sábado, 27 de junio de 2020

Sobre la desaparición de los rituales (II)


"(...) La desaparición de los símbolos remite a la progresiva atomización de la sociedad. Al mismo tiempo la sociedad se vuelve narcicista. El proceso narcicista de interiorización desarrolla una animadversión hacia la forma. Las formas objetivas se rechazan a favor de los estados subjetivos. Los rituales son inasequibles a la interioridad narcicista. La libido del yo no puede acoplarse con ellos. Quien se entrega a los rituales tiene que olvidarse de sí mismo. Los rituales generan una distancia hacia sí mismo, hacen que uno se trascienda a sí mismo. Vacían de psicología y de interioridad a sus actores.

Hoy la percepción simbólica desaparece cada vez más a favor de la percepción serial, que no es capaz de experimentar la duración. La percepción serial como captación sucesiva de lo nuevo no se demora en ello. Más bien se apresura de una información a la siguiente, de una vivencia a la siguiente, de una sensación a la siguiente, sin finalizar jamás nada. Las series gustan tanto hoy porque responden al hábito de la percepción serial. En el nivel de consumo mediático la percepción visual conduce al <binge watching>, el atracón de televisión o el visionado bulímico. La percepción serial es extensiva, mientras que la percepción simbólica es intensiva. A causa de su carácter extensivo la percepción serial presta una atención plana. Hoy la intensidad deja paso en todas partes a la extensión. La comunicación digital es una comunicación extensiva. En lugar de crear relaciones se limita a establecer conexiones.

El régimen neoliberal fuerza a percibir de forma serial e intensifica el hábito serial. Elimina intencionadamente la duración para obligar a consumir más. El constante update o actualización, que entre tanto abarca todos los ámbitos vitales, no permite ninguna duración ni ninguna finalización. La permanente presión para producir conduce a una <pérdida del hogar>. A causa de ello la vida se vuelve más contingente, más fugaz y más inconstante. Pero morar necesita duración".

"La desaparición de los rituales", Editorial Herder, Barcelona, 2020, p. 9-10.

jueves, 25 de junio de 2020

Sobre la desaparición de los rituales (I)


"Uno de los problemas más serios de nuestro tiempo es la mengua de esa compenetración que crean los símbolos comunes. (...) Si solo se tratara de que la sociedad se fragmenta en pequeños grupos, cada uno de los cuales desarrolla sus propias formas de compenetración simbólica, eso no sería un proceso especialmente difícil de comprender. Muchísimo menos comprensibles son la aversión y la repugnancia generalizada hacia el ritual en general. <Ritual> se ha convertido en una palabra escandalosa, en expresión de un conformismo vacío. Somos testigos de una revolución general contra todo tipo de formalismo, es más, contra la <forma> en general".

Mary Douglas
"Ritual, Tabu Und Körpersymbolik", Frankfurt del Meno, Fischer, 1974, p. 11.

viernes, 12 de junio de 2020

Pioneros en "Psicología de la Religión": (5) Henri Delacroix


Henri Delacroix (1873-1937) fue un psicólogo francés al que la historia de la disciplina ha postergado bastante en sus archivos de la memoria. Próximo a la filosofía de las formas simbólicas de Ernst Cassirer, con el que compartió una herencia humboldtiana, Delacroix analizó la religión, el lenguaje y el arte como universos simbólicos, formas de expresión y constitución tanto del pensamiento como del sentimiento. Desarrolló así una línea de investigación en psicología general en la que pueden situarse tanto sus sucesores en la cátedra de psicología de la Sorbona, M. Pradines, como el que fuera su alumno y posterior asistente en cursos, 1. Meyerson.

Su obra fue altamente reconocida durante el período de entreguerras, aunque posteriormente descartada por la corriente que se impuso tras la Segunda Guerra Mundial, de orientación fundamentalmente experimental. Sus estudios sobre la experiencia mística, la fe, el signo linguístico y la percepción musical conservan sin embargo un grandísimo interés para los interesados en una psicología de carácter cultural.

En su estudio clásico sobre el misticismo, condensado con el título "Études d'histoire et de psychologie du mysticisme; les grands mystiques chrétiens" (1908), Delacroix planteaba que para una comprensión de la esencialidad del misticismo cristiano se requiere un estudio profundo de la vida de sus grandes ejemplos. De esta manera, partiendo en sus análisis de las figuras de Teresa de Jesús, Madame Guyon, San Francisco de Sales y San Juan de la Cruz, entre otros, afirmaba que el místico posee una aptitud singular, que bebe de las aguas de la riqueza extraordinaria de la vida subconsciente.  Según su mirada, el místico se vale de los procesos fisiológicos y psicológicos de forma excepcional, incluyendo los automatismos e intuiciones de la vida subconsciente, para la transformación total de su personalidad.  Por esta ruta, y lejos de considerar la vida mística como reflejo de empobrecimiento emocional, disociación o psicosis, proponía que las sucesivas etapas de la vida mística representaban una forma nueva y creadora de existencia. O, en sus propias palabras: "Para entender el misticismo cristiano hay que acercarse directamente a los grandes místicos, sino hay riesgo de no ver otra cosa que sus características inferiores y de confundirlo con los accidentes nerviosos que lo complican, el histerismo o la locura religiosa".

Delacroix sostenía que los místicos, separados en el tiempo, el espacio y el medio histórico, constituyen un grupo, y su experiencia se liga a un mismo tipo psicológico. Así, un análisis comparado permite reflejar una sucesión de estados que dan forma a las exigencias comunes de todos los místicos, particularmente los del ámbito cristiano. Tienen por base el ascetismo, fundado en la renuncia, la mortificación, la simplificación y la concentración del pensamiento. Cesado luego el esfuerzo personal, aparecen los estados de éxtasis: la conciencia del yo individual y del mundo se obnubilan, y se organizan sentimientos de exaltación y alegría, alrededor de una intuición confusa, sentida como divinidad por su carácter espontáneo. Para Delacroix, este estado de éxtasis, interpretado por muchos psicólogos como el más característico de los místicos cristianos, no es más que uno de los estados que llevan al misticismo. Tras este espacio de enorme júbilo, sobreviene un período de crisis, de vacío, de muerte espiritual. La culminación del misticismo es el estado teopático, al que no todos los místicos llegan. Esta estación es más compleja que el éxtasis, ya que satisface simultáneamente las exigencias de la acción y de la contemplación. El místico anula solamente la acción individual; es un Dios interior el que opera y construye las cosas. La transformación global que se produce en la personalidad de los místicos discurre, así, mediante una serie de estados. 

Finalmente, y en otro de sus valiosos aportes, Delacroix publicó en 1902 "La Religion et la Foi", donde se dedicó a explorar la fe como el fenómeno religioso esencial para la psicología. Allí planteó que el análisis psicológico exhibe que en la fe religiosa se mezclan varias formas de creencia: la racional, que aspira hacia la certidumbre científica; la sentimental, que se sostiene sobre necesidades y tendencias; y, por último, la creencia por autoridad, que se recuesta sobre el poder y el rol de las instituciones. Cada religión, propuso el psicólogo francés, privilegia alguna de estas tres actitudes. Por otra parte, a lo largo de la historia predominaron unas u otras según el contexto de la época. Así, mientras que en la Edad Media predominaba una fe basada en la razón (Santo Tomás de Aquino), el desarrollo científico posterior fomentó una creencia sentimentalista, reaccionando contra una cultura intelectual demasiado agobiante. Delacroix analizó de esta manera la evolución de la fe, la utilización religiosa que se ha hecho de ella y la justificación doctrinal que la ha acompañado. Esta fue la puerta de entrada para abordar luego la experiencia religiosa de los individuos, a través de casos concretos (misticismo, inspiración profética, fanatismo, etc). 

Se trató, como podemos entrever, de una manera fresca y novedosa de comprender la vida íntima de las experiencias religiosas y místicas de radicalidad existencial, en una dirección muchas veces opuesta a la de la mayoría de sus contemporáneos que hasta ahora hemos tenido ocasión de explorar.


Reseña de Juan Manuel Otero Barrigón

Fuentes consultadas:
* Hollenback, Jess Byron. Mysticism: experience, response and empowerment. The Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 2000.
* Nelstrop, L. & Onishi, B.  Mysticism in the French Tradition: Eruptions from France. Routledge, New York, 2016.
* Pizarroso, N. & Fruteau, F. Henri Delacroix (1873-1937): hacia una psicología de las formas simbólicas. Revista de Historia de la Psicología, Madrid, 2004. Vol. 25, nro 4, pp. 129-140. 
* Talar, C.J.T. Modernists and mystics. The Catholic University of America Press, Washington, 2009. 

viernes, 5 de junio de 2020

Sobre lo Colectivo prendido fuego

Pintura: Kambui Olujimi, The 3rd Precinct Burns in Minneapolis (2020). Cortesía del artista

En su "De bello Gallico", Julio César se refirió con la expresión <furor teutonicus> a la actitud belicosa y de loco heroísmo que expresaban algunos combatientes germánicos al enfrentarse con los ejércitos de Roma en el siglo I a.c: desnudos, aullando salvajemente, a pecho descubierto, y con las caras pintadas. Por su parte, existía un grupo de guerreros nórdicos de élite que según los relatos lograban alcanzar estados enloquecidos durante las batallas, y a los cuales la tradición bautizó "berserkers". En el ciclo mitológico irlandés, Cúchulainn era un guerrero símil al Aquiles griego, que mató tanto a amigos como enemigos. Y en la misma Grecia, Eris, la diosa griega de la discordia y la lucha, propició la Guerra de Troya. Sin olvidarnos tampoco de Kali, la diosa hindú con un tigre por vájana, y cuyo nombre deriva de sufrimiento, dolor, inquietud y sobresalto, que también supo incitar a la guerra. Las referencias míticas podrían multiplicarse. Los disturbios (riot, en inglés), estados contagiosos de posesión regresiva, pertenecen a este reino arquetípico. En su obra "Civilización en Transición" (Vol. 10 de las <Collected Works>) C.G.Jung escribió que "el hombre colectivo amenaza con sofocar al hombre individual, de cuyo sentido de responsabilidad todo lo valioso en la humanidad depende en última instancia...los verdaderos líderes de la humanidad son siempre aquellos que son capaces de autorreflexión".

Juan Manuel Otero Barrigón


miércoles, 3 de junio de 2020

Notas sobre Activismo Espiritual (c)

Pintura: Michael ILE

El trabajo pionero de la educadora humanista Rachael Kessler (1946-2010) fue de un inmenso valor para destacar la importancia de cultivar la inteligencia espiritual en la educación de los niños, adolescentes y jóvenes, así como la relación inversamente proporcional existente entre una vida espiritual intensa y comportamientos socialmente destructivos como las adicciones y la violencia social, un aspecto otrora ya señalado por C.G.JungJ. CampbellM. Woodman, y otros. Kessler destacó la consideración del aula como centro de pertenencia y desarrollo personal, mucho más allá del mero espacio para la adquisición de conocimientos y habilidades útiles para la vida personal y profesional. Con un espíritu de similar profundidad a la de otros grandes pedagogos de los siglos xix y xx (Bosco, Montessori, Steiner, Freire, etc), Kessler se preguntó, en la línea de James Hillman, qué podría hacerse para que algunas clases tuvieran “alma”, y cómo los docentes pueden aprender a discernir cuando se accede al corazón de los alumnos. Desde esas experiencias intensísimas de relación y aprendizaje es que logran consolidarse los patrones de motivación intrínseca y promoción espiritual. Fue así que propuso “7 puertas” para penetrar en la interioridad de los alumnos, accesibles ya desde la misma infancia, como espacios susceptibles de estímulo a través de muchas oportunidades presentes en la vida escolar y universitaria:

1) la necesidad de conexiones profundas, 
2) el deseo de silencio y soledad, 
3) la búsqueda de significado y propósito, 
4) el hambre de alegría y disfrute, 
5) el flujo creativo, 
6) la urgencia de trascendencia, y 
7) la necesidad de iniciación. 

La apertura respetuosa de cada una de estas puertas es la posibilidad que docentes y profesores tienen de estimular las voces interiores, consolidar reglas comunes para la convivencia, facilitar el despliegue de las preguntas últimas y promover el cuidado atento de la dimensión espiritual como condición necesaria para lo que a partir de hoy denominaremos un "existir conscienzado". Y ello, porque el ámbito de la inteligencia espiritual es la misma vida.

Tercera Serie - Juan Manuel Otero Barrigón