lunes, 19 de octubre de 2020

Convirtiéndonos en "Homo Sapiens"

Cuando la ciencia moderna organizó la taxonomía de los seres vivos sobre la Tierra, ubicó a nuestra propia especie en una posición privilegiada, denominándola, con una confianza casi religiosa, la “sabia” (homo sapiens) entre todas las demás criaturas. En ese momento parecía haber una buena razón para esa consideración tan alta, ya que claramente poseíamos rasgos y habilidades que nos colocaban por encima del resto. Sin embargo, para muchos sigue siendo una pregunta abierta si la autodenominación de "sapiens" fue más un demostración de aspiraciones que una evaluación basada en la evidencia.

La sabiduría no es de ninguna manera un interés novedoso para hombres y mujeres. Se puede argumentar que el homo sapiens comenzó su avance único en la evolución cuando aplicamos nuestra inteligencia especulativa (mirar hacia afuera) y contemplativa (mirar hacia adentro) a los misterios de la existencia. Desde tiempos prehistóricos, los humanos demostramos haber tenido un gran interés en comprender nuestro lugar en la maravilla de lo existente.

Para muchos autores, las llamadas tradiciones de sabiduría que vieron florecer tantas culturas, son afluentes de una antigua corriente que brota de la misma fuente, no tanto "allá atrás" en el tiempo, como "ahí dentro", en nuestro vasto interior, orientándonos hacia lo profundo de nuestra psique individual.

En varias oportunidades, a lo largo de nuestro derrotero histórico, esta corriente viva de sabiduría espiritual fue amenazada por otras fuerzas, en principio más apremiantes y urgentes. Desde siempre resultó tentador suspender temporalmente nuestra consideración de intereses más distantes y en apariencia postergables, frente a cualquier cosa que no estuviera dentro del círculo inmediato del "yo” y de lo "mío", vivido con mayor apuro.
Poseemos un conocimiento recóndito, por ejemplo, de que “Todo es Uno”, de que “Todo está Conectado” y de que “Estamos Todos Juntos en Esto: tres principios de sabiduría que no son meras conclusiones lógicas, sino más bien intuiciones obtenidas de nuestra experiencia profunda de la realidad. Conocemos estas verdades y, sin embargo, con frecuencia elegimos ignorarlas en las decisiones que tomamos.
Tal desprecio deliberado es lo que Alan Watts llamaba ignorancia, refiriéndose no a algo que no sabemos sino a nuestro hábito de ignorar lo que sabemos para poder hacer lo que queremos.
En el diagrama que proponemos, la sabiduría (sapiens) está ubicada en lo que Abraham Maslow llamó  "los confines más lejanos de la naturaleza humana", como la realización futura de nuestro potencial más profundo como especie. Se encuentra en el polo superior de un continuo opuesto al instinto, que tenemos en común con todos los demás animales. Entre los dos polos y sirviendo como una suerte de transición de fase del instinto a la sabiduría está la creencia.

Un mundo es una construcción más o menos personal del lenguaje que nos ayuda a sentirnos seguros, nos sirve de contexto para nuestra identidad, nos orienta en la realidad y desenreda un sentido de la vida.
Estas cuatro funciones de nuestro mundo (seguridad, identidad, orientación y significado) se conectan perfectamente en las esquinas para formar una Caja que contiene todo lo que nos importa. Vivimos por lo que hay dentro de la Caja, nos obsesionamos con lo que hay dentro de la Caja, y si se reduce a eso, matamos defendiendo lo que hay dentro de la Caja. La Caja argentina es muy diferente de la Caja japonesa, y esta última de la boliviana, y dentro de cada una de ellas hay muchas más cajas (tradiciones religiosas, partidos políticos, clases sociales) que contienen además millones de mundos individuales, cada uno de ellos único en formas menores, pero aún todavía, excepcionales.

Cajas más pequeñas están contenidas en cajas más grandes, contenidas ellas en cajas todavía más grandes, hasta que llegamos a la Caja más grande de todas, donde todos estamos insistiendo al resto de nosotros en que nuestro mundo es el mundo real, las cosas como verdaderamente son. 

En “Psicoterapia del Este y Psicoterapia del Oeste”, Alan Watts supo referirse a esta elaboración como “La Gran Mentira Social”.
Y por supuesto, creer en esto es lo que lo hace así, ya que es importante recordar que todas estas cajas, desde la compuesta por el individuo en pequeña escala hasta la global a gran escala, están hechas de creencias, y por lo tanto, son un producto de la mente.
Que tal afirmación pueda sonar ridícula y sea en sí misma increíble no sería sino en realidad la corroboración de su validez, en la medida en que nuestra mente no puede creer "fuera de la Caja". De hecho, podemos pensar fuera de nuestra Caja, pero se necesita para ello práctica y coraje, ya que quebrar el límite externo de la creencia también demanda que vayamos más allá de la seguridad, la identidad, la orientación y el significado de la vida dentro de la Caja que construimos. Si todas estas cosas son construcciones de creencias, entonces la realidad - no el “mundo real” - sino la existencia realmente real como tal - está más allá de la creencia, indescriptiblemente perfecta en sí misma, trascendente incluso del significado y por lo tanto perfectamente (in)significada.
El maestro taoísta Alejandro Nepote lo expresa muy claramente al decir que: Venimos a la vida sin pensamientos, sin creencias; no los tenemos al salir del vientre de nuestra madre. Únicamente el Ser está ahí, con la presencia radiante de la conciencia pura incondicionada.

Repasando esos principios de sabiduría que mencionamos antes: “Todo es Uno”, “Todo está Conectado” y “Estamos Todos Juntos en Esto”, podemos hacernos una idea de cómo asoma su verdad inherente. No importa qué casillas se ocupen (o que nos mantengan cautivos), si somos ricos o pobres, blancos, negros, morenos o asiáticos. No se trata de artículos de fe, de la misma manera que la gravedad es independiente de si uno cree en ella o no. No necesitan validación de ninguna fuente que no sea la propia experiencia directa.

Pero en cuánto nos permitimos experimentar estas percepciones intemporales de la realidad, es inevitable que tarde o temprano resuenen con la propia y verdadera naturaleza, pudiendo elevar nuestra consciencia muy por encima de las preocupaciones cotidianas del ego fundadas en el "yo” y lo "mío".
Es allí cuando la aceptación total nos inspira a dejar la Caja y a vivir una vida verdaderamente liberada. La entrada al reino de la aventura está entonces lista para comenzar.

Juan Manuel Otero Barrigón

📚 Imagen: Diapositiva archivo de la Cátedra "Psicología de la Religión"
(Universidad del Salvador). Año 2020

viernes, 16 de octubre de 2020

Ética del cuidado y género


La «compasión universal» se sitúa en el centro de la ética yourcenariana. De ahí que desde muy temprano se muestre sensible al espectáculo del dolor de los seres vivos que poseen, según sus propias palabras en Recordatorios: «el sentido de una vida encerrada en una forma diferente». En una carta de 1957, Yourcenar felicita a la escritora y poeta Lise Deharme, defensora de los animales, «por haber tenido la valentía de tratar ese tema (pocos hay que sean tan graves) y por desdeñar de antemano el reproche de sentimentalismo que los necios no dejarán de hacerle». Nuestra autora es consciente de las resistencias que encuentra el desarrollo de una sensibilidad moral que atienda al sufrimiento más allá de nuestra especie. Y frente a la tradición racionalista que considera que la piedad es una pasión y, en consecuencia, una expresión de nuestra parte corporal inferior al intelecto, eYourcenar aboga por el desarrollo de nuestras capacidades sensoriales que están demasiado sometidas «a ese ordenador que es el cerebro para nosotros» (Yourcenar,1980).

Referencia Bibliográfica:
Ecología y género en diálogo interdisciplinar , Plaza y Valdés, Colección Moral, Ciencia y Sociedad en la Europa del siglo XXI, 2015.
17. La Ecocrítica, vanguardia de la crítica literaria. Una aproximación a través de la ecoética de Marguerite Yourcenar, Teo Sanz, Universidad de Burgos.

domingo, 11 de octubre de 2020

Buen viaje, Joanna Harcourt Smith

Nos enteramos de la partida de Joanna Harcourt-Smith, escritora y activista psicodélica que además fuera pareja del psicólogo estadounidense Timothy Leary durante gran parte de la década de 1970. Durante los últimos años, Joanna había estado dedicada a impulsar su proyecto "Future Primitive Podcasting", un espacio multidisciplinario donde entrevistaba a distintas personas en el campo de la psicología humanística, la espiritualidad, la política consciente, la investigación psicodélica y la ecología. En Diciembre de 2018 nos habíamos puesto en contacto para traducir alguna de sus reflexiones para el blog Psymbállein. En una muestra de su enorme generosidad, nos invitó a mantener una entrevista al aire para su programa, que por nuestra inseguridad idiomática lamentablemente no llegó a concretarse. 

Su libro, "Tripping the Bardo with Timothy Leary: My Psychedelic Love Story", fue una memoria de sus días junto al famoso pope de la contracultura. Su amigo Oz Fritz lo había reseñado escribiendo: "Cualquiera que esté interesado en aprender y, lo que es más importante, en adquirir un sentimiento de experiencia por el Bardo, debería leer este verdadero relato de viaje. Tripping the Bardo With Timothy Leary brilla como un diamante multifacético, una piedra preciosa de belleza y tragedia". 
Un testimonio potente que por estos meses está estrenando también su versión fílmica documental. 

♾️

"Baja por ese largo pasillo cósmico, abre la puerta y entra en la luz".


Paz en tu viaje, Joanna.