viernes, 8 de diciembre de 2017

Eros y Anteros (por Dr. Néstor Eduardo Costa)

"Eros y Anteros", por Camillo Procaccini

Es muy conocido el mito de Eros, pero casi nadie sabe que tenía un hermano menor llamado Anteros. Desconocido por muchos escritores, ignorado por otros y hasta confundido con su hermano mayor.
Anteros, cuyo mito aparece en la Atenas clásica, ha sido siempre un enigma, lo poco que se conoce sobre este dios es de algunos pocos escritores: Cicerón en su texto " La naturaleza de los dioses"; Pausanias, en su "Guía de Grecia"; Eunapio en: "Vidas de los sofistas", y Temistio en sus "Discursos".
Como todo mito que se precie de tal, el de Eros/Anteros tiene varias vertientes. Una de las más antiguas, sostiene que en Tespias, Eros, era concebido como un dios nacido a la par de la Tierra y salido directamente del Caos primitivo y como tal era adorado como una piedra bruta. También habría nacido del Huevo Original el que había sido engendrado por la noche (Pierre Grimal). De lo que no cabe duda es que fue considerado como una fuerza fundamental del mundo.
Según Platón ( El Banquete) lo consideraba un genio, el que había sido concebido de la unión de Poros (el recurso) y Penía (la pobreza), siendo para este autor una fuerza perpetuamente inquieta e insatisfecha. Sin embargo, para la mayoría de los mitólogos Eros es hijo de Hermes (el vocero de los dioses) y Afrodita(diosa del amor). Para el filósofo Temistio, cuando Eros nace no podía crecer, entonces Afrodita desesperada recurre a su hermana Temis (diosa de la Ley y custodia de ellas) para que le solucione el problema, la que le recomienda que tenga otro hijo, pero no con Hermes, sino con Ares (dios de la guerra). Así lo hace y de esa unión nace Anteros.
Ya ubicada la genealogía de ambos dioses, Eros/Anteros, nos parece interesante que veamos algo de la etimología de la palabra Anteros, De acuerdo a Craig E. Stephenson, el prefijo griego "ant" denota "igual a", por lo que sería un error común leer como si fuera el latino "anti", "contra". El uso de este término ya se encuentra en Plantón (Fedro), quien lo usa en el sentido antedicho. También y de acuerdo a este autor, sería como una suerte de "amor recíproco".
Por otra parte, Pausanias, lo presenta como un vengador del amor despreciado, por lo que aparece como contrario a Eros, es decir, como el amor no correspondido. Sin embargo, es clásica la lucha entre Eros y Anteros (en pinturas diversas) luchando por una hoja de palma. El filósofo Jámblico relata una anécdota contada por Eunapio en su "Vidas de los sofistas" en dónde Eros y Anteros eran los nombres de dos manantiales, de uno de ellos salió Eros, con el pelo rubio, del otro Anteros, con el cabello oscuro. Psicológicamente representan la complementaridad en la cual uno sería la luz (Eros) y el otro la oscuridad (Anteros).
Desde el punto de vista de las psicologías profundas, debemos señalar que tanto Freud como Jung ignoran a Anteros. En el caso del primero, vamos a ver que opone Eros a la pulsión de muerte; en Jung, en cambio, los opuestos son condiciones indispensables que no se pueden erradicar de la vida psíquica. Esta fenomenología, según el investigador suizo, hizo que Anteros (sin ser mencionado como tal) fuera el "opuesto" del propio Eros. Lo interesante de este par de hermanos de distinto padre, es que permiten variadas lecturas simbólicas y todas concurrentes a un mismo fin: Eros no puede crecer sin la existencia de Anteros y viceversa. Es decir, el amor no puede darse sin la presencia de su opuesto, son compañeros/hermanos, pero también oponentes.
Decía Jung que: "donde no existe la ambigüedad y la contradicción la psique está inclinada hacia un sólo lado y no es apta para expresar lo incomprensible".
Si bien como dijimos ni Freud ni Jung, le han dado cabida a Anteros, cabe señalar, que no ha sucedido lo mismo con algunos de sus seguidores, quienes han desarrollado dicha figura según criterios psicoanalíticos o junguianos.

Dr. Néstor Eduardo Costa, analista junguiano

viernes, 1 de diciembre de 2017

Invitación: Mesas Redondas Mitológicas

(hacer clic para ampliar el flyer)

Como parte de los esfuerzos por difundir la obra y el legado de Joseph Campbell (mitólogo y estudioso de religiones comparadas muy influido por algunas teorías de C.G.Jung), la Red de Estudios Religare obtuvo la aprobación de la JOSEPH CAMPBELL FOUNDATION para incorporarnos a su programa "Mythological Roundtables" (Mesas Redondas Mitológicas), que como grupos de estudio, reflexión y participación creativa en torno al universo mítico, están repartidas por todo el mundo. La primera de las reuniones, en principio bimestrales, va a realizarse el día sábado 24 Febrero de 16 a 19hs en nuestra sede del barrio de Almagro. Los invitamos a participar a quienes que se sientan convocados genuinamente por el mundo de los mitos y hayan tenido acercamiento, o quieran acercarse por primera vez, a los trabajos de Campbell. Considerando la amplitud del universo mítico, la propuesta será, en principio, trabajar en torno a nuestras mitologías latinoamericanas en conexión con el simbolismo religioso, sin obviar la necesaria mirada compleja que conecta a las tradiciones mitológicas de distintos pueblos y lugares. Algo importante es que, como requisito y exigencia del programa de la FUNDACION, las reuniones serán GRATUITAS (sólo se va a pasar la gorra para quienes puedan colaborar y sostener, en lo básico, el funcionamiento del grupo). Eventualmente, también van a ser convocados para disertar algunos académicos, mitólogos y estudiosos que acepten venir a compartir sus conocimientos sobre distintos temas relacionados. Por último, los invitamos a sumarse al grupo de referencia en Facebook para quien quiera estar al tanto de las distintas actividades que se vayan articulando : JCF Mythological Roundtable (TM) Group of Buenos Aires II, Argentina.
Contacto: Lic. Juan Manuel Otero Barrigón. E-mail: jmobarrigon@gmail.com

viernes, 24 de noviembre de 2017

La tribu de los hechiceros (por Ana Silvia Karacic)

"Deep Woods' Sorcerer", por Ragnarulf

La tribu de los hechiceros
Para Raúl Villalba, que nos regala siempre la
posibilidad de soñar (ASK)


Dicen que desde hace miles de años, en un rincón lejano del universo, accesible sólo a través de los sueños y los reflejos, existe un mundo con leyes propias. En él no hay imperios ni reinos, sólo tribus.

Guiados sus corazones por la magia del universo, los seres que lo habitan pueden ver todos los caminos que existen para los hombres y así, elegir el camino que desean seguir. Lo maravilloso inunda allí la vida. Cuando llueve, caen gotas en pequeños cristales de luz dorada. Los árboles más ancianos siempre fueron consejeros de los hombres y de los animales..., y tenían rostro, un rostro surcado por siglos de sabiduría y risas, y por tristeza también, ya que algunos mostraban la cicatrices que las lágrimas habían tallado en sus rostros de madera. Robles antiguos, olorosos palo santo, fresnos majestuosos, que hundían sus raíces en las aguas frías de los arroyos llenos de piedras.

¿Nunca has oído al viento cantar? Ellos sí.

El miedo no existía, no como lo conocemos ahora. También él cambia con los milenios...salvo esa clase de miedo, esa no ha cambiado ni cambiará jamás.

Ese mundo es lo más parecido al paraíso, y por eso justamente, también ellos existen allí. Ningún paraíso esta hecho sólo de luz, el paraíso se construye en el juego eterno entre la luz y la sombra. El Creador Supremo ha dado a los hombres la libertad de elegir su destino y hasta las cosas más simples, pero ellos eligieron sólo la sombra, los ritos secretos y la mitad crepuscular, casi nocturna del mundo.

Sumidos en el tiempo de la noche, cuando la luna te atraviesa el alma con sus rayos plateados, y las sombras se alargan, desfigurando las formas en algo que no son, o tal vez sí lo sean, ya que en esa parte del mundo reina La Tribu de los Hechiceros, y sólo ellos pueden distinguir qué es lo real, si la sombra o lo que la proyecta. Los rostros enmascarados de los Hechiceros vigilan las otras realidades, mundos posibles que los reflejos muestran y ocultan a la vez, mundos que sus manos ansían con avidez.

Sus árboles están secos y sinuosos, retorcidos por las huellas que el conocimiento de lo oculto olvidó en ellos; con rostros que emergen de lo casi imposible se alzan hacia un cielo oscuro y cubierto de nubes bajas y pesadas. Un poco más atrás, la silueta de una fortaleza hundida en la niebla espesa se asoma...

Nadie se acerca a ellos, aunque la magia fue dispersa en el mundo para todos los seres, no todos la usaron igual.

Dicen que la tiniebla no existe, sólo la sombra que nace de la luz.

Dicen que el mal no existe, sólo el error que nace de una mala elección.

La Tribu de los Hechiceros también usaba la magia del mundo, y nadie puede decir que el mal se ocultara en sus ritos extraños, ni que necesitaran ocultar sus rostros detrás de las máscaras por razones sin nombre. Hubo quienes emprendieron el largo camino hacia su tierra, pero nadie volvió para confirmar algo de lo que se susurraba al caer el sol. Son sólo dichos de los que se quedaron esperando que los exploradores volvieran de la mitad oscura del mundo.

Es mucho lo que se cuenta, pero cómo saber qué es cierto y qué no lo es. Aquí dicen que el viento deja de cantar cuando llega a sus tierras y que las mismas aguas de los arroyos esconden su voz.

¿Sabes como los llaman también?, Los Señores del Silencio, porque no necesitan hablar, sus ojos y el aura que emana de ellos modelan la vida. Tampoco duermen, ya que el mismo Sueño los abandonó una noche huyendo a escondidas de su Tribu hace ya mucho tiempo.

Tribu de Hechiceros, señores del silencio eterno, ni las aves cantan a su alrededor. Simplemente entrecierran sus ojos y visiones extraordinarias que nadie quisiera imaginar pueblan su alma. Soberbios y majestuosos, emanan de sí el misterio como si fuera granos de arena fina, arrojada al viento mudo que viaja por sus parajes tratando de pasar rápido, y no regresar jamás.

Suyos son los símbolos plasmados en libros polvorientos que el hombre común no podría ni imaginar. Sólo ellos ven los enigmas en el aire y leen en el agua silente los múltiples caminos que la realidad fluida en la que viven les permite encontrar.

Su mito fue contado por primera vez por una profetisa que leía el vuelo de los pájaros, aquellas aves negras que volvían a la mitad luminosa del mundo de los hombres para relatar lo que vieron en esa tierra de magia.

Hechiceros antiguos,...nacidos de quien sabe qué vientres y con qué fin. Dueños del poder y hacedores de cultos misteriosos, capaces de leer fórmulas de palabras no creadas todavía, y símbolos grabados a fuego en rocas sin edad por alguna raza desconocida.

Nunca sabremos en qué momento su lejanía traspasará el laberinto de reflejos que nos separa, esfumándose el límite, como el humo de las hogueras en donde arden los huesos de lossacrificados. Sé de una antigua tribu de forjadores de espadas, llamados Kalybes, pero ¿una Tribu de Hechiceros?, aunque te he relatado lo que sé, no puedo ni imaginarlos. Cuesta creer que existan o hayan existido alguna vez.

- ¡Pero tú dijiste que todo era posible papá! Yo creo que existen, y un día iré tan lejos, tan lejos hasta encontrarlos, y les preguntaré muchas cosas.
- ¿Sí? ¿Y que les preguntarías si los vieras?
- Si no se aburren en la oscuridad y el silencio.
- Hum... ¡bueno! Está bien, pero eso será mañana, ahora ¡a dormir! Ya verás a tu Tribu de Hechiceros cuando despiertes.
- ¡No hace falta esperar papi! ¡están ahí! En el espejo. Y mi hijo, señaló feliz algo que estaba a mis espaldas.

Olvidé que nunca debía hablar de ellos durante la noche..., olvidé que el espejo es un umbral, y también, que sin importar el momento en que se los nombre, cuando alguien habla de ellos, el tiempo y el espacio desaparecen; es otro de los poderes de la Tribu de los Hechiceros.

Y luego, luego... no sé.

A.S.K 

Ana Silvia Karacic es orientalista, pintora y escritora. Especialista en mitología y religiones, ejerce como profesora titular, entre otras, de la Cátedra de Religiones Comparadas en la Universidad del Salvador. Ha publicado los libros: "El pueblo de la Bruma. El ciclo mitológico irlandés" y "Las religiones de Japón", ambos textos de tenor académico. 

viernes, 17 de noviembre de 2017

Sobre una Ética del deporte (por Dr. Jorge Garzarelli)


Nota introductoria del autor: A mi criterio si hay un “lugar” en donde lo ético forma parte indisoluble de su estructura es en el Arte. En cualquiera de sus formas, el Arte nos brinda la posibilidad de una libertad sublime a la que todos los seres humanos aspiramos y en el que se muestra una fenomenología digna de todos los valores que hacen al bien común.

Una de las características fundantes del Arte es su prodiga y generosa apertura a la creatividad innata desde que somos niños hasta la muy entrada edad de los llamados “maduros” y, con una estructura de algún modo semejante (basada en normas y reglas imprescindibles para una buena ejecución) de un concierto sinfónico, encontramos al deporte tanto en su individualidad como en el de equipo.

Esta semejanza no aparece como un artificio para ser justificada la misma, sino que emerge desde la profunda observación que puede hacerse efectiva en las consecuencias tanto intelectuales como emocionales y espirituales que en el arte como el deporte tienen como destino  la salud personal.

Sobre una ética del deporte. -Normas que regulan la actividad deportiva,
por Dr. Jorge Garzarelli

Key words – Etica,deporte,obstáculo,norma

En esta ocasión nos referiremos a una ética en del deporte, entendiéndose por ética (del griego “ethos” costumbre,hábito,manera de hacer las cosas) y que desde la filosofía apunta al estudio moral y al juicio para regular todas las conductas humanas.

Como toda conducta humana, también el deporte posee normas que regulan su actividad. En este sentido podemos considerar al deportista no solo como aquella persona que podrá obtener placer en el propio ejercicio del deporte, sino como alguien comprometido con toda su estructura personal. Este compromiso puede adquirir la forma de un contrato el que de hecho contiene tanto factores morales como afectivos. Los primeros estarán vinculados con el cumplimiento de las normas propias del juego y del grupo, mientras que las segundas lo estarán en relación a factores personales depositados en el juego y por la forma en que se sienten afectados cada uno de los miembros del equipo en relación a su capitán , a sus compañeros , al orden del ganar o del perder , al contrincante (en nuestro concepto el “complementario”), no como enemigo sino como temporal complementario imprescindible para que el juego pueda realizarse aún en el caso que se trate de un sola persona.

El contrincante, un obstáculo a vencer

El “obstáculo a vencer” está dado por diferentes características del deporte y el deportista. El peso, la gravedad, el volumen, la atmósfera, la resistencia, etc. son solo algunos de los elementos propiamente físicos del deporte/ deportista. De ninguna manera podría ser de otro modo.

En el deporte cabe recalcar, a pesar de su obviedad, el cuerpo con todos sus atributos y reacciones siempre está presente. Por eso el primer obstáculo a vencer siempre será de orden físico.

Todos ya conocemos que no es lo mismo el cuerpo del que juega “foot-ball”, “basket-ball” o “volley-ball” a pesar de que todos ellos se juegan con pelota, o bien del que nada o, hace esquí acuático o remo, aunque el agua sea el elemento fundamental, o del que practica automovilismo o corre carreras pedrestres aunque la velocidad sea un contrincante natural.

El contrincante será siempre alguien o algo a ser vencido, no a ser odiado.

Las reglas del juego son reglas de vida singulares sobre la que muchas sino todas las veces , actúan modificando su bienestar personal y las de su entorno especìfico.

El deporte saludable

La capacidad positiva de la práctica de cualquier deporte adaptado a nuestras posibilidades es un hecho no solo de beneficio físico sino saludable en términos psicológicos , sociales y si se quiere espirituales .

De aquí que consideremos al compromiso con las normas que regulan la práctica del deporte- sin las cuales se desarticularía y conformaría un híbrido como un hecho que afecta toda nuestra estructura vital y la mayoría de sus funciones. Como consecuencia inmediata este cumplimiento del compromiso deportivo interesa a la persona en término de valores íntimos.

Toda persona que anhele mejores condiciones de vida, debería incluir dentro de sus posibilidades inmediatas la práctica sistemática de un deporte o actividad física, la que bajo una dirección profesionalizada, le garantice los efectos persistentes deseados.

Del equipo profesional

El equipo multidisciplinario básico (profesional de la actividad , entrenador,médico y psicólogo), en los casos de personalidades maduras tanto jóvenes , como adultos y mayores es imprescindible . Cuando más lo serán en aquellas situaciones en las que la salud física y mental se ve comprometida. En este último caso, el equipo debería estar conformado por mayor cantidad de profesionales especializados . Sobre estos grupos y equipos de trabajo trataremos más adelante. Tanto en la primera situación como en la segunda también se halla implícito el cumplimiento de normas que garanticen el eficaz y ético desempeño de los profesionales involucrados.

De todos modos el compromiso personal, en uno y otro caso es consigo mismo, con su equipo, con su familia, con sus amigos y su área laboral.

Cualquier profesional que anhele pertenecer al deporte , deberá conocer profundamente no solo la conformación del mismo sino su historia y las reglas que, condicionan su estructura y su desarrollo.


Integración del deporte a la Vida

Tal como señalamos con anterioridad, las reglas del deporte son reglas de vida.

La experiencia inmediata muestra que la practica de una actividad física basada en un disciplinado y ordenado sistema no solo genera una rápida descompresión personal sino que provee a cada persona de un sentimiento inmediato de plenitud. Y esto es así desde la antigüedad. Muchos son los filósofos que señalaron profundamente la importancia del deporte , aconsejando sobre la integración que los mismos producen en la dualidad humana . “Mens sana in corpore sano”es la síntesis más conocida de este pensamiento universal.

Integrar una actividad física a nuestra vida es “per-se”un hecho ético con una notable cantidad de beneficios. Si bien algunos de éstos se hallan asociados a factores neuróticos de la personalidad o a réditos económicos o al poder mismo, sobre todo en estos últimos tiempos al llamado “tiempo polìtico”.

Estos factores que podríamos considerar negativos, no devienen de la estructura del deporte en sí, sino del uso indebido y antiético del mismo, en parte debido posiblemente a las características de personalidad de deportista que aún a sabiendas de ésto se deja involucrar, aunque hay situaciones en las que no es consciente y en parte a otras personas que lucran y se benefician con el deporte practicado por otros.

No obstante y salvando las distancias, el aspecto económico deberá observarse desde una perspectiva más amplia tal como lo es la institucional donde el dinero es necesario para su sostén, administración, evolución y progreso.

Tampoco podemos ser tan simples y enjuiciar a aquel deportista que en su vida acceda a posiciones políticas ya que en la imaginería pública siempre se espera que si ese deportista tuvo éxito como tal, haga lo propio dignamente en la función pública. Si bien no existe una correlación estrecha entre ser un deportista glorioso y ser un funcionario exitoso, la fantasía global de diversas sociedades así lo admite y así lo necesita pensar.

De hecho, esto señala claramente que, la mayoría de las personas adhieren a que las normas y las reglas del deporte son siempre de naturaleza moral positiva.

Quizás a esta altura podría considerarse la posibilidad de que un deportista profesional presente algún estilo de Juramento hipocrático, sobre todo cuando él mismo puede llegar a ser modelo con el cual se identifican multitudes de personas de toda condición social, económica y cultural.

Las normas que siempre han formado parte de toda conducta humana civilizada, porque habrían de faltar en el deporte? . Son el cumplimiento de estas normas las que le otorgan al deporte esa característica de dignidad que posee y que es posible observar aún hasta en sus aspectos más íntimos.


Jorge Garzarelli es doctor en Psicología por la Universidad del Salvador. Profesor emérito en dicha Casa de Estudios. Desarrolla múltiples actividades académicas, además de ejercer como analista en la práctica privada. Es autor, además, de los libros "Psicosociología del Turismo" y "Psicología del Deporte". 
Contacto: jorgegarzarelli@hotmail.com

viernes, 10 de noviembre de 2017

La frontera del psicoanálisis

"Ken Wilber", por Alex Grey (1998)


"LA FRONTERA DEL PSICOANALISIS", por Santiago Bello y Florencia Dollera

Introducción.

            La problemática propuesta para este trabajo aborda la yuxtaposición entre Religión y Psicoanálisis, es decir, qué está en el medio de ambos. Y no se debe confundir, porque generalmente, cuando uno usa tal relación sintáctica, la “y” reduce el significado, es decir, generalmente la interpretación es partir ambos campos, “se tienen uno y lo otro”, y no las dos cosas al mismo tiempo. Entonces, la pregunta inicial correcta sería ¿Hay una frontera para el psicoanálisis y la religión? O, ¿Cuál será la frontera del psicoanálisis? Hay una conexión marcada en el tema propuesto, y Ken Wilber es un autor que contribuyó ampliamente a la temática. En seguida la intuición señala que la filosofía caminará junto a nosotros para dar luz, y se corre el peligro de esquivar el centro del debate inmiscuyéndonos en una exploración sobre epistemología.
Desde el Discurso del método de Descartes, se puede afirmar que una metodología adecuada salva tales peligros, así sea la duda o la razón, aclarar qué herramienta se utilizará en todo trabajo arroja una coherencia necesaria para alcanzar una primera certeza sobre la cual construir, o toparse, con algunas sentencias afortunadas. Entonces, la propuesta es pensar desde la hermenéutica algunos lineamientos de la obra de Ken WilberLa conciencia sin fronteras[1] donde la problemática de la religión y el psicoanálisis tiene gran pertinencia.
Aclarado el tema y el método, falta encontrar nuestra primera certeza que contextualice el debate en una honestidad de nuestro enfoque, tal auxilio es de Edgar Morin:

“(…) existen algunos núcleos de certeza, pero son muy reducidos. Navegamos en un océano de incertidumbres en el que hay algunos archipiélagos de certezas, no viceversa.”[2]

Sin dudas hay gran variedad de clasificaciones. Aquella sentencia es un Perogrullo, pero si de algún punto de partida se puede plantear la propuesta de este trabajo, es a partir de señalar la existencia de infinidad de categorías que el humano conquistó. Y esa condición, aseverar que “clasificar es conquistar” sí ya ofrece cierto éxito; una atribución un poco más ambiciosa que la obviedad inicial. Así es necesario un repaso: que un atributo determine la condición de cierto objeto y lo separe del entorno,  para excluirlo del conjunto de otros objetos, a eso llamamos definir la pertenencia a una categoría. Y si son más amplias podrán ser campos de estudio científicos, podrán ser  matemáticas, sociales, naturales, jurídicas; podrán ser menos y hablar de civilizaciones antiguas, Etnias, estados independientes contemporáneos;  colores, notas, olores; o la infinidad de sensaciones que nutren a los ojos cuando una hoja cae de un árbol que son distintas a las sensaciones que abrigan cuando el árbol luce firme.
            Entonces, ¿qué impulso, qué deseo o característica tienen en común la infinidad de categorías que el ser humano conquistó? Acá ya empieza a delinearse el sentido de este trabajo, porque al hablar de Religión y Psicoanálisis también, o mejor dicho, siempre se habla de explorar sobre la relación del ser con la realidad: porque si de algo hablamos cuando adjudicamos un nombre a cualquier objeto, es de que aquello tiene una existencia, o mejor dicho, una coexistencia con la realidad, y está inmerso en ella. La intención no es iniciar un debate filosófico, pero se debe admitir que, como se advirtió, constantemente merodearemos junto a tal dilema. Para salvaguardar el resto de este escrito, y ayudar a la claridad, en el desarrollo nos abocaremos a citar fragmentos de la obra propuesta y analizarla desde nuestro enfoque carácter hermenéutico. Pero siempre notando que la intención del siguiente trabajo es meramente una exploración de distintos enfoques que puedan ayudar a interpretar la problemática que trabaja Wilber. Y en tal espíritu será la conclusión al respecto.



Desarrollo.

Durante su obra hay una marcada intención en Wilber: reintegrar dualidades.  Su afán se basa en la cosmovisión holista, una noción de totalidad, en la que se evidencia la relación de la parte y el entorno como una coexistencia más sublime, o suprema, un todo integrado y complejo, símil a las olas del mar, que  tras romper no hacen más que develar su naturaleza universal con el agua. La primera labor entonces, es develar cuándo comienzan las fronteras, las demarcaciones de la conciencia, así esquematiza:

“Cuando uno responde a la pregunta ¿quién soy?, sucede algo muy simple. (…) lo que en realidad está haciendo, a sabiendas o no, es trazar una línea o límite mental que atraviesa en su totalidad el campo de la experiencia, y a todo lo que queda dentro de ese límite lo percibe como “yo mismo” o lo llama así, mientras que siente que todo lo que está por fuera del límite queda excluido”

            Hay un trabajo transversal de diversas disciplinas, la primera pregunta existencial en seguida vira a una situación fenomenológica, inmiscuyendo a la psicología en un área de consciencia sobre la realidad física. Es decir, hay un notable éxito en el párrafo, se aborda la pregunta ¿cuándo se origina el dilema del límite? pero desde un lado en el que la incumbencia es tanto religiosa como psicológica; hablar de origen es hablar del mito, pero antes de continuar con esta cuestión, todavía se debe desarrollar a qué denomina conciencia Wilber y qué implican estas fronteras:

“lo más llamativo de esta línea de la conciencia es que puede desplazarse, y con frecuencia se desplaza (…) La escisión mente-cuerpo y el consiguiente dualismo es un punto de vista fundamental de la civilización occidental.”

También aborda su discurso desde la psicología, pero ahora el autor confunde la funcionalidad sintética del idioma con la cosmovisión occidental, es que, en parte tiene razón, hay esferas de propensión y dominio basadas en esta dicotomía, el debate mente-cuerpo se encuentra en el centro de la escena de la psicología hace varias décadas, pero la generalización es reduccionista. Nietzsche (1886), como filólogo clásico, ya nos había advertido del dualismo sobre el que se construye el edificio del idealismo alemán y la justificación del orden burgués, en su libro Más allá del bien y del mal, también dice sobre el fanatismo moral y su adoctrinamiento que mina el libre pensamiento humano durante la sucesión de épocas y épocas, sentenciando la proximidad entre religión y psicología:

 “Esto nos proporciona asimismo una indicación para explicar la paradoja de por qué precisamente en el período más cristiano de Europa, y, en general, sólo bajo la presión de juicios de valor cristianos, el instinto sexual sea sublimado hasta convertirse en amor-pasión.”

Entonces, se acepta la denuncia, pero ¿ayuda al constructo? Como se mencionó desde su enfoque holista, Wilber insertará partes cada vez más amplias del sistema hasta aproximarse, del modo más efectivo, a la totalidad: en toda parte del entorno, hay totalidad y puede referírsele. Y continúa su desarrollo:

“Todas las corrientes intentan efectuar cambios en la conciencia de una persona. Pero ahí se acaba la similitud (…) El problema es muy real, tanto para el profano interesado como para el terapeuta profesional. Tantísimas escuelas diferentes, todas en conflicto y todas procurando entender a la misma persona. No representan maneras contradictorias sino modos de enfoques complementarios sobre el individuo. (…) Si ampliamos un poco más el psicoanálisis y la mayoría de las formas de terapia convencional buscan remediar la radical escisión de la psique, intenta ayudar al individuo que está viviendo como persona para que vuelva a cartografiar su alma como ego. Luego están las terapias humanísticas (así sea la Jungeana, las Existencialista e incluso las transpersonales) que intentan reunir el psique y el soma, para revelar el organismo total. Finalmente se encuentran las disciplinas como el budismo zen o el hinduismo vedante, es cursar la escisión total entre organismo y medio, son procesos supra individuales.”

Este lineamiento, si se permite la analogía metapsicológica, equivale a plantear la existencia de un aparato psíquico global, universal, en el que la totalidad implica una instancia supra-conciente, es decir, si la punta del iceberg es la conciencia, y el resto del cuerpo del témpano el inconciente, pues la totalidad del agua más el bloque de hielo, juntos conforman el supra-conciente.  Dicho de un modo más sintético, el yo equivaldría a la noción plena de la realidad, y sería uno con la realidad. Ahora bien, Horstein (2003) en pleno dilema da luz sobre esto:

“la problemática reside en confundir objeto real con objeto fantaseado. Vivir hablando de uno mismo sin aceptar lo distinto. No está en juego la propia estructura yoica sino la alteridad. Por esto la problemática del narcisismo pide una pregunta: ¿Qué pasa si salimos de una concepción solipsista y pensamos que el sujeto del psicoanálisis no es el sujeto del inconsciente? Es un sujeto con varias instancias: ello, superyó, yo y realidad. Un sujeto complejo. Se suele repetir hasta el hartazgo que el objeto del psicoanálisis es el inconciente reprimido, ¿y qué dice Freud? “nuestra ciencia tiene por objeto el aparato mismo” [3]

Y este aparato contiene las cuatro instancias mencionadas. Y así, insto a resaltar la cuarta: la realidad. Recordar esta cuestión involucra que todo analista, o mejor dicho, todo psicólogo debe siempre aunar al ser, al consultante, o paciente, con su cotidianidad, y en aquello siempre refiere a no aislar al aparato de su entorno, de la intersubjetividad, y la preponderancia del otro colabora como figura también fundante de la estructura psíquica de cada individuo, por eso la loable frase “Toda psicología es a la vez psicología social” que Sigmund Freud utiliza para iniciar su discurso en  Psicología de las masas y análisis del yo.
La analogía planteada, debe aceptarse, es un poco ridícula, y escapa de la intención de Wilber, quien su objetivo es otro. Pero colabora con un principio: revindicar las atribuciones que el psicoanálisis se arroja sobre la realidad. No hay hechos, sólo interpretaciones. Desde la coherencia y elaboración conceptual bien delimitada, desde su experiencia y ejercicio clínico, sí puede el psicoanálisis exceder la frontera que Wilber le adjudica. Pero, ¿cómo puede hacerlo? El poder del símbolo es la respuesta inmediata. El motor con el que bien aconseja Lacan conducirse sobre los órdenes de lo simbólico, lo imaginario y lo real.
            El símbolo se distingue esencialmente del signo en que este es una convención arbitraria que deja el significante y el significado (objeto o sujeto) ajenos uno a otro, es decir, que el símbolo presupone homogeneidad del significante y del significado en el sentido de un dinamismo organizador.

Es entonces bastante más que un simple signo: lleva más allá de la significación, necesita de la interpretación y ésta de una cierta predisposición. Está cargado de afectividad y dinamismo. (…) Juega con estructuras mentales. (…) moviliza la totalidad del psiquismo.” (…) Para marcar asu doble aspecto representativo y eficaz, lo calificaríamos de buena gana de “eidolon-motor[4]

Con el signo permanecemos sobre un camino continuo y firme: El símbolo supone una ruptura del plano, una discontinuidad, un pasaje a otro orden.
Volviendo a Wilber, debe aclararse cuál es la frontera real que le adjudica al psicoanálisis el autor:

            “según parece, nuestro problema, es que trazamos un mapa convencional, completo y con fronteras, del territorio real de la naturaleza, que no tiene fronteras, y después confundimos totalmente ambas cosas. Como han señalado Krzybski y lo semánticos, nuestras palabras, símbolos, signos, pensamientos e ideas son meros mapas de la realidad, no la realidad misma, porque “el mapa no es el territorio”.

Similar es, según García Morente, la crítica que hace Aristóteles sobre el sistema Platónico “Este error que Platón revela (…) Consiste en confundir las condiciones formales del pensamiento con las condiciones reales del ser” En su afán por la multiplicidad de ideas condena el posible ordenamiento de la realidad en un infinito absurdo, olvidando, al final de todo, la esencia del ser.

Y desarrolla:

“Cuenta el génesis que una de las primeras tareas confiadas por Dios a Adán fue dar nombres a las plantas y los animales que existían en la naturaleza. (…) Dicho de otra manera, a Adán le encargaron que separase la complejidad de las formas y procesos de la naturaleza, y que les asignara nombres. Pero la verdadera tarea de Adán no consistió tanto en inventar nombres para los animales y las plantas, por más trabajoso que esto fuera. La parte más importante de su tarea era más bien el proceso de selección como tal, pues tenía que aprender a trazar mentalmente una demarcación entre los diversos animales. Fue el primer gran cartógrafo, dibujaba fronteras.”

“Si poner nombres había parecido magia, contar pareció divino porque así como los nombres podían representar mágicamente cosas, los números podían trascenderlas. “Por la vía del número abstracto, el hombre consiguió liberar su mente de las cosas concretas (…) de esta manera con los números el hombre construyó un nuevo tipo  de demarcación, más abstracta y generalizada: una metademarcación.” Pero la carrera por la apropiación de mayor potencial tecnológico, y así de poder tanto político como económico, no culmina ahí, sino que las grandes mentes del acontecer humano fraguaron una nueva metademarcación, “una meta-metademarcación” e inventaron el álgebra “x”, “y” y “z”: una variable puede representar cualquier número.”
           
Cada avance, cada conquista del pensamiento parece alejarnos de la unción con la naturaleza, parece, como asevera Wilber, trazar nuevas fronteras. Con este razonamiento encontramos la nueva doctrina, la ecuación: “Todo pensamiento es reducción” Y acá empieza el embrollo, pues Wilber no será el único en desenmascarar tal paradoja, también lo hace Kafka de quien Barthes dice

“Si Freud nos reveló los mapas de la mente, Kafka nos enseñó que no sirven para nada” 

E incluso, lo hace Camus en el Mito de Sísifo, donde clama la importancia del absurdo y la obsolescencia de la esperanza.  Ahora, cómo salir del embrollo, de nuevo, con el poder del símbolo. Con el vínculo y el amor.
Entonces, ¿Cómo salir del laberinto?
No importa el símbolo sino su acción como llave para la mente: el mito de Teseo y el minotauro nos regala una imagen poética trascendente.


"Green Tea", por Leonor Carrington

Conclusión.

Recopilando lo dicho sobre la experiencia necesaria para una buena clínica, y esbozar constructos coherentes, es que planteamos que de existir un límite, una frontera del psicoanálisis, la misma procederá de la ética, y en tal, preferimos dejar para la conclusión las palabras de Erich Fromm sobre este asunto en su libro “Etica y psicoanálisis

“El inconsciente y el mito llegaron a ser nuevas fuentes de revelación supuestamente superiores al pensamiento racional, precisamente debido a su origen irracional.  La fuerza de las religiones monoteístas de occidente, tanto como la de las grandes religiones de la India y China, radica en su preocupación por la verdad y en su pretensión de que su fe era la verdadera fe.   El fracaso del racionalismo del siglo XVIII y XIX no se debió a su creencia en la razón sino a la estrechez de sus conceptos. La psicología no puede divorciarse de la filosofía y de la ética, ni de la sociología y la economía(…)

“Los juicios de valor que elaboramos determinan nuestras acciones y sobre su validez descansa nuestra salud mental y nuestra felicidad.”

Bibliografía:

 i.      Camus (2006). El mito de Sísifo. Losada: Buenos Aires.
ii.      García Morente (1977) Lecciones preliminares de filosofía. Losada: Buenos Aires.
 iii.      Horstein (2003) Intersubjetividad y clínica. Paidos: Buenos Aires
 iv.      Freud S.(1983) Psicología de las masas y análisis del yo. Amorrortu: Buenos Aires.
 v.      Freud S. (1983) El malestar de la cultura. Amorrortu: Buenos Aires.
vi.      Fromm, E. (1963) Ética y psicoanálisis. Fondo de cultura Económica: México.
vii.      Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Ed. Gedisa.
viii.      Nietzsche F. (1983).Más allá del bien y del mal. Orbis: Buenos Aires.
 ix.      Nietzsche F. (2011) Ecce homo. Longseller: Buenos Aires.
x.      Wilber, K.(1985) La consciencia sin fronteras.Kairos:Barcelona



[1]Wilber, K. (1985) La conciencia sin fronteras. Kairos: Barcelona.
[2]Morin, E. (1990) Introducción al pensamiento complejo. Ed. Gedisa
[3]Horstein (2003) Intersubjetividad y clínica. Paidos: Buenos Aires.
[4]Chevalier (1995) Diccionario de Símbolos. Aike: Madrid.



Santiago Bello es estudiante de psicología (Universidad del Salvador), apasionado del arte y un novicio escritor. Este 2017 publicó su primera obra de ficción: "El Cemento que Respiro", editado por De Los Cuatro Vientos. Contacto: santinoib5@gmail.com 
Florencia Dollera, joven estudiante de psicología (Universidad del Salvador) que con una afinidad polifacética se involucra en distintas actividades tanto deportivas como artísticas. 
Contacto: florenciadollera@gmail.com

viernes, 3 de noviembre de 2017

Sobre la religión y sus desvaríos institucionales

"Cristo", de Ernst Fuchs

La palabra "religión", tal como se usa ordinariamente, es equívoca. Un repaso a la historia revela que, por lo general, los genios religiosos atraen a discípulos y generan grupos de simpatizantes. Cuando dichos grupos llegan a ser lo bastante fuertes como para "organizarse", se convierten en instituciones eclesiásticas con sus propias ambiciones corporativas. Aparecen entonces el espíritu de la política y el afán de dominio dogmático y contaminan la inocencia original; de modo que cuando hoy en día oímos la palabra "religión", pensamos inevitablemente en una u otra "Iglesia"; y para algunas personas la palabra "religión" sugiere tanta hipocresía y tiranía, mezquindad y pervivencia de la superstición que se enorgullecen de decir, de forma genérica e indiscriminada, que "pasan" totalmente de la religión. Por lo tanto, casi ninguna de las bajezas que comúnmente se atribuyen a la religión puede serle propiamente atribuida a ella, sino más bien al perverso socio intelectual de la religión: el espíritu de dominio dogmático.

William James, "Las variedades de la experiencia religiosa"

viernes, 20 de octubre de 2017

Sobre la perennidad de la palabra escrita


"La escritura transformó la mente humana más que cualquier otra invención. La escritura crea aquello que fue definido como un lenguaje "descontextualizado", o un discurso "autónomo", es decir un tipo de discurso que, a diferencia del oral, no puede ser discutido o confrontado directamente, dado que perdió contacto con el autor. Las culturas orales conocen un tipo de discurso autónomo hecho de formas rituales fijas, por ejemplo en los vaticinios o en las profecías; quien enuncia sólo es considerado intermediario, no la fuente. El oráculo de Delfos no era responsable de lo que decía, pues sus juicios eran percibidos como la voz del dios. La escritura, y aún más la escritura impresa, tienen en sí algo de esta cualidad de oráculo. Como el adivino o el profeta, el libro transmite una enunciación que emana de una fuente, representada por quien ha efectivamente "hablado" o escrito el libro. El autor podría ser desafiado si fuera posible alcanzarlo, pero de hecho él no puede ser alcanzado en ningún libro. No hay modo directo de refutar un texto. Luego de una impugnación cabal y destructiva, seguirá diciendo las mismas cosas que antes. Éste es uno de los motivos por el cual la expresión "el Libro dice" asumió popularmente el mismo significado de "es verdad".

Walter J. Ong, filósofo

viernes, 13 de octubre de 2017

Sobre la realidad robada

"Edipo y la Esfinge", por Francois Xavier Fabré

“La de Edipo no es la historia de un individuo sino la de toda una familia. (…) En la historia de Edipo, su padre Layo (…) abusó sexualmente de Crisipo, el hijo de su anfitrión Pélope. Ya sea como consecuencia de una relación seductora o de una violación, el hijo de Pélope se suicida o es asesinado después de este episodio. Al convertirse en padre, Layo prosigue del mismo modo su obra de destrucción al querer anular la existencia de su hijo. El mito nos informa sobre el aspecto inevitable de este eterno retorno a sí mismo: si no hacemos el trabajo de sacar a la luz y a la conciencia nuestros propios errores, éstos no dejan de repetirse. (…) Los incumplimientos éticos que han tenido lugar en la generación anterior se vuelven visibles en la vida de los descendientes, bajo la forma de síntomas o repeticiones. (…) El estudio de los fenómenos de repetición transgeneracional muestra que ciertos eventos vividos por los ascendientes, y en particular la manera según la cual éstos fueron registrados y aprehendidos, dejan huellas indubitables en la vida de los descendientes. (…) La difícil travesía de Edipo es el camino de la evolución de la conciencia. El niño no es culpable de los errores de su padre y no obstante debe asumir la responsabilidad en términos de herencia y pensar por sí mismo en lugar de someterse a la fatalidad. (…) En la película `El castillo de la pureza´, un padre despótico mantiene encerrados a su mujer y a sus tres hijos en la casa familiar, que también es la sede de su empresa. El discurso que profiere este hombre para legitimar este dominio es la perversión del mundo exterior, contra la cual pretende proteger a los suyos. El día en el que el hijo y la hija adolescentes, enloquecidos por un deseo confuso de encuentro con el otro, a través de la sexualidad, caen el uno en los brazos del otro, ¿son culpables del incesto que están a punto de cometer? ¿Acaso no concurrió todo para crear esta aberración? ¿No hizo el padre todo lo posible para que esta situación apareciera como la única posibilidad que le queda al deseo?“.

"Del abuso al incesto: la realidad robada", de Carole Labedan

viernes, 6 de octubre de 2017

Sobre la metafísica del fuego


"El asceta fue el primer ser vivo que trató el dolor como nuestros antepasados trataron el fuego cuando lo dominaron. Todos los animales huyen del fuego. Hasta la era del pitecántropo, hace varios cientos de miles de años, la aparición de la llama provocaba siempre un universal reflejo de huida. Ahora la antropología sitúa con frecuencia el verdadero nacimiento del hombre en aquel momento solemne en que por primera vez un ser consciente se atrevió a mirar cara a cara al viejo enemigo y examinarlo serenamente para convertirlo en instrumento de su supremacía. En el instante en que el hombre se atrevió a coger una antorcha con la mano para verla y amenazar con ella a sus enemigos, se apartó del mundo animal. El fuego no dejó por ello de quemar. Pero ya no quemaría al hombre". 


Aimé Michel, "El misticismo: el hombre interior y lo inefable"EdPlaza&Janes


"Llegará el día, en que despúes de aprovechar el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad, amarraremos en Dios las energías del amor. Y ese día, por segunda vez en la historia de la humanidad, el hombre habrá descubierto el fuego".

Pierre Teilhard de Chardin


viernes, 29 de septiembre de 2017

Otras vidas, la mirada de un librepensador

Imágen: Kent MacDonald

"¿Hay otra vida después (o antes) de esta? Es poco probable y seguramente poco deseable. Si en una segunda vida guardamos memoria de la primera y esa vida tiene lugar en este mismo mundo, no será propiamente una segunda vida. La vida pretérita será en esencia idéntica e indiferenciable de nuestro pasado, tal como lo sentimos ahora. Si, en cambio, esa segunda vida tiene lugar en otros mundos, alejados sin remedio de todo lo que amamos, será más bien algo poco deseable, una especie de insoportable exilio. Y si en esa segunda vida, ya tenga lugar en este mundo o en otros, no guardamos memoria de lo que hemos vivido, entonces no será propiamente una segunda vida, sino simplemente la vida de cualquier otro. Así que quizá haya otras vidas y otros mundos, pero como diría Eluard, están en este. Y son fatalmente insospechados para nosotros".

sábado, 23 de septiembre de 2017

La piel como escenario


La piel como escenario
, por Juan Manuel Otero Barrigón

La piel está relacionada con todo, siendo una barrera sensible y táctil entre el sí mismo y el otro, entre el exterior y el interior del individuo. Su vitalidad para la existencia es tal, que constituye la geografía donde los seres pueden encontrarse. Amén de ser tan delgada, la piel es profunda y rica. Todo el conjunto de órganos, músculos, estructura ósea, y en definitiva, todas las partes que rodean nuestro cuerpo, están cubiertas por esa fina película que define el límite entre aquello que somos y aquello donde dejamos de ser. La piel está, además, dotada de una especialísima cualidad de contención o permeabilidad simbólica: de allí que suele decirse que una persona muy susceptible tiene la piel fina, mientras que otra resistente, “curtida” por la vida, tiene la piel gruesa. Cuando los avatares de la existencia se inmiscuyen en nuestro humor, “se nos meten bajo la piel”. Por otro lado, en casi todos los idiomas se comprende el carácter esencial o comprometedor que reside en la expresión “salvar el pellejo”.

La piel consta de tres capas y supone el 15% de nuestro peso corporal. Es el mayor órgano del cuerpo y su función es proteger y amortiguar. En tanto envoltura o tegumento exterior, algunos ritos distribuidos por el mundo nos enseñan que no está exenta de su desollamiento. Los pueblos antiguos despellajaban a víctimas humanas y se cubrían con su piel para imitar la muda de las serpientes, donde la vieja piel del año se retira, posibilitando una renovación transformadora.

La piel es también un lienzo a través del cual se expresan diversos detalles simbólicos de la posición social y de la identidad personal. Por ejemplo, en ciertas culturas, el abdomen cortado de una joven representa disponibilidad conyugal, y el torso tatuado de un hombre, su condición iniciática. Por otra parte, a menudo, el maquillaje concilia al mismo tiempo tanto un juego como un arte decorativo que crea una máscara para el drama de la vida. En los cuentos tradicionales y en el folklore, la persona maldita o hechizada tiene muchas veces la piel de un animal. Esto sugiere, por un lado, la necesidad de redimir un complejo psíquico que no le permite ser del todo humano todavía; o, por el otro, la necesidad de vivir dentro de la sustancia animal o el espíritu creativo de la naturaleza que ha descuidado. En el imaginario inuit, uno podría encontrarse con un animal que se quita la piel para revelar un ser humano, o con un humano que se quita la piel para revelar un animal, dando cuenta del carácter mutable y fluido del paisaje psíquico y sus interconexiones.

Dada nuestra estructura deseante, y las limitaciones de la piel para conseguirnos las condiciones necesarias de confort que los seres humanos anhelamos, comúnmente nos valemos de pieles externas para adaptarnos al entorno. Según el artista y arquitecto austríaco Hundertwasser, empleamos, por ejemplo, cinco pieles diferentes. La primera de ellas es la nuestra, la epidermis; la segunda, la vestimenta; la tercera la casa, los edificios; la cuarta piel es la identidad, todo aquello que constituye nuestro entorno más cercano, nuestra familia, nuestro barrio o ciudad, en resumen, lo que nos ayuda a definirnos. Por último, la quinta piel es la Tierra, nuestro planeta, el mismo que con su atmósfera protectora nos permite vivir, generándonos un ambiente que nos aísla del resto, del frío universo exterior.

Pero volviendo a la primera de estas superficies, digamos que nuestra relación con la piel no está exenta de su Sombra. Las pieles de muchos animales exhiben maravillosos dibujos o pelajes destinados a asegurar su supervivencia. Sin embargo, los seres humanos también las codician, como símbolos de status o para adornar su vestimenta de moda. De esta manera, empujamos a la práctica extinción a muchas especies, a las cuales estábamos destinados a proteger. Más aún, el color de la piel, determinado tan solo por su cantidad concentrada de melanina, ha sido desde antaño raíz esencial de distinciones étnicas y de prejuicios racistas. Las proyecciones psíquicas en torno a su claridad u oscuridad, plasmadas en gran variedad de mitos y relatos religiosos en todo el mundo, han condicionado profundamente nuestra percepción de los demás y de nosotros mismos.

En la piel reside el sentido del tacto, que nos posibilita percibir la presión, la temperatura y el dolor. Como fuente poderosísima de estimulación sensorial, el tacto es muy valioso para el desarrollo de las crías de muchas especies, incluida la humana; en épocas tempranas, fomenta en ellas su supervivencia, un mayor bienestar, y una progresiva independencia.

Dado que la piel se desarrolla a partir del mismo tejido fetal que el cerebro y funciona en íntima colaboración con los sistemas hormonal, vascular, inmunológico y nervioso, distintas patologías a dichos niveles se expresan a través de esa superficie protectora. Además, y como la piel es tan rica en tonalidades en lo relativo a sus reacciones a los elementos de la naturaleza, las circunstancias ambientales y los campos psíquicos, sirve como barómetro del bienestar tanto físico como psicológico. En las condiciones de la piel, suelen registrarse distintas huellas de nuestra biografía y de nuestras relaciones con los demás.

La pérdida de cabello suele ser una de esas condiciones que, salvo en aquellos casos motivados por causas estrictamente biológicas o hereditarias, suele ser escenario, muchas veces, de los avatares de nuestro devenir vital. Entre los hombres, sabido es que el paso de los años determina muchos vayamos perdiendo el cabello. Cuando Francisco de Asís y sus seguidores entraron en el clero de la Iglesia medieval, se tonsuraron, y sólo se les dejó una corona de pelo en la cabeza. Imitación tanto de la corona de espinas de Cristo como de su realeza divina. En los hombres, el cabello se puede asociar a la belleza y al vigor sexual, pero en algunas culturas, su carencia también realza la belleza natural de la cabeza y puede denotar a una persona estudiosa, un intelecto superior. En el mundo hebreo, Sansón da cuenta de lo primero, a tal punto de que el mito dota al pelo de eficacia mágica. Tanto en hombres como en mujeres, la pérdida involuntaria del cabello puede alterar de manera permanente la imagen de uno mismo, evocando cierta vulnerabilidad. Pero, por otro lado, la noción del cambio interior es vital para el significado simbólico de la cabeza desnuda. Afeitársela con fines rituales refleja la idea de consagración, iniciación y transformación espiritual, "sacrificio" que se refleja en el ingreso a muchas órdenes religiosas y que evoca la calvicie del momento de cambio quizás más determinante de la vida, la del recién nacido. Representación de una muerte y un renacimiento psíquicos. En ciertos contextos esotéricos, se postula la importancia de la coronilla, donde reside la conexión vertical con lo superior o lo trascendente. Conexión que se simboliza en las representaciones artísticas como un halo de luz brillante que rodea la cabeza. Pero también una cabeza sin pelo puede ser señal de castigo, o un intento de deshumanización: como cuando se rapaba a ciertos delincuentes, o a las mujeres que se acercaban al enemigo en tiempos de guerra. En definitiva, el poder simbólico de la calvicie tal vez descanse en que exterioriza la superficie de la cabeza, lugar del entendimiento, de los pensamientos, y de las imaginaciones más íntimas, que nos impulsan a lo alto.

"Santo Domingo Guzmán", por Fray Angelico

En nuestros tiempos, debe señalarse, además, la disímil valoración que la pérdida de cabello acarrea para hombres y mujeres. Los cánones de belleza imperantes en la mayoría de nuestras sociedades tienden a ser más impiadosos respecto a las consecuencias de la pérdida de pelo cuando se producen en la mujer. A diferencia del varón, a quien despúes de cierta edad, se le concede socialmente la posibilidad de perder cierta cantidad de pelo, la calvicie en la mujer tiende a asociarse con la menopausia y la pérdida de fertilidad, por lo cual la sociedad no suele admitir que una mujer pueda quedarse calva, siendo en esos casos, mayor su impacto psicológico en quienes atraviesan dicho proceso (aislamiento, pérdida de la autoestima, depresión, etc).

Esto nos lleva a considerar la importancia que tiene el diálogo entre los factores médicos y psicodinámicos. Así como la dermatología se ocupa de las enfermedades médicas de la piel, la psicodermatología es la disciplina que se aboca al estudio de la imbricación que dichas enfermedades tienen con nuestra psicología profunda.

Una de estas expresiones más comunes es la alopecia areata, definida como una enfermedad autoinmune de los folículos pilosos, caracterizada por pérdida repentina de cabello que suele comenzar con una o más zonas de calvicie circulares que pueden superponerse. En algunos casos, la pérdida de cabello es completa y se va extendiendo a todo el cuerpo, condición que se denomina alopecia areata universal. Su carácter de enfermedad autoinmune supone que el daño a los folículos pilosos es provocada por las defensas del propio individuo, por razones profundas, de índole psicodinámicas. En raras ocasiones, la curación es espontánea, mientras que en otras, el cuadro se torna permanente, y no vuelve a crecer el pelo.

Para entender la íntima conexión de la psicología con las enfermedades de la piel, recordemos una vez más que tanto esta, como el sistema nervioso, se originan ambos en la misma capa embrionaria. Hay padecimientos que aparecen o que se disparan en momentos psicológicos específicos, como los de stress, y los dermatólogos, en este sentido, suelen coincidir respecto a que ciertas dermatosis tienden a producirse en determinadas personalidades.

Estudios como el realizado en el año 2009 en el Departamento de Psicología de la Universidad de Westminster (Londres), donde se consultó a 214 personas que padecían alopecia sobre la incidencia que esta tenía en su estado emocional como en su vida diaria, sirve como buena referencia para considerar la importancia que tiene la asistencia psicológica paralela al tratamiento médico de esta condición. Los pacientes evaluados en este estudio manifestaron sentimientos de enojo, disgusto, preocupación y estrés, siendo la pérdida de la autoconfianza, de la autoestima y la timidez las respuestas más comunes, especialmente en las mujeres.

Por su parte, y según investigaciones de José María López Sánchez, se encuentra en los pacientes que padecen este tipo de alopecia un perfil alexitímico y una inhibición de la agresión. Sus conclusiones, obtenidas mediante estudios psicobiográficos y psicodiagnósticos, permiten dar cuenta de ciertas características destacables a nivel caracterológico, como la presencia de comportamientos de sumisión y pasividad, mientras que a nivel discursivo, la asunción existencial de un rol de víctima y predominio de sentimientos de impotencia, tanto como de miedo a la agresión y al castigo.

En forma paralela, en otro estudio realizado por el médico psicoanalista Jorge Ulnik junto a la doctora Margarita Chopitea de Fontan Balestra, se había aludido a dicha pasividad, postulando que algunos pacientes han desempeñado el rol de “muñecos”, cumpliendo la función de un objeto transicional tardío para sus madres. La ilusión de que el pelo vuelva a crecer vehiculiza, así, una fantasía de evitar las consecuencias de la castración, dado que lo que se corta o ha caído puede volver a aparecer tal como era antes.

Según postula la psicoanalista Marta Bekei, la derivación dermatológica de un paciente a la consulta psicológica puede deberse a raíz de una vivencia traumática que desestabiliza al sujeto, sobre todo si se trata de niños y adolescentes. Sabido es que la alopecia areata aparece vinculada a una predisposición genética, la cual está determinada por encontrarse comúnmente antecedentes familiares. Sin embargo, los dermatólogos reconocen que en la producción del fenómeno debe intervenir una vivencia emocional intensa, angustiante, que actuaría mediada por una reacción inmunológica. Esto es plenamente comprobable en la clínica de adolescentes que padecen esta condición. En mi experiencia, he podido verlo reflejado como consecuencia de situaciones de duelo muy complejas, que llegaron a traducirse incluso en verdaderas depresiones reactivas. La vivencia íntima que tiene que ver con la pérdida, por muerte o separación, de un objeto libidinal importante, o bien, con el miedo a perder su amor, puede desencadenar estos procesos, lo que demanda, para su buen abordaje, un estudio profundo de la personalidad del padeciente, y las características del medio social y familiar en el que este está inserto.

Por otro lado, habrá que determinar si este cuadro corresponde a una estructura psicosomática deficitaria, o quizás a otra estructura similar, ya que la dinámica del padecimiento sugiere, por lo general, su naturaleza psicosomática. En este sentido, la estructura de personalidad de personas que sufren trastornos psicosomáticos se distingue, fundamentalmente, por una debilidad yoica percibida a través de las fallas funcionales. Por otro lado, son observables también limitaciones en la capacidad fantasmática y en la simbolización, las cuales se reflejan en lo que desde la escuela psicoanalítica de París, Pierre Marty denomina pensamiento operatorio.

Las relaciones objetales que se establecen por medio de este Yo deficitario de naturaleza simbiótica, dado que no se ha logrado una clara discriminación yo/no yo. Los individuos con esta estructura psíquica suelen ser sobreadaptados a su medio, incansables, puesto que fueron entrenados para centrar su atención en los estímulos externos e ignorar sus señales corporales internas. Por esta deficitaria discriminación yo/no yo, la pérdida objetal se vive como la pérdida de una parte de sí mismo, y el dolor que provoca se cristaliza directamente en el cuerpo, sin ser mentalizado.

La mayoría de los estudiosos en psicosomática coincide, a este nivel, respecto a la importancia que la temprana relación madre-hijo tiene a propósito del desenvolvimiento de las capacidades simbolizadoras; de modo que, al fallar la madre en su función estabilizadora de la estructuración yoica, se crean las condiciones para la configuración psicosomática.

El cabello, al constituir un apéndice externo de nuestro organismo, puede ser desprendido fácilmente, sin provocar heridas ni dolor. No obstante, atacar parte del propio cuerpo es desvitalizarlo, y su expulsión, constituye un grado de autoagresión, siendo esta una característica esencial de los trastornos psicosomáticos. En este sentido, la alopecia no daña una parte vital del organismo, aunque sí una muy visible, produciendo un síntoma que expone directamente a la mirada de los demás. Mirada esta, que en algunos casos, se acompaña de burla y rechazo. Y es que provocar la agresión del otro es una autoagresión indirecta, y la somatización, como proceso, es siempre autoagresiva.

El poder autoagresivo y la continuidad del cuadro psicosomático dependen en gran medida de la estructura yoica del sujeto que lo padece. El abordaje clínico supone la necesariedad de volver la mirada hacia atrás y sumergirse en acontecimientos de un momento previo donde lo biológico y lo psicológico no están todavía discriminados.

Promover la puesta en palabras de aquellas vivencias relacionadas con pérdidas todavía no elaboradas.

Posibilitar nuevas ligaduras psíquico energéticas, que permitan sortear su descarga somática.

Reforzar las defensas yoicas, para que frente a la eventualidad de sucesos traumáticos por venir, el sujeto cuente con la posibilidad de ligar dichos excesos de energía, sin verse inevitablemente remitido a un estado de indefensión.