miércoles, 29 de junio de 2016

Un poema de Daniel Freidemberg*



Mesa y dos sillas, color marrón claro


La nitidez de la luz
y los volúmenes
Yo quiero habitar esa escena
¿Y si
                todo se deshace
y si 
                la intromisión
me devuelve a mí mismo?


Señor de todo
lo creado:    créame
¿Y si interrumpo el
     soliloquio de las cosas?
¿Sí?


       Haré algún día las valijas
o fluiré detrás/debajo de
las toneladas de la mente
"Hey" diré
"Haz, Señor
de mí uno más
de tus objetos"
Yo quiero habitar esa escena



(Poema del libro "Lo espeso real", Libros de Tierra Firme, 1996)

¡Infinitas gracias al maestro Daniel Freidemberg por compartir en este blog una muestra de su arte!

*Daniel Freidemberg (1945) es poeta, crítico, ensayista y periodista argentino. Autor de varios libros y antologías de poesía, en su mayor parte argentina y latinoamericana.  


sábado, 25 de junio de 2016

Bisj

Gran parte de la masculinidad arquetípica se concentra en el falo, el pene erecto, estandarte de la virilidad. Vigor. determinación, eficacia, dureza, fuerza. El falo es una autoridad subjetiva para el hombre, y objetiva para quienes lo contactan. Esto es lo que lo convierte en arquetípico. Ningún hombre necesita instruirse en el falo, se le presenta como lo hace un dios. Abre las puertas a la profundidad masculina. Los Bisj son unas tallas de madera usadas como artefactos rituales por la etnia asmat de Papúa. Básicamente, consisten en representaciones masculinas con falos enormes, ya que la creencia se basa en que la fuerza vital se origina en el cerebro, se almacena en la médula y circula por la espina dorsal hasta llegar al pene, que es tanto el símbolo de ese poder como el órgano mediante el cual se expresa. Los Bisj sirven tanto para ser erigidos como acto de venganza, para rendir homenaje a los ancestros, para calmar los espíritus de los muertos o para otorgar fortaleza espiritual a la comunidad.







martes, 21 de junio de 2016

Marcel Mariën

Collages fotográficos del artista surrealista belga Marcel Mariën (1920-1993)








Artista polémico y polifacético, como casi todo surrealista, Marcel Mariën es, para muchos, un ilustre desconocido dentro del vanguardismo. Sin embargo, su obra, no solo la fotográfica sino también la ensayística y poética, es tanto fascinante como huidiza. El blog especializado "Surrealismo Internacional",  lo define con los siguientes términos: "Espíritu imaginativo y subversivo inagotable e insaciable, inventor de infinidad de procedimientos regidos por el azar, Marcel Mariën es ineludible a la hora de contar con lo esencial del surrealismo. Como francotirador del surrealismo ha habido pocos como él, y siempre desde una posición de altivez tanto como de desprecio de toda carrera literaria o artística. En lo segundo, su desinterés por la historia del arte llegaba al extremo de darle lo mismo la copia que el original de cualquier obra consagrada (aunque he de decir que yo le gano en la aversión a visitar los museos). He aquí uno que jamás buscó ningún “reconocimiento”, ni deseaba “homenajes” de nadie, convencido como estaba de que, en último término, nada de lo que cualquiera pueda hacer, por extraordinario que sea, tiene el mínimo valor. Pero no llegando a ese “último término”, Marcel Mariën es sin duda de los que merecen ser celebrados, y de los que ha dejado una obra absolutamente vivificante".



lunes, 20 de junio de 2016

Cualidad Vibratoria (por Diego O. Ramos)




"Hace días que se me aparece una y otra vez una unión de palabras: cualidad vibratoria. Y tiene tanto que ver con lo que puede pasar con una pintura, como lo que se percibe en una persona. Si estamos atentos a este elemento, comenzando con una cuidada y valiente autopercepción, estamos ante un potencial tester. Ver cómo están vibrando los colores de una imagen, si colaboran entre sí, si se potencian, si hablan entre sí, si se superponen, si dejan espacio para la potencia colectiva, si están pidiendo observación personalísima. Todo esto puede sentirse de manera intuitiva, también la manera en que vibra una persona que nos abraza, al tiempo que nos regala una preciosa información sobre nuestro estado. El cuerpo sabe la verdad de cada instante, no sólo en la mirada, que es un tester maravilloso, sino en toda la piel. El tema básico es desaprender muchas cosas, una de ellas es el creer sólo en la palabra, el poner al aparato pensante como el que nos da las guías más precisas. Y no es así, es sólo parte de un sistema, que integrado a la sensorialidad total, da claves de lo que estamos viviendo. En la sexualidad es lo mismo, se hablan cosas realmente absurdas, ponemos a la eficiencia en juego, eso es funesto, porque forma parte de los mandatos más horrorosos de esta civilización, los que nos han fragmentado como seres, los que nos hacen competir con los demás en lugar de compartir la belleza que traemos, única, cuyo brillo se expande al combinarse con el de los demás. No tiene el más mínimo sentido el buscar en la sexualidad un lugar de prueba de alguna forma de sabiduría amatoria, porque lo único que realmente llena el alma es cuando se establece un acto intenso de comunicación. Y ahí vuelve la cualidad vibratoria, es impresionante lo que puede llegar a sentirse, en cuerpo y alma abrazados de goce, cuando nos permitimos hacer del encuentro sexual una manera de enlazar con potencia esa sutileza enorme que nos habita. Puede ser llamado de tantra parte de esa búsqueda, pero siento que es algo mucho más grande, es la entrega real a la unión, total, primero con todo lo que somos, para comunicarnos con nuestra energía esencial. Y si eso empieza a acontecer, habrá certeza hermosa que comunicar al otro ser con el que compartimos un deseo increíble de contacto, con goce, afecto, cuidado y amor: seguramente la vibración más refinada y placentera"

Texto y pinturas: Diego Oscar Ramos (músico, pintor y periodista)
Su sitio Web  http://sensacionypensamiento.blogspot.com.ar/


viernes, 17 de junio de 2016

Gran Espíritu

Indio Sioux

 "Muchas razones pueden incitar a un hombre a retirarse a la cumbre de una montaña para implorar. Algunos han obtenido visiones cuando eran niños y sin esperárselo; en este caso van a implorar para comprenderlas mejor. Imploramos también cuando deseamos aumentar nuestro valor con vistas a una gran prueba, como la Danza del Sol, o para prepararnos a partir por el sendero de la guerra. A veces se implora para pedir algún favor al Gran Espíritu, como la curación de un pariente; e imploramos también para dar gracias al Gran Espíritu por algún don que nos ha concedido. Pero la razón más importante para implorar es, sin duda, que ello nos ayuda a darnos cuenta de nuestra Unidad con todas las cosas, a comprender que todas las cosas son nuestros parientes; y entonces, en su nombre, rogamos al Gran Espíritu que nos de el conocimiento de Sí mismo, Él que es la fuente de todo..."


(Texto extraído de "La Pipa Sagrada", del estudioso de las culturas nativas norteamericanas Joseph Epes Brown)




* Agradecemos a José Carlos Aguirre, autor del blog Phantasthika, por compartir con nosotros esta referencia

miércoles, 15 de junio de 2016

Higos


Pintura: "Bodegón con higos", de Tomás Yepes (s. VXI)

                     (Extraído del libro "Imágenes de Filóstrato el Viejo, Filóstrato el Joven y Descripciones de Calístrato". Ediciones Siruela, 1993)

lunes, 13 de junio de 2016

Fe y cerebro (1)

                                                 "Le Charite", de William Bouguereau



En el año 2008, un grupo de investigadores del Centro para la Ciencia de la Mente de la Universidad de Oxford, publicó un estudio según el cual se descubrieron evidencias que permiten vincular los sentimientos religiosos con partes específicas del cerebro. Estos estudios, comunes en las últimas décadas, son parte de la interfaz entre religión y neurociencias que han dado en configurar una disciplina novedosa conocida como Neuroteología. Puntualmente en este estudio, se demostró que los creyentes católicos a los que se les enseñaba una imagen de la Virgen María sentían menos dolor cuando se les sometía a una descarga eléctrica que los no creyentes, porque experimentaban un mayor grado de alivio en la zona derecha de la corteza prefrontal ventrolateral del cerebro.

sábado, 11 de junio de 2016

Psicología y arte

Diálogo en torno a la PSICOLOGÍA DEL ARTE


La siguiente entrevista fue realizada por la Lic. Silvina Venturino al querido amigo, profesor, pianista y especialista en psicología del arte Dr. Jorge Garzarelli, ambos profesionales de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador (Bs As, Argentina). Fue publicada originalmente en la revista virtual del Instituto de Investigaciones Psicológicas (Usal). 

Dr. Jorge Garzarelli


Silvina: ¿Cuál podría ser una definición del arte en general?


La palabra arte proviene de un antiguo vocablo de origen pre-helénico “artao”, que podría llegar a significar “aquello que debe ser juntado, unido” o bien “algo que une”. De este modo originalmente Arte sería todo aquello que tiende a unificar, a unir partes separadas. En este sentido la palabra Arte está profundamente ligada al “Símbolo”, ya que éste en su etimología también estaría vinculado a vincular , “ligar partes separadas”, pero con un amplio y profundo sentido, el sentido de Amistad.


El problema sería a que tipo de partes nos referiríamos. En un principio, el Arte une al creador de su obra, consigo mismo y con el resto del mundo que accede a la misma. En este sentido podemos conceptuar al arte como un modo de comunicación que sigue pautas muy específicas y singulares.


Silvina: ¿Cómo cuáles?

Bueno, éstas están de acuerdo con el tipo de obra a que nos referiremos. Por ejemplo en la música, será el sonido, en la pintura los materiales pictóricos, en la literatura la letra misma, en la escultura diferentes materiales según las épocas, en la danza el movimiento. Pero esto por si solo nos limita, ya que en la obra de Arte también está, la historia, el momento cultural, lo religioso, lo político, lo económico, lo institucional, etcétera, podría decir que el Arte, por medio de sus realizador, aquel que hace realidad su fantasías interna, es un testigo que, valga la redundancia testimonia y da cuenta de las diferentes épocas de la vida del ser humano.

Silvina: ¿Puede ser que en algunos artistas no haya tal vínculo social?

Creo que si bien, el hombre no puede escapar al entorno cultural en el que se desarrolla, ha habido en la historia del arte, artistas que se sumergieron tanto en su propia interioridad que nos legaron su misma intimidad con características singulares. Creo que un grupo significativo de lo que acabo de sugerir será los pintores surrealistas tales como Max Ernst, Giorgio di Chirico, Salvador Dalí, tan vinculados a los temas del Inconsciente, y paralelos al desarrollo del Psicoanálisis. Pero ésto también tiene sus excepciones, por ejemplo en el caso de Brueghel. Este vínculo con la interioridad de hace poco tiempo atrás lo podemos encontrar también en la Literatura, tal el caso de André Breton. En la música, compositores como Debussy – si bien hay alguna discusión en el tema – también podríamos asistir a este tipo de manifestación sensitiva vinculada a la fantasía inconciente.
Otro ejemplo de artista que trabajaron solitariamente sin dar cuenta de su obra, sino muy a “posteriori” de su muerte y por iniciativa de su esposa, fue Auguste Rodín, quién estaba revolucionando secretamente a la Escultura. Quién no reconoce lo maravilloso que es el pensamiento humano en la estatua de El Pensador?

Silvina: ¿La fantasía siempre es inconsciente?

No, la fantasía de la que hablamos en el Arte, tiene su parte inconsciente y aspectos concientes, éstos están principalmente ligado a la técnica en la que toda obra de Arte se sostiene, ya que sin la técnica no podría componerse la misma y adquirir su “status”.

Silvina: ¿El arte tiene “status”?

Si definimos la palabra “status”, como el estado o nivel que alguien o algo ocupa en la sociedad, por supuesto que el Arte tiene un alto “sitio” ya que el Arte perdura a lo largo del tiempo quizás como ninguna otra “institución” lo hace, salvo aquellas vinculadas al orden de las sociedades, tales como el Estado, la Iglesia, la Educación, la Ley.
Quisiera decir que el arte forma parte indisoluble de nuestra vida cotidiana, a veces bajo la forma práctica de la artesanía u otras bajo la forma mayor de la Pintura, Literatura, Música, Teatro, Cine. TV. (en este último caso exceptuando, las formas aberrantes de muchos programas), Arquitectura, etcétera.

Silvina: ¿Quisieras decir que el arte es una necesidad?

Si, desde mi punto de vista, estoy seguro. Aunque también estoy seguro que hay otras formas del Arte.

Silvina: ¿Por ejemplo?

El arte de la Comunicación, de la Bondad, de sostener la Paz, de la Amistad, de los Valores Éticos y Morales, de los Deportes, pero por sobre todo de la Libertad en el sentido tanto social como espiritual. Así como el Arte clásicamente entendido tienes crisis periódicas, estos aspectos caen cada tanto en obscuros abismos, pero acaso no podemos observar con alegría que el hombre, después de los mismos, emerge triunfal?
Creo que esto es así por que todos y cada uno de nosotros, puede hacer de su vida una Forma Creativa al servicio de sí mismo y de los demás. En este sentido podría afirmar que el Arte estaría al servicio de la misma Vida.

jueves, 9 de junio de 2016

Arte, deseo, vida y muerte



Ya es de perogrullo señalar la importancia que tiene el arte para la salud mental, tanto en términos de su promoción como en su papel de recurso en relación al tratamiento y la cura en distintos contextos psicoterapéuticos.

Para el célebre historiador del arte René Huyghe, el arte es la “salvaguarda del alma”. “Alma”, que como sabemos, en griego es Psyché.

Psyché, la mortal más bella de la mitología, dotada de una belleza tal capaz de provocar los celos de la misma diosa Afrodita.

Belleza que busca realizarse en todo acto creativo, fruto de la particular estructura psíquica de aquel que se pone manos a la obra.

Ponerse manos a la obra consecuencia de una necesidad, nacida del impulso por llegar a ser algo más que nosotros mismos.

Ser artista, crear arte, supone producir un algo, que antes no era, en el orden del ser. Si la muerte es nuestra certidumbre más verdadera y la angustia nace de “la disposición fundamental que nos coloca frente a la nada”, frente al fondo “desfondado” (Heidegger), el arte funciona entonces como defensa, como medio de autopreservación, que nos prolonga en su tentativa, por medio de nuestras creaciones.

El proceso que da nacimiento a una obra artística, sea esta una pintura, un poema, una escultura o una canción, supone siempre un estar Presente. Estar Presente que significa estar en sí, aquí, en el mundo. Toda obra artística se lanza a la intensidad de la presencia, surgida en el corazón de ese acto creativo, que es siempre, para los demás, un proceso único e inaccesible en su origen.

En el Crepúsculo de los ídolos, afirmaba Nietszche que “sin música, la vida sería un error”. Declaración profunda demostrativa de su amor a la música, luego reiterada en su correspondencia personal con amigos y artistas. Para él, la música expresa, más que cualquier otro arte, la realidad de la voluntad de poder, siendo estimulante embriagador de la vida. Su genuina expresión sería luego recuperada por la sabiduría popular, y extendida al arte en general: “sin arte la vida sería un error”; afirmación la cual, según sus biógrafos, el propio Niestszche no había llegado a formular como tal. Afirmación que no obstante, apunta a lo esencial de nuestra reflexión aquí compartida.

A través de las imágenes, impresiones, sonidos y palabras que tocan nuestra sensibilidad y se cristalizan en una obra, se manifiesta el deseo propio, encontrando por esta vía senderos para su exteriorización, e impidiéndonos el acceso, al decir de Lacan, a un “Horror fundamental”.

El arte sirve, en este recorrido, como ritual conjurador de la muerte. Una pintura del artista simbolista finlandés Hugo Simberg, “El Jardín de la muerte” (The Garden of Death), refleja esto muy bien. Datada del año 1896, en ella, Simberg plasma uno de sus principales motivos e intereses, del tipo de los que según él, son “capaces de conmover al alma”: la finitud del hombre. En esta obra se observan en primer plano una serie de figuras esqueléticas, que lejos de las clásicas representaciones atemorizantes de la Muerte, se nos muestran en una actitud muy peculiar: las contemplamos cuidando su jardín con atención y esmero, en la actitud propia de un jardinero. El contraste puede resultar extraño para quien observa la obra, pero más allá de la yuxtaposición de motivos, la pintura no deja de transmitir serenidad y confianza, unida a cierta nostalgia por la existencia finita que habremos de abandonar. Para Simberg, el jardín es aquel destino inevitable al cual se dirigen las almas en su travesía hacia el cielo. Las plantas son almas humanas, en espera de tiempo variable hacia su último destino. El sentido del humor que expresa este artista aspira, con cierto éxito, a exorcizar un temor ancestral.

                                                   "El jardín de la muerte", Hugo Simberg

El Arte, al permitir la plasmación de una fantasía interna, se pone al servicio de la vida.

El Arte como Obra del deseo. El arte como deseo.

Psicología y Arte confluyendo imbricadas, en una misma ruta, la de la búsqueda de la belleza que mora en la Verdad de cada ser.

Texto: Juan Manuel Otero Barrigón

(Algunas de las ideas de este artículo son fruto de intercambios, lecturas y reflexiones junto al Dr. Jorge Garzarelli)


miércoles, 8 de junio de 2016

Psicología profunda del par obra/espectador (Nasio)


El reciente libro de Juan David Nasio, "Arte y psicoanálisis" (Editorial Paidós), es, como la mayoría de los escritos de este autor, rico en reflexiones y conceptos. Desfilan por sus páginas Maria Callas, Francis Bacon, Pablo Picasso, Vallotton y otros artistas cuyas obras invitan a pensar el acto creativo, permitiéndonos al menos asomarnos al proceso que da nacimiento a una obra de arte, ya que el mismo, en su esencia, es siempre inaccesible para el observador externo.

Las siguientes palabras, extraídas de la página 113, son deliciosas en su descripción del mecanismo por el cúal el arte actúa, y en la particular relación que el espectador establece con una obra, originada siempre en el impulso creador de un artista que, cuando es eficaz, despierta sentidos afines en aquel que disfruta contemplando el resultado de su inspiración: "Cuando yo, espectador, me siento conmovido por la belleza de un cuadro, siento crecer en mí el deseo de pintar, de escribir, de actuar y de exteriorizar la tensión creadora que bulle en mi interior -sea yo un artista o no-. "Elevar el objeto imaginario a la dignidad de la Cosa", quiere decir, pues, en nuestra opinión , que la obra de arte - el objeto- ha logrado desencadenar en el espectador su propio impulso creador. Cuando un objeto es capaz de despertar en el otro una pasión creadora, ese objeto lo llamaremos la Cosa. Una obra no puede calificarse de "sublimada" sino desencadena en el espectador el mismo impulso creador que llevó al artista a producirla. En realidad, la sublimación es siempre una transmisión: el artista transmite al espectador el impulso creador que lo anima. Pues bien, para que el espectador pueda absorber este impulso, es necesario además que esté interiormente disponible, que se deje penetrar y fecundar por la fuerza que emana de la obra. Diremos entonces que el objetivo del arte es adormecer nuestra conciencia y hacernos permeables tanto a la excitación exterior surgida de la obra contemplada como a la excitación interior que emerge de nuestros propios impulsos. El arte actúa, pues, por hipnosis: adormece nuestra conciencia pero despierta nuestros impulsos creadores".



Juego, arte y amor

No se puede jugar a medias
si se juega, se juega a fondo
para jugar hay que apasionarse
para apasionarse hay que salir del mundo de lo concreto
salir del mundo de lo concreto es incursionar en el mundo de la locura
del mundo de la locura hay que aprender a entrar y salir
sin meterse en la locura no hay creatividad
sin creatividad uno se burocratiza
se torna hombre concreto
repite palabras de otro.

Eduardo "Tato" Pavlovsky (psicoanalista, dramaturgo, maestro de actores)




Fernweh



 
         Fotografía: "Enter the misty woods", por Warren Reed

Quienes comparten cierta tendencia a la nostalgia, suelen sentir una extraña atracción por paisajes naturales brumosos. 
Son parte de una geografía espiritual, túneles del tiempo que retornan a épocas subterráneas, ancladas en experiencias vividas.
Lugares, la mayoría de ellos, en los que nunca se estuvo, pero que viven ahí, anudados a impresiones de vidas pasadas.


     Pinturas del artista ruso Sachow Alexey



Texto: Juan Manuel Otero Barrigón

martes, 7 de junio de 2016

Introito

La palabra arte tiene su raíz en un antiguo vocablo de origen pre-helénico, "artao", que podría traducirse como "aquello que debe ser juntado, unido", o bien, "algo que une".

Arte sería, entonces, todo aquello que tiende a unificar, a unir las partes separadas. 

En este sentido se revela su profunda imbricación con el Símbolo, dado que este, en su etimología, también alude, implícitamente, al vincular, al "ligar". Símbolo proviene de sym-ballein: lanzar, arrojar juntos. 

Primitivamente, el símbolo era un objeto partido en dos, del que dos personas conservaban cada cual una mitad. Estas dos partes separadas servían, vueltas a reunir, para reconocer a los portadores de un compromiso o deuda en común. Sym-ballein es, dicho se de paso, lo contrario a diaba-llein, "lo que dispersa y separa", origen etimológico de la palabra diablo




Pero no solamente arte y símbolo están emparentados, también es necesario añadir un término más. Religión, proveniente de Religare, guarda una profunda consonancia tanto con el arte, como con el símbolo, ya desde su misma procedencia linguística. Religare es volver a unir, volver a encontrar las partes, retornar a la unidad previa originaria. Volver a conectar los mundos. Macrocosmos, microcosmos. Exterior, interior. Arriba, abajo. Adentro, afuera. Cielo, Tierra. 

Arte, símbolo y religión se nos presentan, de esta forma, como indisociables. Ya que por medio del discurso simbólico, se tejen las redes constitutivas tanto del universo artístico como del universo religioso. 

Si, al decir de C.G.Jung, los símbolos son catalizadores de la energía psíquica, su comprensión (sin dejar de lado el hecho de que todo símbolo es  la mejor expresión posible de algo en esencia desconocido) es fundamental para explicar tanto los procesos religiosos como todas aquellas actividades culturales, que como el arte, son la eclosión más genuina del espíritu, que pulsa siempre insistente por manifestarse. 


Texto: Juan Manuel Otero Barrigón