miércoles, 19 de diciembre de 2018

.o0 Acerca del Trabajo en Grupo: Acercamiento a Open Space 0o. (por Tashi Vasudeva)


Está en nuestras manos moldear nuestra consciencia con las ideas que sostenemos ( o dejamos de sostener) sobre nosotr@s mism@s y sobre la vida.

El pensamiento y su ejecución reflexiva o hablada,(respetando los ritmos con el/la interlocutor/a) es una herramienta de resiliencia, resistencia y autosuperación ante las causas y condiciones personales, locales y globales del mundo en el que vivimos.

Cuando una idea se comparte, se fortalece por aquellas mentes que se la apropian y cuando de un grupo dimanan ideas contraculturales llegando a incidir en el medio social circundante, no importa lo pequeño o grande que pueda ser dicho conglomerado grupal, sino la capacidad de estimular a los/las partícipes y de extenderse gracias a las plataformas digitales, que permiten que se dé el caso de una replicación de la información como si de una mitosis celular se tratara.

En el desarrollo de cada holón/persona (todo_parte de una totalidad mayor: Grupo) con sus implícitas motivaciones e ideales se puede evolucionar en la comprensión comunicativa de la recepción_escucha (yin) y emisión hablada (yang) entendiendo con empatía las cosmovisiones y necesidades de los/las demás con respecto a los puntos de acuerdo para llevar subproyectos adelante que dimanen del proyecto madre.

Para el trabajo en grupo, en la línea metafísica de Alice Ann Bailey , se le da importancia al “olvido de sí mismo” en el sentido quizás, en el que Castaneda defendía la idea del desatender a la ”importancia personal” en el marco chamánico.

Otra vía de desarrollo en el trabajo grupal es reflexionar y aplicar cuatro ideas de las que nos habla en Dr. Miguel Ruiz en su libro “ los cuatro acuerdos”. Son las siguientes:

Se impecable con tus palabras
No te tomes nada personalmente
No hagas suposiciones
Haz siempre lo máximo que puedas.


1. “Se impecable con tus palabras”. ¿Porqué ser impecables con nuestras palabras?, pues simplemente porque con críticas y chismorreos inecesarios que toquen lo personal de uno o varios de los miembros del grupo de trabajo se puede desbaratar el trabajo grupal . Lo podríamos decir en otros términos como inofensividad , en el marco del la línea de Alice Ann Bailey o “Ahimsa no violencia , concepto oriental que se halla en los Yogasutras de Patánjali y que Mahatma Gandhi tuvo en cuenta en su activismo en India. Otra vía integrable a lo anterior es el desarrollo de los métodos de CNV o Comunicación no Violenta.

2.”No te tomes nada personalmente” Es posible que podamos sentirnos atacados con un argumento distinto al propio. En este sentido podríamos reflexionar en la Unidad en la diversidad, Unidad subyacente en el interés de trabajar en grupo y la diversidad de opiniones motivaciones, ideales y puntos de vista que se pueden dar en dicho grupo. Lo contrario a La Unidad en la diversidad vendría a ser la uniformidad igualitaria que parece ser la tónica dominante que tratan de imponer los Mass Media con la idea de crecer a base de consumir. Cuando surgen ideas opuestas a las nuestras en lugar de luchar por imponer la propia visión de la realidad, se pueden balancear dichas ideas aparentemente contrarias pero quizás complementarias, con las propias entendiendo que unas son una Tesis (blanco) otras son una Antítesis ( negro) y entre el diálogo entre ambas concepciones se puede lograr una Síntesis (gris) reconciliadora. Así pues en lugar de tomarnos personalmente y afectarnos reactivamente por ideas contrarias a las nuestras podemos abrir la mente al ver como una idea opuesta puede encajar con nuestras ideas preestablecidas y hacernos evolucionar. El apego no solo se da en el plano físico a objetos materiales, también se expresa en el plano de las ideas, en el querer sostener un paradigma inamovible que puede tornarse dogmático y cristalizarse si no se deja permear por ideas de otr@s. Asi pues, una buena manera de “No tomarnos las cosas personalmente” es tener cierto grado de desapego a nuestras propias conceptuaciones y estructuras de la realidad.


3. “No hagas suposiciones”.Presuponer algo no siempre concuerda con la realidad de lo que se esta dando, puede tener que ver con uno de los cinco movimientos mentales (vrittis) descritos en el primer capítulo de los Yogasutras de Panjali como un pensamiento ilusorio, una concepción errónea (viparyaya). Para descartarlo es necesario que si en nosotros/as existe alguna sospecha que pueda llevar a malos entendidos en lugar de suponer algo sobre alguien, podemos ir directamente a la persona y preguntar para clarificar. Esto evita sostener y alimentar preocupaciones y miedos innecesarios. Es una vía resolutiva que quizás se pueda realizar mejor en privado con las persona implicada para evitar generar kaos en todo el grupo.


4. “Haz lo máximo que puedas”. Si existe una mínima motivación e interés en realizar un trabajo en grupo y asumir responsabilidad en parte de dicho trabajo , podemos comprometernos a hacer lo máximo que podamos respetando nuestro propio ritmo (sin tratar de hacer tampoco más de lo que realmente podamos). Es adecuado para esto último conocer nuestras limitaciones aunque también es intersante intentar superar dichas limitaciones aparentes. Eloy Millet , economista y conferenciante sobre Fisica Cuántica (Post Mecanicista) en sus charlas compartidas en Youtube, nos habla de este “haz lo máximo que puedas“ en los siguientes términos: cuando un/a tiene una propuesta de acción y no la lleva a la práctica genera kaos en su organismo y por el contrario cuando alguien lleva a la acción una propuesta se genera una coherencia electromagnética ( morfogenética o bioenergética) junto con una coherencia neuronal que genera gozo vital y satisfacción algo que coopera en nuestra salud.

estos últimos 4 puntos, son una libre interpretación acerca de “Los cuatro acuerdos” del Dr Ruiz de editorial Urano reflexionada por quien escribe esto.



Tashi Vasudeva – Víctor Campiña Puigdengoles
    (escrito generosamente cedido por el autor a este blog)


lunes, 17 de diciembre de 2018

El Tao del creativo (1)


Alguna vez leí que las dos torres de la catedral de Notre Dame no miden exactamente lo mismo. Los maestros constructores de la Edad Media consideraban la simetría como un símbolo de la perfección divina. Lo que significa que los seres humanos no podían arrogarse el derecho de construir algo perfecto. Esta idea me parece súper poderosa en lo que a la creación se refiere. La perfección es uno de los aliados más firmes de lo que en términos mitológicos es el dragón que nos habita. Cuando creamos algo, solemos tener una idea precisa de lo que queremos entregarle al mundo. Una idea que en realidad se parece más a un fantasma. Nos inspiramos, conscientes o no, en las obras y trabajos que nos marcaron, y de cierto modo, actuamos como cajas de resonancia de nuestra memoria y de nuestra imaginación. O de esa "perfección olímpica" de la que supo hablar Jack Kerouac. Que al igual que el viejo Olimpo, nos queda demasiado lejos. Por eso es muy común que si creemos que aquello que vamos a producir tiene que ser perfecto desde el principio, difícilmente hagamos nada. Ese grito de liberación, necesario en todo proceso creativo, lo expresó muy bien el diseñador James Victore: "Feck perfuction", o dicho en otras palabras, "¡A la miarde la ferpección!".

domingo, 2 de diciembre de 2018

Última "Mesa Redonda Mitológica" del año


Sábado 15 de Diciembre. 16 a 19hs.
En nuestra última "Mesa Redonda Mitológica" del año, vamos a recibir nuevamente la visita del DR. JORGE GARZARELLI, quien expondrá en torno a los significados del mito griego de Afrodita. El Dr. Garzarelli es, en nuestro país, autor de una de las primeras tesis doctorales sobre los fundamentos psicodinámicos de la dimensión mítica, cuyo título es: "Acerca del mito y su producción en el inconsciente según Freud, Jung y Lacan" (1982). 

Contribución: $200 (pesos doscientos)

**SOLO CON INSCRIPCION PREVIA** CUPOS LIMITADOS

JOSEPH CAMPBELL FOUNDATION (GRUPO BUENOS AIRES)

Contacto:

Psicólogo - Coordinador de Religare Red de Estudios
Profesor Adjunto Cátedra "Psicología de la Religión" (Universidad del Salvador)
E-mail: jmobarrigon@gmail.com

domingo, 25 de noviembre de 2018

Séptimo encuentro: "Mesa Redonda Mitológica" (JCF)

Sábado 24 de Noviembre
"Mesa Redonda Mitológica" de la Joseph Campbell Foundation (Grupo Buenos Aires).
Tema: "Ritos y Rituales".

Reunión sin expositores invitados en la que reflexionamos compartidamente, disfrutamos de algunos videos del maestro Campbell, y diseñamos nuestro propio Ritual creativo, que a partir de ahora, nos va a acompañar en el cierre de los futuros encuentros.

--> Próxima Mesa Redonda (última del año):
/// Sábado 15 de Diciembre -16 a 19hs /// 
Vamos a recibir la visita del Dr. Jorge Garzarelli quien expondrá en torno a los significados profundos del mito griego de Afrodita.
Consultas&Inscripciones: religareredbsas@gmail.com


ASIENTO PELIGROSO
En las leyendas artúricas, el asiento peligroso (Siege Perilous, Siège périlleux) era un asiento de la Mesa Redonda de la corte del rey Arturo. El mago Merlín reservó el asiento para que fuera ocupado únicamente por aquel caballero, de nobleza probada, que estuviera destinado a encontrar el Santo Grial.



sábado, 17 de noviembre de 2018

El Outsider (por Javier Valenzuela)

Nota introductoria del autor del blog: el siguiente escrito, originalmente aparecido en su página de Facebook, fue cedido generosamente por el autor para ser publicado en este espacio. Agradezco al querido colega mexicano Javier Valenzuela compartir sus intuiciones y sentires con Psymbállein

Créditos del dibujo: B.G.Reynolds

EL OUTSIDER, por Javier Valenzuela*

(Relato autobiografico)

"Me dan alergia los colectivos, que considero escondrijos de cobardes. Cuando uno no quiere hacerse responsable de su pensamiento y quiere que le digan cómo pensar, se hace militante de algo"
David Testal


Desde pequeño me acostumbré a ser un "outsider". Un ser aislado y solitario, ajeno a la algarabía y el bullicio colectivos. 
Tímido y retraído, conocí muy tempranamente esa extraña sensación de separatidad, de no-pertenencia, que habría de acompañarme a lo largo de mi vida.
Durante mi adolescencia ésta sensación se convirtió en una constante, que me hacía sentir como un ser trasplantado a un mundo que me resultaba ajeno. Un mundo extraño y hostil, en el que apenas encajaba con dificultad y me sentía habitualmente torpe e inadecuado.
Al paso de mi vida estudiantil y mis primeros años de militancia política, el sentimiento persistió. 
De espíritu apasionado y combativo, participé activamente en numerosos movimientos izquierdistas sin identificarme nunca con ninguna afiliación o sigla política definida.
Fuí un izquierdista ajeno a la izquierda, cuyos militantes me miraban siempre con ojos de sospecha, como se mira a un polizonte o un infiltrado. 
Mis dotes de líder y mi personalidad apasionada me permitieron destacar y sobresalir en el ambiente contracultural de aquella época, sin lograr nunca desprenderme de aquélla vieja sensación de extrañeza que significaba no encajar en ningún lado.
En mis años universitarios me convertí en un académico de la psicología, siempre ajeno a la academia, pues jamás logré insertarme con suficiente fidelidad a ningún esquema filosófico o teórico de mi disciplina. 
Siempre tentado por aquel agridulce sabor de la disidencia, que me hacía discrepar de los sistemas y de las normas estipuladas y contrariar, como si se tratase de una enfermedad crónica, cualquier sistema de creencias establecido.
Tempranamente destaqué en las filas de la burocracia universitaria, donde desarrollé una exitosa carrera ascendente dentro de una comunidad académica con la que nunca comulgué del todo y de la que deserté, intempestivamente, para replegarme en un largo paréntesis de 10 años como trabajador indigenista en los Estados de Chihuahua, Chiapas y Oaxaca

Ahí fui un nuevo outsider, un espectador de aquél mundo indígena y campesino, que desafiaba todos los paradigmas conocidos y ofrecía a mis ojos el paisaje de una realidad hasta entonces desconocida.
Aquellos años de convivencia en el mundo místico y silencioso de los Rarámuris y el mundo magico y costumbrista de los Tzeltales y Tzotziles de Chiapas sacudieron mi conciencia y transformaron mi mirada.
Cuando abandoné mi etapa indigenista me trasladé a Tijuana en calidad de funcionario federal, donde fundé y coordiné al "Grupo Beta", una corporación policíaca para la protección de los migrantes y el combate de la corrupción y los abusos de las corporaciones que operaban en el área. 
Y ahí me convertí en un nuevo outsider de la burocracia y de los cuerpos policíacos. Una vez más aquella vieja sensación de no pertenecer perteneciendo. De no encajar en los códigos ni en los paradigmas establecidos en éstas cofradías de políticos y pistoleros, de las que jamás me sentí parte.
El desgaste producido durante 5 años de actividad frenética como coordinador y comandante de éste experimento policíaco me llevó a buscar refugio en el mundo del Servicio Exterior, que me acogió en calidad de cónsul en la ciudad de los Ángeles, Ca. 
Ahí me convertí en un extraño espécimen de ésta casta profesional sui-géneris de los Diplomáticos, cuyos refinados modales y sofisticados protocolos y códigos nunca formaron parte de mi vida. Más forma que fondo, la diplomacia me aburrió y me condujo a desertar nuevamente. 
Fatalmente está condición kármica que me imponía el no reconocerme de ninguna parte y no embonar en ningún lado, resultó una gran limitante para mi capacidad de arraigo y reforzó mi vocación de nómada, de nowerman, de migrante o peregrino de la vida.
Y así continúe transitando de lugar en lugar y de oficio en oficio, acompañado de esa perenne sensación de extrañeza con la que me desenvolvía, independientemente del éxito habitual de mi desempeño.
Todas estas etapas fueron acompañadas por una búsqueda interior, silenciosa e inconsciente, de mi lugar en el mundo. 
Y ahí transité del marxismo al cientificismo; del yoga a la meditación y el misticismo. De mis experiencias con enteógenos y el chamanismo a la psicoterapia gestalt y el Cuarto Camino, sin terminar de identificarme con ninguna tradición o disciplina. Sin acomodo ni credencial de pertenencia alguna.
Reacio a cualquier género de militancia; a portar uniformes o etiquetas y a asimilarme a las reglas de cualquier colectivo, mantenía una distancia con los distintos circulos sociales por los que transitaba sin llegar nunca a arraigarme; a establecer vinculos hondos y duraderos con mis pares impares.
Jamás me acomodé a las mayorías. En la política como en el deporte, siempre estuve del lado de las minorías perdedoras; de los equivocados.
Fui un artista sin arte, un poeta sin poesía. Un filósofo extraviado. Un forastero de mi mundo y de mí mismo.
Eterno disidente de filias y de fobias no resulté al final ni marxista ni académico; ni creyente ni ateo; ni chamán ni budista; ni gobiernista ni anarquista; ni machista ni feminista. Ni derechista ni de izquierda.

Alérgico al "mainstream", finalmente la vida me ha replegado al único territorio que reconozco como auténtico y verdadero. El único del que sin saber siempre formé parte y al que siempre pertenecí.
He terminado por reconocer mi vocación original; mi verdadera filiación intelectual y politica; mi camino y disciplina de vida; mi orientación vital.
Militante activo de las no militancias, abrazo con fervor la escuela de los no escolarizados, la política de la no-politica y la religión de los sin religión. La antigua y maravillosa tradición del "no saber", con la que comulgo y me reconcilio plenamente. 
Fielmente y sin saberlo, me he propuesto ser Yo. El habitante de ninguna parte fuera de mí mismo. El que no se identifica ni se asimila a nada, que no resuene con vehemencia y con fuerza en su corazón.

¡Soy un OUTSIDER!

Javier Valenzuela

*Psicoterapeuta en la práctica privada

jueves, 8 de noviembre de 2018

Ciclos

"The path", por Eric Hanson

Alumbrar espacios y senderos, cuidarlos dedicadamente,
ayudarlos a crecer y a caminar.
Verlos madurar hasta realizar su universo de posibilidades.
Y una vez cumplido su ciclo natural, acompañarlos en su despedida,
percibir las señales, saber desprenderse a tiempo.
Para que vacíos ahora de los viejos compañeros, 
podamos abrir los brazos a lo nuevo
de raíces antiguas, en una espiral constante
de despliegue creativo.

Juan Manuel Otero Barrigón

Senderos en lo "Transpersonal" (por Vicente Merlo)

"Star of Christmas", pintura en acrílico de Tetiana Ta Chebrova

Senderos en lo "Transpersonal" (por Vicente Merlo Lillo*)

Decía Stanislav Grof, uno de los padres de la psicologia transpersonal, y uno de los investigadores de la conciencia más sistemáticos, primero mediante el uso clínico del LSD y después con la respiración holotrópica, que el impacto más importante de sus 50 años de investigación sobre la conciencia fue el descubrimiento y la comprobación sostenida de la correlación existente entre los "estados holotrópicos" (nombre que dio a una subclase de los llamados "estados no-ordinarios de conciencia", justamente aquellos que tienden hacia la totalidad) y los tránsitos planetarios significativos en las cartas natales de las personas. 
Descubrimiento que debe a Richard Tarnas, filósofo y astrólogo destacado. Como filósofo destaca su "La pasión de la mente occidental", original historia de la filosofía; como astrólogo es imprescindible su monumental ensayo "Cosmos y Psique".
Fue Tarnas quien le hizo ver que las cuatro "matrices perinatales básicas" (concepto fundamental en Grof que apunta a las experiencias vividas en torno al trauma del nacimiento, y que junto a las experiencias postnatales ordinarias y las experiencias transpersonales configuran un mapa de la psique más completo que los habituales) se correspondían muy precisamente con los arquetipos planetarios de Neptuno, Saturno, Plutón y Urano, respectivamente. Quizás entre ambos (aparte de otros muchos, como Dane Rudhyar, Stpehen Arroyo, Liz Green, Howard Sasportas, Bruno y Louise Huber, Elman Bacher, Alice Bailey y tantos otros) podamos ver cómo la astrología comienza a ser tomada más en serio en ambientes en los que todavía no lo es. Claro que una cosa son los principios astrológicos, otra la intuición astrológica y otra la aplicación y el uso que de todo ello se hace, por parte de los astrólogos y por parte de los consultantes.

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Si tuviera que elegir dos enfoques terapéuticos dentro de la psicología transpersonal, entendida esta en un sentido amplio, serían la Psicosíntesis de R. Assagioli (1988-1974) en una primera etapa, como pionero de lo Transpersonal (junto a William James, Richard Bucke, C.G. Jung y Dane Rudhyar) y el Enfoque Diamante de A.H. Almaas (1944), todavía en pleno desarrollo y suficientemente reconocido en el mundo transpersonal (excepto en nuestro país, donde apenas contamos con dos o tres obras suyas, de su inmensa y exquisita producción).
Cada vez que leo alguna obra de Almaas percibo una sintonía como pocas veces sucede. En realidad, el enfoque diamante no es solo una psicología y una terapia (a pesar de que es ambas cosas de una manera profunda) sino también y sobre todo un camino espiritual. Y un camino espiritual de una integralidad fascinante, como pocas veces he encontrado. En cierto sentido me hace recordar el yoga integral de Sri Aurobindo, en lo que respecta a su integralidad, a la hora de expresar la riqueza de experiencias espirituales, de concebir la naturaleza de la realidad, de lo Absoluto y del ser humano, de resolver experiencial y conceptualmente la paradoja de lo Personal y lo Impersonal, de la Trascendencia y la Inmanencia, de la No-dualidad y la dualidad, etc. Pero, hay que decir que en el caso de Sri Aurobindo el trabajo con lo psicológico es desde arriba, sin entrar en él de lleno (con las ventajas y los inconvenientes que esto puede tener), mientras que Almaas une a la maestría espiritual y la riqueza de experiencias, la experiencia del terapeuta y el conocimiento de la psicología de las profundidades, de las relaciones objetales, de la psicología del "self" (Kohut, Kernberg, etc.).
Justamente, en Almaas lo psicológico y lo espiritual no son dos dimensiones separadas, sino dos aspectos de un mismo camino de descubrimiento y de auto-realización. Y el trabajo psicológico fino (con las estructuras egoicas, con los agujeros que ocultan las cualidades esenciales, con los condicionamientos y las distorsiones) desbroza el camino para la experiencia de las cualidades de la esencia, de nuestra verdadera naturaleza, de las dimensiones ilimitadas. Por su parte, la profundización en la "investigación" (inquiry) permite trabajar mejor con lo psicológico y descubrir la "esencia personal", esa joya de valor incalculable que une el carácter personal de lo Ilimitado y el carácter ilimitado de lo personal. En ambos casos, Almaas y Sri Aurobindo, desvelan la realidad y el valor de la individualidad espiritual, sin disolver esta en una no-dualidad indiferenciada. Almaas con la noción experiencial de la esencia personal, nuestra presencia esencial. Sri Aurobindo con la experiencia-idea del ser anímico, el alma individual, el polo terrestre del jivatman (su polo celeste) y delegado en la manifestación. Dos enfoques verdaderamente integrales, cada uno con su fragancia particular. Dos Maestros que comparten su luz y su maestría para mostrarnos la belleza y la sublimidad del camino espiritual, ese camino sin fin, como no podía ser menos cuando se trata de la invasión de lo Infinito.

*Ambos textos fueron originalmente publicados en la cuenta de Facebook del autor, cedidos generosamente a Psymbállein

Vicente Merlo Lillo es un profesor español, indólogo, especializado sobre todo en yoga, budismo e hinduismo, particularmente en la obra de Sri Aurobindo, de cuyo pensamiento es un referente en lengua española.

viernes, 2 de noviembre de 2018

Sexto encuentro: "Mesa Redonda Mitológica" (JCF)

Sábado 27 de Octubre
"Mesa Redonda Mitológica" de la Joseph Campbell Foundation (Grupo Buenos Aires).


Recibimos la visita del Dr. Alejandro Parra (Instituto de Psicología Paranormal/UAI), quien vino a disertar sobre "Sueños y Mitología". El Instituto de Psicología Paranormal (www.alipsi.com.ar) es, en nuestro país e Hispanoamérica, una de las instituciones de referencia más serias en el estudio y la investigación científica de los fenómenos y experiencias paranormales. Nuestro gran agradecimiento al Dr. Parra por acercarse a compartir con nosotros sus vastos conocimientos en torno al mundo onírico.

Durante la primer hora del encuentro, dedicamos un rato a la lectura y la reflexión en torno al monomito del héroe, a partir de algunos capítulos de la obra "Reflexiones sobre la vida", del máster Joseph Campbell.

¡Gracias a todos los que participaron!

Próxima Mesa Redonda: sábado 24 de Noviembre. 16 a 19hs. 
Será una reunión sin expositores invitados donde vamos a sumergirnos grupalmente en la comprensión de la psicología profunda de los ritos.









martes, 23 de octubre de 2018

domingo, 14 de octubre de 2018

Pequeño elogio de los perdedores


  
Don Quijote y Bud Baxter, dos perdedores natos

Pequeño elogio de los perdedores
    por Juan Manuel Otero Barrigón

Antihéroes, losers, outsiders, marginados. Distintas categorías sirven para ilustrar a ciertos personajes que no tienen mucho que perder, a menudo privados de algunas cualidades, y que parecieran llevar, adonde vayan, una nube gris y lluviosa sobre su cabeza. Todo les sale mal, saltan de frustración en frustración,  se desentienden de la moda y lo establecido por la sociedad. Por estas y otras razones, no son bien vistos y suelen ser incluidos en la categoría de "raros", "extravagantes", "excéntricos" "lunáticos", cuando no llanamente, "perdedores".

En el cine y en la literatura siempre existieron: desde El Lazarillo de Tormes y Don Quijote de La Mancha como arquetipos literarios,  hasta personajes clásicos de películas como Bud Baxter (Jack Lemmon en "El apartamento", de Billy Wilder) o Charlot (Charlie Chaplin en "Luces de la Ciudad"). La televisión argentina convivió con uno de sus últimos y geniales representantes en la figura del actor en decadencia Juan Perugia (interpretado por Gastón Pauls, en el unitario "Todos contra Juan"). Y aunque, como podemos ver, estos personajes siempre dieron el presente, en la últimas décadas tienden a ser cada vez más referenciados por guionistas y escritores.

Posiblemente una de las razones de esto último radique en que allí juegue fuerte cierta estética en la figura del perdedor que denuncia los contravalores de la época. Frente a un mundo que entroniza el éxito (sobre todo el material) y la detentación de símbolos de poder como valores supremos de la vida, la voz del perdedor delata la superficialidad y la evanescencia de los andamios sobre los que está construido el edificio del mundo contemporáneo.  

No sólo eso, ya que si le hiciéramos caso al maestro Herman Hesse, las virtudes del perdedor irían, todavía, más allá. "Quien no encaja en el mundo, está cerca de encontrarse a sí mismo", reza en una de sus célebres poesías.

"Time of my Life", cantada por Juan Perugia (Gastón Pauls en "Todos contra Juan")

A menudo, el perdedor se presenta como antihéroe. Si lo ‘heroico’ forma parte de una narrativa en la que suele destacarse el arrojo y la valentía de grandes hechos significados como ‘hazañas’, lo antiheróico refleja la tenacidad de quien, consciente de su inevitable fracaso frente a una realidad que lo ignora, así y todo no cesa de insistir. Y sigue intentando.
Si lo heroico nunca fracasa, y ni la muerte consigue torcer su carrera; lo antiheróico permanece, suspendido en el tiempo, con la derrota como escenario de fondo. El héroe muere, generalmente, como conviene al mito y a la leyenda, es decir, en plena juventud; aceptando la muerte como inherente a un destino personal e ineludible que finalmente se constituye en su última y más grande victoria. El antihéroe perdedor sobrevive, muchas veces, a una vida a la que quisiera dejar de apostar, pero de la cual no se siente, ni siquiera, lo suficientemente digno para abandonarla. Así lo expresa Miles Raymond, el brillante personaje que Paul Giamatti interpreta en "Entre Copas" (2004): "Al mundo le importa una mierda lo que tenga para decir. No soy necesario. Soy insignificante. Soy tan insignificante que ni siquiera puedo matarme a mí mismo". 

Por supuesto que no todos los perdedores son iguales.  El antihéroe tan sólo representa una de esas posibilidades, con sus múltiples variantes. Y si los hay melancólicos y nihilistas como Miles o Rust Cohle (Matthew McCounaghey en "True Detective"), también existe otra clase que, como Juan Perugia y Don Quijote, se nos exhiben, pese a todo, convencidos de sus supuestos talentos y virtudes. Y esto, a pesar de las continuas y evidentes señales de una realidad que pareciera decirles, todo el tiempo, exactamente lo contrario. But still...

Pese a todo, el perdedor está revestido de una particular dignidad derivada, con frecuencia, de su carácter tenaz y de su inquebrantable entusiasmo, aún cuando en su discurso disociado, demuestre signos de lo opuesto. Frente a la doble condena por parte del destino y la sociedad, hay en los perdedores una tenue luz que brilla suavemente.  Levantarse de un golpe tras otro hasta que llegue el siguiente, y sin tirar la toalla, puede resultar una metáfora poderosa para muchos hombres y mujeres en el mundo actual. 

Altivos y orgullosos, en el juego que juegan sólo caben el triunfo o la derrota. En aquél, tienen desde siempre puesto el sueño eterno de la huida. En ésta, encuentran cada día los signos inequívocos de la melancolía y la verdad. Pero, ante todo, y más allá de azares e infortunios, por encima del deseo o la pasión, se saben ser lo suficientemente incrédulos y duros como para nunca retirarse del juego.

"No es una desgracia perder, si uno ha soñado con ganar", sugiere un viejo refrán taoísta. Así, impulsados por una irrefrenable pasión vital, los perdedores hacen un culto de ese apotegma,  encarnando en aquella idea según la cual, "el hombre es un dios en ruinas".

Y es que, como afirma Guy Tenesse, en el fondo, todos somos en algún modo perdedores. Sólo es cuestión de tiempo ver en qué momento nos enteramos.

"Brand New Angel", con la voz y guitarra de Jeff Bridges en "Crazy Heart"

lunes, 1 de octubre de 2018

Cercanías


Revisando mis archivos sobre Timothy Leary, me encontré con esta curiosa y poco conocida fotografía de diciembre de 1966, aparecida originalmente en el magazine Pageant. Allí se lo puede ver al gurú de la psicodelia consolando cara a cara a una persona que experimenta un "mal viaje", tras una sesión con LSD. "He expuesto mis sentimientos desnudos para que todos los vean, y ahora siento que a nadie realmente le importa", lamentó el hombre. "Estoy dando vueltas por dentro".

La identidad del psiconauta no se conoce; apelando a lo poco que se denota de su fisonomía, algunos aventuraron que podría haberse tratado del reconocido escritor contracultural Ken Kesey, pero hasta donde pude averiguar, eso nunca pudo confirmarse.

Lo que no resulta llamativo, es la intervención corporal, tan estrecha, de Leary, pese a que algunos se sorprenden ya que, afirman, ese no solía ser su estilo. No obstante, lo contrario se desprende de su escrito "De la Experiencia Psicodélica (Un manual basado en el Libro Tibetano de los Muertos)", donde escribía: "El contacto físico cercano con otro provoca invariablemente la unidad del flujo de fuego. Tu sangre comienza a fluir hacia el cuerpo del otro. Su respiración se vierte en tus pulmones. Los dos descienden por el río capilar".

domingo, 16 de septiembre de 2018

Quinto encuentro: "Mesa Redonda Mitológica" (JCF)

Sábado 15 de Septiembre
"Mesa Redonda Mitológica" de la Joseph Campbell Foundation (Grupo Buenos Aires).

Recibimos la generosa visita del Dr. Néstor Eduardo Costa (presidente de AFIPA), quien vino a hablarnos sobre "El amor en los mitos y en la vida". AFIPA es, en nuestro medio, una de las instituciones más recomendables en formación, docencia e investigación en psicología junguiana, atenta a la conservación del legado y la difusión del pensamiento del sabio de Zurich. Enorme agradecimiento al Dr. Costa por acercarse a compartir sus conocimientos y vasta experiencia clínica con nosotros.

Durante la primer hora del encuentro, dedicamos un rato a compartir la ponencia presentada en el XII Congreso Argentino de Salud Mental ("Perseguido por las Furias: psicosis y mitología").

Gracias a todos los que participaron!

Próxima Mesa Redonda: sábado 27 de Octubre. 16 a 19hs. Vamos a recibir la visita del Dr. Alejandro Parra, quien expondrá sobre el tema: "Sueños y Mitología".





viernes, 14 de septiembre de 2018

Perseguido por las Furias: psicosis y mitología

Pintura: William Adolphe Bourguereau


"Perseguido por las furias: psicosis y mitología", por Lic. Juan Manuel Otero Barrigón*

El mito es un tipo particular de lenguaje que posibilita el despliegue de Sentido.
Supone una narrativa impersonal, colectiva y milenaria, que se remonta a los Fundamentos, dando cuenta del lugar que el ser humano ocupa en el cosmos, en la naturaleza, y en la sociedad en la que vive.

Los mitos no son la infancia de la humanidad, lo cual supondría que se tratan de aproximaciones primitivas, ingenuas y hasta incluso mágicas, a fin de garantizar una primera, y aproximativa, comprensión del mundo.

Constituyen, ante todo, una vera narratio, narración verídica de lo real; esto último no en un sentido histórico o biográfico, ya que no es esa su razón de ser, sino en sus funciones metafísicas, cosmológicas, sociológicas y psicológicas (Campbell, 2014). Lo que supone, que los relatos míticos, pretenden, por un lado, reconciliar a la consciencia con las demandas de la propia existencia (función metafísica), ofrecer una imagen del cosmos, que nos evoque y consolide la experiencia del misterio (función cosmológica), validar y mantener una cierta cohesión social que garantice la unidad (función sociológica), y por último, acompañar a los individuos, a lo largo del periplo de su vida, esto es, a través de los distintos estadios de nacimiento, juventud, madurez, vejez, y muerte.

En un sentido psicodinámico, el mito, en tanto emergente frente a la inicial desprotección y desvalimiento humanos, se nos presenta como un exitoso intento de significar aquello no simbolizado (Corra, 2002).

Dado que los relatos míticos tienen consecuencias “morales”, eternizan las grandes y perennes categorías de la angustia. Amor, Odio, Vida, Muerte.

C.G.Jung (1977) señalaba la existencia, tanto en el hombre como en las sociedades que este conforma, de una capacidad mitopoyética (creadora de mitos) natural, que al perderse, produce enfermedades psicológicas (etimológicamente, enfermedades del alma), empujando a la elaboración de mitos sociales o individuales patológicos.

Es así, que en esta reflexión, nos centraremos concretamente en la relaciones del mito con las psicosis, tomando como insignia sobre todo a la esquizofrenia.

En “Orestes”, la célebre tragedia de Eurípides, se nos narra un caso arquetípico que muchos exégetas consideran ilustrativo de la expresión mitológica de esta patología. El protagonista, hijo de Agamenón y Clitemnestra, mata a su madre, con el fin de vengar la muerte de su padre, a quien su esposa había hecho asesinar. En el relato homérico, por esta venganza feroz, Orestes se cubre de gloria. El matricidio es considerado como un justo castigo frente a la ofensa inflingida. Bajo el imperio de la ley del Talión, los dioses no persiguen al homicida, ya que ha actuado conforme a la debida justicia. Sin embargo, posteriormente, el poeta trágico de Salamina, introduce su potente variante al relato. Ya que matar a la propia madre pasa a constituir un atávico tabú, Orestes es perseguido por. las Furias, antiguas diosas femeninas, que como voces tremendas de la conciencia, existían para castigar toda clase de crímenes. Así, comienzan a acosar al joven, quien profundamente atormentado, y ya instalado en la psicosis, emprende un largo viaje en procura del olvido, en el mito eterno de la Locura.

A diferencia de la psicodinámica inherente a los cuadros psicóticos, el mito no responde en su esencia a una necesidad individual restitutiva, sino que se nos presenta, desde sus mismos inicios, como un relato compartido. Aspecto este último, que destacará la corriente funcionalista de hermenéutica mítica, al valorar la función social que los relatos mitológicos cumplen en la vida cotidiana de la sociedad que los concibe. Esto significa que, a nivel popular, las narraciones mitológicas proporcionan una narrativa asimilable, aceptada por los miembros del grupo, que les permite imprimir validez a los usos, costumbres y normas de convivencia compartidas por todos.

El psicótico, expresa el maestro. Jorge G. Garzarelli (1982), enuncia un “automito”, encerrado en su propio perímetro existencial. De contenido sombrío, cercenado en su acceso pleno al registro simbólico, desarrolla un relato propio del cual los demás permanecen excluidos. Frente a la pérdida de sentido de la realidad, la alucinación y el delirio se erigen como última frontera ante la amenaza de desintegración. De esta manera, el mito se transmuta para devenir en una producción alienada de sus referentes sociales, aunque en esencia permanezcan las raíces que lo conducen a su fondo impersonal y hundido en las profundidades colectivas de la psique.

En las psicosis, el discurso mítico responde a un intento desesperado de autorregulación, fruto de la disrupción en el intercambio dialógico entre el Yo y el Sí Mismo, como arquetipo central del psiquismo. La psicosis evidencia, en nomenclatura jungiana, un fenómeno de splitting o disociación extrema de los complejos, que en las neurosis, permanecen sólo relativamente autónomos. En la psicosis, dichos complejos se nos presentan totalmente desconectados de la conciencia. C.G.Jung consideraba que muchas psicosis, y entre ellas especialmente la esquizofrénica, revelaban una instancia yoica demasiado débil para resistir el embate de los contenidos inconscientes (Sharp, 1994).

Así, en su obra “La psicogénesis de las enfermedades mentales” (1990), postula conceptos que son relevantes para nuestra reflexión en torno a las relaciones entre psicosis y discurso mítico. De esta manera nos dice: “(En la esquizofrenia), las figuras divididas asumen nombres y caracteres banales, grotescos o altamente exagerados, y a menudo son objetables de muchas otras maneras. Además, no cooperan con la conciencia del paciente. No tienen tacto ni respetan los valores sentimentales. Al contrario, irrumpen y perturban en cualquier momento, atormentan al ego de mil maneras; todas son objetables y chocantes, ya sea por su conducta ruidosa e impertinente o por su grotesca crueldad y obscenidad. Hay un perceptible caos de visiones, voces y caracteres incoherentes, todos de naturaleza abrumadoramente extraña e incomprensible”.

Como podemos ver, para C.G.Jung, las producciones del psicótico, y entre ellas las elaboraciones de tipo mitológico, no posibilitan conciliar el caos interior que experimenta el padeciente, sino que por el contrario, se presentan modeladas por ese mismo caos, en un intento infructuoso de restitución.

La palabra delirio, que como sabemos, proviene del latín delirare, nos remite a esa idea metafórica expresada por la imagen de alguien que “se sale del surco al labrar la tierra”. A su vez, la etimología de la palabra Mística nos hace referencia a aquello que permanece “secreto, guardado”. “Misto” era, en la antigüedad, quien había sido iniciado en el conocimiento esotérico de las cosas divinas, comprometiéndose a guardar silencio acerca de ese conocimiento que le había sido revelado. De ahí también los cultos mistéricos del pasado, como los de Eleusis y los de Dioniso, en los cuales confluían, desde sus mismos orígenes, creencias religiosas y antiguas tradiciones míticas.
Un viejo aforismo psicoespiritual señala que la diferencia alegórica entre el derrumbe psicótico y la experiencia mística auténtica, a la cual la percepción mítica de la existencia podía conducir, está en que el psicótico se ahoga en las mismas aguas en las que el místico nada.

Destaquemos, asimismo, otra diferencia fundamental entre la producción mítica y las manifestaciones psicóticas. Esta la encontramos en la ausencia, en las primeras, de la convicción delirante que es propia de estos cuadros clínicos. Como refiere el doctor Gustavo Corra (2002), “en los mitos no hay convicción, hay fe”. Esta última es innecesaria para el psicótico, quien en su certeza ha sustituido la confianza básica en la verdad espiritual de los relatos, por la fortaleza inexpugnable que supone estar en posesión material de un conocimiento directo, sin fisuras.

Este aspecto recién señalado es importante, por cuanto resulta clave para el adecuado diagnóstico diferencial entre la experiencia religiosa y mítica normal, y el delirio con contenido mitológico. Así, podemos ver, que el aspecto clave de dicha distinción es el modo en cómo se sostiene la creencia y qué evidencia se proporciona para confirmarla (Pérez Urdaniz & Santos & Bermejo Saiz, 2012).

El famoso historiador rumano de las religiones, Mircea Eliade (1952), planteaba que los relatos mitológicos nos remiten a sucesos lejanos, acaecidos en un pasado remoto, y por eso mismo fundantes. Para ilustrar este concepto, apelaba a la conocida locución latina “in illio tempore”. Esta noción supone una clara delimitación temporal, permitiéndonos distinguir, cuando menos, pasado y presente. Planteo, este, fundamental en la fenomenología de la religión, ya que constituye la base remota que separa nuestro mundo profano del mundo concebido como sagrado para los creyentes.

Esta distinción, esencial en el universo mitológico/religioso, se problematiza en las psicosis, dadas las alteraciones que el psicótico experimenta en relación a su vivencia y percepción del tiempo. Estudios como el realizado recientemente en la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz (2017), sugieren que hay mucha más variación en la forma en que un intervalo de tiempo es percibido por personas con esquizofrenia, que por aquellas personas que no sufren tal condición. Esto implica que “el reloj interno en pacientes que sufren de esquizofrenia no necesariamente se ejecuta más rápido o más lento que en individuos sanos, sino más bien que no se ejecuta a una velocidad constante”. Y si bien dicho estudio sugiere la posibilidad de que los problemas en percibir secuencias cronológicas también podrían estar relacionados con déficits cognitivos fundamentales (y no con la forma general de percibir el tiempo), la suposición apunta a indicar que la esquizofrenia interrumpe las operaciones de procesamiento, de modo que la transferencia de información a nivel biológico queda desfasada, fuera de ritmo. Esto podría servirnos para entender la irrelevancia que el tiempo cronológico, es decir, profano, tiene para muchos psicóticos esquizofrénicos, y como contracara, la preponderancia que la atemporalidad propia del inconsciente, y del mismo espíritu de los relatos mitológicos, adquiere para estas personas, en las cuales la percepción del infinito parece hacerse mayor, y sobrecogedora.

Las distinciones antes planteadas no debieran llevarnos a perder de vista que, la conexión entre mitos y delirios psicóticos es importante, en tanto mucho del contenido delirante es, precisamente, de carácter mitológico. Los pacientes psicóticos, y especialmente los delirantes, suelen demostrar, tal como se ocupó en señalar Juan José López Ibor (2012), grandes preocupaciones por el sentido de la vida y la razón de ser de la naturaleza, al igual que los mitos. La esquizofrenia es, en ese sentido, la patología “religiosa” por antonomasia. El paciente delirante elabora mundos fantásticos, otorgando nuevos significados que se convierten en visiones reveladoras tanto sobre los orígenes, como sobre las cosas últimas de la vida.

Ahora bien, se nos impone la necesidad de cerrar este breve esbozo sobre las relaciones entre psicosis y mitología no sin antes señalar el imprescindible aporte del psiquiatra español Ramón Sarró, quien consagró buena parte de su obra a la exploración global del proceso psicótico, y en especial, del esquizofrénico. Partiendo de un abordaje mítico fenomenológico, realizó profundos estudios de los temas recurrentes de la esquizofrenia, a los cuales, y tomando prestado el concepto inaugurado por el mitólogo Karl Kerenyi en 1949, denominó mitologemas o deliremas. Sarró propuso que la temática predominante de los delirios esquizofrénicos es de naturaleza mítico religiosa, pese a que la religiosidad del paciente , como señalaramos arriba, es pseudomística.

Sarró (1972) enriqueció enormemente el acercamiento fenomenológico a los delirios, proponiendo la presencia de una veintena de temas delirantes en la psicosis, entre los cuales, encontramos la mesianicidad (es decir, “Yo soy el Elegido”), la metamorfosis de la corporeidad (recordemos las continuas transformaciones del dios Zeus), la expansión y retracción del espacio-tiempo, la hostilidad universal, la cosmología (creación de nuevos y originales mundos), y el denominado Intelectus Archetypus, esto es, la presencia de percepciones y facultades nuevas, paranormales.

Basado en las intuiciones y elaboraciones de Jung, Sarró planteó que inicialmente, el fracaso del yo esquizofrénico conlleva una desintegración del psiquismo que permite el auge del arquetipo de la Sombra, es decir, de la dimensión oscura de la personalidad. Al principio, la Sombra es proyectada al exterior, atribuyendo la responsabilidad del fracaso a los demás; pero, en un segundo momento, la Sombra ya no es sólo proyectada, sino también vivenciada, lo cual significa que es tramitada internamente como percepción de la desintegración física y psicológica. En un tercer momento, y frente a la disolución del “yo”, emerge el arquetipo del Renacimiento. Siendo este, entendido no como un renacer a la integración de la personalidad en sentido de su individuación (un “ser quien realmente se es”), sino como la convicción de haber muerto y vuelto a renacer repetidas veces, dentro de un ciclo de creación y destrucción a escala sobrehumana que acontece en el delirio del psicótico, y que involucra al universo todo.

Para concluir, es importante volver a destacar que la distinción entre experiencias religiosas o míticas saludables, de aquellas otras que se imbrican con cuadros de tipo psicótico, es fundamental, para cuya diferenciación resultará necesario un profundo conocimiento de ambas, eludiendo los acercamientos reduccionistas.

Por otra parte, y si como sugería Jung, “lo que el hombre es desde el punto de vista de lo eterno solo se puede expresar mediante un mito” (2016), la comprensión de los fundamentos del tesoro mitológico de la humanidad adquiere una especial relevancia, cuyo fin apunta directamente al corazón de ese misterio que nos constituye como seres humanos.

Comprensión la cual, no podrá reducirse a lo meramente intelectual, ya que lo mítico, ante todo, debe ser transitado en el terreno de la “Vivencia”, como un profundo ítem y formación del inconsciente, tanto individual como colectivo.

Noción de totalidad, que para alcanzarse, debe comprometer la participación activa de la consciencia y la voluntad, que estando dentro de la órbita del Yo, son la sede tanto de la creencia como de la posibilidad de su plasmación en formas socialmente valoradas.

La intrusión de esos extraños contenidos que surgen de las profundidades del inconsciente, y mediante los cuales el psicótico “busca suavizar la dura realidad”, son, como hemos visto, formas de defenderse frente a la amenaza de destrucción, pero proveen, al mismo tiempo, una considerable riqueza de símbolos colectivos, los cuales se nos revelan constituyentes de la estructura básica de la personalidad.

Personalidad la cual, en su progresivo viaje hacia la individuación, tiene como fin poder vivir conscientemente, desde su centro, a partir de un drama que se desarrolla en el inconsciente, como parte del proceso natural de la psique (Godoy, 2016).

Un viaje que, para el psicótico, se desenvuelve en el interior de un valle de sombras sin salida aparente, pero en cuyo transitar, él cree abrazar la luz.

*Este escrito fue presentado originalmente en el XII Congreso de Salud Mental de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM, Agosto 2018) y está incluido en el libro "Locura y alienación", editado por la misma Asociación. 




Bibliografía:

- Campbell, Joseph. En busca de la felicidad. Editorial Kairós, Barcelona, 2014.

- Corra, Gustavo. Mito y psicoanálisis. Ponencia en el XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis, Montevideo, Uruguay, 2002. Recuperado de: http://fepal.org/images/congreso2002/m-corra.pdf

- Costa, Néstor. Jung, un mundo de imágenes y símbolos. Editorial Centro Editor Argentino, Buenos Aires, 2000.

- Eliade, Mircea. El mito del eterno retorno. Emecé Editores, Buenos Aires, 1952.

- Eurípides. Orestes. Editorial Losada, Barcelona, 2008.

- Garzarelli, Jorge G. El mito: acerca de su producción en el inconciente. Tesis Doctoral (USAL). Recuperado de: http://racimo.usal.edu.ar/29/

- Godoy, Susana. El camino del héroe. Editorial Dunken, Buenos Aires, 2016.

- Jung CG. Modern man in search of a soul. Nueva York: Harvest, 1977.

- Jung CG. El contenido de las psicosis: psicogénesis de las enfermedades mentales. Editorial Paidós Ibérica, Barcelona, 1990.

- Jung, Carl Gustav. Obras Completas. Editorial Trotta, Madrid, 2016.

- López Ibor, J.J & López Ibor, M. Experiencia religiosa y psicopatología. Actas españolas de Psiquiatría, 2012;40(Supl. 2):104-10.

- Pérez Urdániz, A & Santos, J.M & Bermejo Saiz, B. Mitos y delirios: una reivindicación de Sarró. Actas españolas de Psiquiatría, 2012; 40(Supl. 2):119-25.

- Sarró R, Alberni J, Fábregas JL, Torres J y Trujillo A. Análisis mitologemático de los delirios esquizoparafrénicos (I y II). Revista de Psiquiatría y Psicología Médica de Europa y América Latina. 1972;10(6):298-390.

- Sarró R, Alberni J, Fàbregas JL, Torres J y Trujillo A. Análisis mitologemático en los delirios esquizoparafrénicos (II parte). Revista de Psiquiatría y Psicología Médica de Europa y América Latina. 1972;10(7):363-90.

- Sharp, Daryl. Léxicon Jungiano. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1994.

- S. Thoenes & D. Oberfeld, Meta-analysis of time perception and temporal processing in schizophrenia: Differential effects on precision and accuracy, Clinical Psychology Review 54, 44-64, 29 March 2017,
 


sábado, 1 de septiembre de 2018

Creencias

Tapa del álbum "In the Wake of Poseidon", de King Crimson

Creo 
en el destino de los pueblos,
su arraigo en la historia,
las conquistas populares de soberanía, 
la batalla contra el sentido común,
el inconsciente colectivo,
la necesidad de lo sagrado,
la pedagogía de los mitos.

Juan Manuel Otero Barrigón
-Psicólogo de la Religión-

domingo, 26 de agosto de 2018

"Lo religioso" en The Beatles


"Lo religioso" en The Beatles, por Rubentzio*

“Señor Lennon” – preguntó un periodista en una rueda de prensa en Chicago – “¿son todos los Beatles cristianos? Tras una breve pausa, John comenzó a hablar: “Todos hemos crecido…”. Cuando de repente cambió la frase, para referirse sólo a sí mismo: “No soy un cristiano practicante, como crecí, pero no tengo ideas que no sean cristianas”. Lo que Lennon estaba a punto de decir es que “crecieron como cristianos” o “en la iglesia”. Algo sin lo cual no podemos entender el “evangelio según los Beatles”

Lennon nunca tuvo miedo de hablar de su educación religiosa. Días después de esas declaraciones, John le dijo a Leroy Aarons del Washington Post que su educación fue “normal en la Iglesia de Inglaterra, yendo a la escuela dominical y a la iglesia”. La posible razón de su vacilación fue que aunque los cuatro Beatles habían sido bautizados de niños –él y Ringo como anglicanos (Iglesia de Inglaterra), Paul y George como católicos–, sólo él podía decir que había “crecido” en la iglesia. El resto de ellos tuvieron periodos de contacto con la religión organizada, pero no tuvieron coacción familiar alguna, para seguir el camino cristiano.

Paul y George eran hijos de católicos, casados con agnósticos de origen protestante. Se criaron en casas, donde la religión no tenía ninguna importancia. Sus padres eran trabajadores del norte de Inglaterra, que veían la Iglesia como un instrumento de poder de los ricos.

La madre de Ringo perteneció sin embargo un tiempo a la Orden de Orange, una organización protestante con mucha influencia en Irlanda del norte. La iglesia anglicana, donde iba a la escuela dominical (St. Silas en la calle High Park de Toxteth Park), era de orientación evangélica (el edificio se demolió, cuando cerró en 1952). Aunque “iba allí, porque era un sitio donde podía jugar con bloques y pintar” – dice Ringo, que se unió luego al coro de la iglesia, porque “pagaban bien” –.

Aunque varió su educación religiosa, todos perdieron el interés en la iglesia al llegar a la adolescencia. Ninguno de sus padres era particularmente religioso. Creían que la iglesia era para la gente mayor (que necesitaba consuelo), mujeres (que buscan ayuda emocional) y niños (que necesitan dirección). John se muestra sin embargo particularmente irritado, cuando habla de religión. Ya que él pasó más tiempo en la iglesia que ningún otro Beatle


LA TEOLOGÍA DEL ESPAÑOLITO DE LENNON

En su libro de 1965, Un españolito en obras (que acaba de ser editado en castellano por Global Rythm), Lennon parodia el programa Epílogo, un espacio religioso que había en la radio por la noche. En su sketch, un clérigo comienza diciendo que alguien le preguntó recientemente qué era el pecado. “Y sabes, ¡no pude contestarle!”, dice. Su reticencia es característica de una época en que los religiosos ya no saben lo que creen, o tienen miedo de no parecer modernos.

“Deshazte de las posesiones de tu mente, dijo Buda” citó John cuando un periodista lo cuestiono acerca de su canción “Imagine” o “Imagina” en español

El clérigo de Lennon entrevista entonces a un africano, que pregunta por qué –si Dios es un Dios de amor–, hay tanta pobreza, enfermedad y hambre en el mundo. Incapaz de responder, o no queriendo hacerlo directamente, el vicario ofrece parábolas de hombres que viajan en tren, o absurdas metáforas de gentes que son como plátanos movidos por el viento, “esperando como si fuera, ser pelados por el gran y comprensivo amor”… La parodia de John captura perfectamente la teología evasiva, que prevalece a partir de los años sesenta.

La crítica de George sin embargo de la Iglesia católica, no se basa en su vacuidad, sino en su manipulación. El creía que la gente iba a misa por miedo a la condenación, más que por amor a Dios. Pensaba que ese temor, una vez que es instalado en un niño, es difícil de librarse de él. “Esa es la trampa católica”, dice George – pensando en la máxima jesuita, por la que si la Compañía de Jesús tiene un niño hasta los siete años, será suyo para siempre –. “Te agarran cuando eres joven y te lavan el cerebro, para tenerte el resto de tu vida”.

La hermana de George, Louise, se fue a América en 1965, para ser educada en un convento, pero reaccionó contra su iglesia de un modo similar. “Es cuestión de miedo”, dice. “Cuando éramos lo suficientemente pequeños, para ser gobernados por el temor, hicimos lo que pensamos que sería mejor hacer, si no queríamos freírnos en algún sitio; pero cuando nos hicimos lo suficiente mayores para pensar por nosotros mismos, decidimos que ese no era nuestro dios”. Por eso cuenta que “los dos se alejaron de ello”.


EL AGNOSTICISMO DE PAUL Y RINGO

Llama la atención que McCartney rara vez critica la religión. No, porque fuera más creyente que los demás –“todos somos agnósticos”, dice en 1965–, sino porque no tenía mucha experiencia en el tema. A diferencia de John y George, Paul sentía que no necesitaba la religión, no porque le hubiera decepcionado o se la hubieran impuesto, sino porque no le hacía falta en ese momento. “Puede que la necesite cuando sea mayor, para consolarme cuando muera, pero no ahora”, dice a Maureen Clave en 1963.

Su caracterización negativa de la Iglesia en Eleanor Rigby, no se basa por lo tanto en una experiencia personal. Cuando empezó a escribir esa canción sobre la soledad, pensó en esa historia sobre un cura y una mujer soltera, pero no es un ataque a la religión –le dice a un periodista en la famosa conferencia de prensa sobre Jesús en 1966–. Lo que ocurre es que inconscientemente, es un claro reflejo de su idea de la iglesia como un lugar de solteronas, curas inútiles, bancos vacíos y sermones que ya nadie escucha. Todo muestra una decadencia y un vacío, que concluye con la terrible frase de que “nadie se salvó”.

La precaución de Paul sobre la religión, viene del agnosticismo liberal de su padre, Jim McCartney. Los valores importantes de la vida para él, eran “la tolerancia y moderación en todas las cosas”. Era por eso que ni Paul, ni su hermano Mike, fueron a colegios religiosos, como era costumbre en Liverpool en aquella época. Y a los 14 años, en 1956 deja de asistir a las clases de religión en la escuela secundaria. Aunque como John y Ringo, iba al coro de una iglesia protestante (St. Barnabus, al lado de la glorieta de Penny Lane).

Ringo tampoco era hostil a la iglesia, pero no se muestra tan desinteresado como Paul, simplemente inseguro. Creía que había un poder espiritual que no podía explicar, pero no tenía seguridad que fuera el Dios que le habían enseñado en la Iglesia de Inglaterra. Hasta su agnosticismo en este sentido, parece resultado de un condicionamiento social. “Yo soy agnóstico porque honestamente no sé si hay algo allí arriba, o aquí abajo”, dice en 1965.

LA BÚSQUEDA DE DIOS DE JOHN Y GEORGE

Una de las primeras cosas que Lennon hizo cuando estaba “aclarándose sobre Dios” – como lo describió después –, fue investigar el cristianismo en que había sido educado. Habla de meditar como “adorar en tu propio templo interior” y leyó la Biblia toda su vida. “Crecí como cristiano” – dice poco antes de su muerte, en 1980 –, “pero sólo ahora entiendo algunas de las cosas que Cristo decía en las parábolas”.

La figura de Jesús aparece una y otra vez en el pensamiento de Lennon. “Veía la Biblia como un drama simbólico universal, que se representa cada día delante de nuestros ojos” –dice Frederic Seaman, su asistente personal a finales de los años setenta–. “En particular a John le fascinaba la vida de Jesucristo”. Es como si no pudiera librarse de su influencia, a pesar de ser agnóstico. Volvía a él, una y otra vez…

George –a quien también le gustaba citar a Jesús–, era tan anticatólico, que veía su conversión a la religión oriental como una completa ruptura con el cristianismo. Aunque es curioso que repita continuamente las debilidades del catolicismo, para resaltar lo atractivo del hinduismo. Su principal problema sin embargo con la iglesia –donde había sido bautizado–, es que no era suficientemente espiritual. Una vez tomado el sacramento, vivían como si aquello no fuera verdad…

“Lo que pasa con la religión, es que es algo que te obligan a hacer el domingo por la mañana” –reflexiona Harrison a los 22 años–. “Significa muy poco para la gente, incluso si van a la iglesia, no sienten gran cosa por ello”. Ve la diferencia entre lo que dicen y lo que hacen. “Piensan que después del domingo, pueden seguir haciendo lo que hacían, ¡no cambia la manera en que actúan!”.
En contraste –en su primera visita ala India en 1966–, le impresionó cómo los devotos hindúes incorporaban sus creencias a cada aspecto de su vida. También le llamó la atención la ausencia de culpa por un sentido de pecado. Hay dos cosas sin embargo en el hinduismo, que no pueden sorprender a ningún católico: el poder de las imágenes y la letanía de los rezos. ¿Qué te ayuda a concentrarte en Dios?, le preguntan en 1982. Contesta: “Tener tantas cosas alrededor mío, que me recuerden a él, como incienso e imágenes”.

Aunque no había muchos musulmanes e hindúes en Liverpool en aquella época, el dueño del Casbah Club, donde empezaron a tocar John, Paul y George como los Quarrymen, había nacido en la India. MoBest solía contar historias de Bombay a los chicos, en un local que tenía a la entrada una gran estatua de Buda y un dragón chino en una de las paredes.



UNA RELIGIÓN RESPETABLE

Lennon es sin duda quien más influencia tiene de la religión. Su abuelo era un católico irlandés (no se sabe a ciencia cierta si era 100% catolico o de la denominada Iglesia de Irlanda, que sería la equivalente a la de Inlgaterra; en pocas palabras, anglicana) que se casó con una chica de Liverpool. Tenía incluso un hermano cura, aunque el padre de John es bautizado en la Iglesia anglicana, pero ninguno de su familia iba a la iglesia.

La familia de la madre era sin embargo muy protestante. Su abuelo era de la tradición metodista calvinista de Gales. Al casarse sin embargo su hija con alguien que no iba a la iglesia, la moral de la madre ya no estaba determinada por la religión. Vive con varios hombres, hasta que su hermana Mimi le ofrece cuidar de John, ya que considera que no es una buena educación para él vivir con una pareja que no está casada.

Si la madre de Lennon era moderna y liberal, la tía con la que vive, es todo lo contrario. Mimi era anticuada y estricta. Su religión no estaba sin embargo basada en la prohibición del alcohol o las diversiones –bebía ginebra y jugaba al bridge–, sino en las aspiraciones sociales de alguien que quería pertenecer a una clase media, donde la cultura y la religión jugaban un papel importante. La iglesia anglicana de St. Peter en Woolton –donde Mimi lleva a John–, representa la decencia y corrección, que Lennon va a rechazar finalmente.

La respetabilidad que el cristianismo significa para John, fue unida siempre a la experiencia de haber estado yendo cuatro días a la semana a la iglesia, que era el centro de su vida adolescente. Allí conoce a su primera novia, los futuros miembros de Quarrymen, su primer manager y el amigo de Paul McCartney, Ivan Vaughan. Era la congregación donde iba el obispo de Liverpool. No era particularmente evangélica, pero tampoco anglo-católica. Era la típica iglesia anglicana de aquella época.

En un campo delante de la iglesia de Lennon, actuaron los Quarrymen el verano de 1957. Allí estaba la tumba de Eleanor Rigby, que inspiró la famosa canción de los Beatles. Y en el salón de la iglesia se encontraron John y Paul por primera vez, después de la actuación de los Quarrymen. El pastor era un galés soltero, Pryce Jones, que estudió teología en Londres y era más valorado por su capacidad para levantar fondos, que por su dones de predicación. Era un gran organizador, cuya motivación había convertido la iglesia en el centro de la vida de Woolton.

LA IGLESIA DE LENNON

El grupo de jóvenes de la iglesia de Lennon, tenía como 170 miembros, cuando John se incorporó a los 15 años. Para la escuela dominical se reunían en varias salas de la iglesia. Seguían las Notas Diarias dela Unión Bíblica.“Nos sentábamos y comentábamos el texto del día” –dice David Ashton, que se solía poner al lado de John en el coro. “Hablábamos de lo que significaban las Escrituras”.

El problema es que la mayoría de aquellos chicos asistían, porque eso es lo que querían los padres. Las doctrinas cristianas eran algo abstracto para ellos. Lo que les gustaba es estar con sus amigos. “Ninguno de nosotros era profundamente religioso”, dice otro de aquellos jóvenes, Rod Davis. El director musical de la iglesia, Eric Humpriss, era de hecho ateo. Le encantaba la música religiosa, pero cuestionaba doctrinas cristianas fundamentales. “Pienso que John puede haber sido influenciado por algunas de sus ideas”, dice Ashton.

Para tener una idea de lo vacío y aburrido de los sermones de Pryce Jones, basta leer sus meditaciones en el boletín mensual de la iglesia. En octubre de 1950, el pastor escribe sobre “el deterioro del carácter, la conducta y las normas de las que tantos se quejan”. Se lamenta que “hay una grave falta de sentimiento acerca de por qué no se deber tomar una determinada acción, si nos da placer, aunque no sea moralmente, particularmente respetable”.

Es a esa fe moralista, que John es confirmado “voluntariamente” a los 15 años, dijo Mimi al primer biógrafo de los Beatles, Hunter Davies. Para eso siguió unas clases con el pastor, que seguía el catecismo bastante libremente. Su frase favorita, recuerda David Ashton, era que “el mundo era como un libro ilustrado que nos enseña el amor de Dios”. Le preocupaba más enseñar a los chicos cómo juntar las manos al recibir el pan en la comunión, que entender la doctrina cristiana.

Al llegar así a formar parte de la iglesia, iba a unas clases bíblicas que se daban en una capilla lateral del edificio. Las daba un hombre llamado Jack, “que realmente creía en Dios”, dice Ashton. John había tenido algunas experiencias místicas de niño. Esas alucinaciones le llevaron a pensar que tenía un don especial. Ese es el trasfondo de Strawberry Fields Forever, aunque escoge el hogar infantil del Ejército de Salvación en Woolton, como si fuera el lugar donde tuvo la experiencia.

En un ensayo que hace a principios de los años cincuenta sobre Feuerbach, John dice ya que la religión es una proyección de la naturaleza humana. Paul llegó a una conclusión similar escuchando las discusiones entre católicos y protestantes en Speakers´ Corner, la esquina de Hyde Park en Londres, donde todo tipo de predicadores pueden presentar su religión o filosofía particular.



EL ROCK COMO RELIGIÓN

Las dudas de Lennon sobre la religión que conoció, se unen así a su particular misticismo en una combinación típica del “evangelio según los Beatles”. “La gente tiene la imagen de que yo soy anticristiano o antirreligioso, pero no es así en absoluto” – dice John en 1980 –. “Soy una persona muy religiosa, desde luego que no soy ateo”.

Igual que muchos de su generación, John y sus amigos no tuvieron una crisis de fe, que les hizo abandonarla Iglesia. Simplemente se alejaron de ella, llenando su vida de otras actividades. En ese sentido, la aparición de la televisión en los años cincuenta, vacía más iglesias en Inglaterra que las obras completas de Darwin, Nietzsche, Freud y Bertrand Russell.

Para David Ashton, fue al comenzar a trabajar, cuando rompe con la iglesia. Para Rod Davis, el día que su padre le compró un coche. Para otros amigos de Lennon, fueron las chicas, las que se volvieron más interesantes que las historias dela Biblia. Y para John, fue sin duda el rock´n´roll lo que llegó a su corazón. “Cuando lo oí y me metí en ello, descubrí que eso era la vida” – dice Lennon –. “No hay otra cosa”, recuerda en 1975.

El rock les lleva de Liverpool a Hamburgo. Allí “fuimos bautizados”, dice McCartney en 1997. Su música produce una verdadera conversión. Ocurrió en 1956, cuando John escucha a Elvis en Radio Luxemburgo, cantando Heartbreak Hotel. No había visto nunca su foto, ni sabía de dónde venía esa música. Su tío George acaba de morir de una hemorragia, tras caerse de una escalera. Tenía sólo 52 años. John estaba de vacaciones en Escocia. Y al volver a casa, su tía le dio la noticia. La soledad de la que cantaba Elvis, por ese amor perdido, conmovió a Lennon.

“Nada ocurría en la iglesia”, dice John. Elvis, “es lo que estaba pasando”. En la iglesia, “nada realmente nos tocaba”. El rock´n´roll era “lo único que me llegaba”, recuerda. Si en la iglesia se hablaba de cosas abstractas, “el rock´n´roll era real”. Si en la iglesia se insistía en la necesidad de controlar nuestra mente, para dominar el cuerpo, “el rock´n´roll unía mente y cuerpo por la música”.

Elvis transformó la vida de John de una forma que la religión no pudo hacerlo. “Era mayor que la religión en mi vida”, dice. “Yo adoraba a Elvis, como la gente adoró a los Beatles”. Y cuando su cabeza se llenó de música, dejó de ir a las clases bíblicas de Gibbons. Se acabó su relación con la iglesia de St. Peter. Otro afecto llenó el vacío de una religión moralista, que nada tenía que ofrecer para un espíritu inquieto como el de John. Se convierte así a otro evangelio que el verdadero cristianismo, el “evangelio según los Beatles”.