jueves, 4 de agosto de 2016

La espiritualidad impostada


"The false guru and his Divine Energy" , de Frank Waaldijk,2010


"La espiritualidad impostada", por Juan Manuel Otero Barrigón

A Ram Dass le gustaba desafiar, a quienes decían sentirse "iluminados", a vivir junto a sus padres durante una semana.

La espiritualidad impostada se enorgullece al mirar por encima del hombro a las personas "poco" espirituales, demasiado "terrenales" a su gusto y status; ni comprometerse social ni políticamente, esas cosas le están vedadas. Es una espiritualidad de pies despegados del suelo, con pretensiones de angelicalidad. Nada de "ensuciarse", nada de mezclarse en el lodo de las cuestiones mundanas, nada de involucrarse con asuntos "humanos, demasiado humanos". Velas de colores, mucho humo de sahumerio y a leerle el aura a los demás, no vaya a ser que encima nos transmitan malas "vibras". 

La espiritualidad impostada ama las comparaciones, es cálida y adorable con aquellos que comparten su misma cosmovisión espirituosa, pero desata su rechazo al incrédulo, y estalla en ira contra quienes osan cuestionar su elevada estatura.

La espiritualidad impostada es refugio y compensación de los sinsabores de la vida real.

La espiritualidad impostada es falsamente humilde, es espiritualidad de ego inflado. Padece lo que Jorge Ferrer denomina "narcicismo espiritual". Exhibe con la frente en alto los logros propios y las metas alcanzadas, y se abre poquito y nada al sincero descubrimiento del semejante, que si no está en la misma "onda" que uno, es porque poco espiritual debe ser.

La espiritualidad impostada es directamente proporcional a la cantidad de vocablos "espirituales" que nacen de su astral laringe. "Energía", "Amor", "Paz", "Vibración", "Beatitud", "Conciencia" son palabras imprescindibles en su miccionario "espiritual". Le urge pronunciarlas con ansiedad desbordante, privándolas de su solidez vivencial. A mayor frecuencia en su pronunciación diaria, mayor evolución de su impostación . Al fin y al cabo, decía Lao Tsé, "El Tao que puede ser expresado con palabras, no es el eterno Tao".

La espiritualidad impostada adora las ensaladas. Las ensaladas de "espiritualidad". Todo lo mezcla, y todo lo amontona; poco importan los contextos históricos, los orígenes culturalmente situados, y los fundamentos profundos de las distintas tradiciones y senderos. La espiritualidad impostada autoriza la convivencia más plena entre la Biblia y el Calefón, entre el Corán y el Termotanque. El Chamanismo amazónico con los registros akhásicos, el reiki con la Terapia de Vidas Pasadas, el yoga con la magia de los Druidas. Todo está permitido. Todo vale. Todo sirve. Surfea siempre por olas superficiales, y se hace un picnic con los autores de ocasión.

La espiritualidad impostada saca "chapa" nombrando a personajes de prestigio. Habla de Jung, y de Grof, de Teilhard de Chardin, y de Wilber. Habla de todos, pero no habla de ninguno. No le interesa conocerlos realmente. Poco le importan las bases reales de sus teorías y pensamientos. Poco se sumerge con paciencia y dedicación en la complejidad de sus postulados y escritos. Aspira tres o cuatro conceptos y los extrapola a cualquier ámbito y situación. Se construye los personajes a su gusto, los reduce a sus estándares new age.

Enseñaron los grandes maestros, que la espiritualidad se encuentra en la sencillez de lo cotidiano y no en las extravagancias de ínfulas pseudozen. Se vivencia en esa continuidad de conciencia que es trabajar, relacionarse de manera auténtica y servir a los demás con humildad, algo que solamente se consigue con sencillez, pasando desapercibido entre los hombres. 

Pero la espiritualidad impostada necesita del reconocimiento del otro, sin cuya admiración se desinfla, se deshace, mostrando el vacío ahí...justo en el centro...en el mismo lugar desde el cual parecía irradiar tanta luz. 

Juan Manuel Otero Barrigón es psicólogo. Ejerce como terapeuta en la práctica privada. Profesor adjunto en la cátedra "Psicología de la Religión", en la Universidad del Salvador (Buenos Aires, Argentina). Coordina la Red de Estudios Religare, y es creador del blog Psymballéin

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