiado y colocación de nuevas fronteras. Un crecimiento del terreno de lo que Uno Es".

Virginia Modarelli, Psicóloga (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Psicología y Facultad de Filosofía y Letras). Psicoterapeuta con orientación analítica. Docente en la Escuela Taitoku. Amiga de nuestra Red.

martes, 2 de febrero de 2021

Psicología de la Religión: cinco ideas fuerza



Material -  Cátedra "Psicología de la Religión" * Prof. Otero Barrigón (Universidad del Salvador)
Alumnos/Autores: Candelaria Botto y Lucas Castronuovo.
(gracias a ambos por permitirnos compartir)

sábado, 22 de julio de 2017

La cosa o la nada

Fotografía: Hiroshi Sugimoto

¿Por qué hay algo y no, más bien, nada? Pregunta fundamental formulada por Heiddeger, Leibniz, Schelling, Unamuno, y por muchísimos de nosotros... la humanidad en general.

¡Metafísica pura! Es la interrogante suprema, el punto de partida de cualquier explicación a las interrogantes sobre lo que nos rodea, incluyéndonos nosotros mismos, que nos preguntamos sobre la existencia misma. Es una pregunta que quita el sueño, que nos desgasta, que posiblemente no tenga respuesta, o que tenga muchas, dependiendo de quién se lo cuestione, pero, definitivamente, es la mayor interrogante que un ente puede hacer sobre sí mismo.

¿Por qué hay algo y no, más bien, nada? ¿Qué es ser algo y qué es ser nada? Para ser algo es indispensable la posibilidad de ser; todo, absolutamente todo lo existente, para existir, requiere del ser: si no es, no existe; si no existe, es nada. El ser no existe, es abstracto, inenteligible, lo que existe es lo que está siendo, lo que recibe la acción de ser: el ente. Ante la imposibilidad de ser, el ente no existe, es nada. Entonces, podríamos mejor preguntar: ¿por qué hay ente y no, más bien, ausencia de ser?

Definir ser es imposible, ya que requerimos del mismo concepto para su definición: ser "es". El ser se encierra en sí mismo, se autodefine. El ser solo da la posibilidad de estar presente. De la nada, nada podemos decir, es la ausencia total del ser, no se puede elaborar concepto alguno de algo que no es, algo que no existe. Definir la nada es decir que "es" algo, que está presente algo inexistente, que está siendo lo que no es.


Ahora bien, podemos intentar responder nuestra pregunta de dos maneras: Todo lo existente lo es sin ninguna razón, siempre ha estado aquí, y lo estará, porque es eterno. Su existencia afirma la imposibilidad de su contrario, es decir, niega, contundentemente, la ausencia de ser. El solo hecho de pensar en la nada implica un ente que lo piense, "aniquilándola" en ese preciso momento. De donde, en este escenario, la nada es imposible y todo lo que existe es.

Podemos, igualmente, responder que todo existe por una razón, es decir, todo empezó alguna vez. Todo fue creado por algo o alguien, con algún sentido que intentamos averiguar. Todo lo existente tiene una razón se ser y no puede ser de otra manera, tiene un diseño inteligente. El Universo tiene un fundamento, fue creado y diseñado con algún propósito. Pero... ¿cuál es el fundamento del creador y diseñador de la existencia? Al igual que cualquier otro ente, para "crear y diseñar" requiere, forzosamente, como punto de partida y sin cuestionamientos: ser. Y, para ser, es indispensable que sea eterno, pues él mismo es la razón suficiente para destruir la ausencia del ser: es, y al ser, la nada no es.

Es imposible el surgimiento del ser a partir del no ser, de la nada. La nada conceptualizada como eso, nada. No imaginemos a la nada como un espacio "vacío", negro, etc. porque inmediatamente deja de ser nada; ya es algo: espacio, vacío, negro, y de la nada no se puede elaborar concepto alguno. Por lo tanto, al preguntarnos por qué hay algo, al mismo tiempo, estamos confirmando la imposibilidad de la nada. Hay algo porque es imposible la nada.

¿Cuál es la razón de que ese algo exista? Me declaro incompetente y me quedo con la repuesta más sencilla: porque sí.

(Texto extraído de http://www.microfilosofia.com