viernes, 24 de noviembre de 2017

La tribu de los hechiceros (por Ana Silvia Karacic)

"Deep Woods' Sorcerer", por Ragnarulf

La tribu de los hechiceros
Para Raúl Villalba, que nos regala siempre la
posibilidad de soñar (ASK)


Dicen que desde hace miles de años, en un rincón lejano del universo, accesible sólo a través de los sueños y los reflejos, existe un mundo con leyes propias. En él no hay imperios ni reinos, sólo tribus.

Guiados sus corazones por la magia del universo, los seres que lo habitan pueden ver todos los caminos que existen para los hombres y así, elegir el camino que desean seguir. Lo maravilloso inunda allí la vida. Cuando llueve, caen gotas en pequeños cristales de luz dorada. Los árboles más ancianos siempre fueron consejeros de los hombres y de los animales..., y tenían rostro, un rostro surcado por siglos de sabiduría y risas, y por tristeza también, ya que algunos mostraban la cicatrices que las lágrimas habían tallado en sus rostros de madera. Robles antiguos, olorosos palo santo, fresnos majestuosos, que hundían sus raíces en las aguas frías de los arroyos llenos de piedras.

¿Nunca has oído al viento cantar? Ellos sí.

El miedo no existía, no como lo conocemos ahora. También él cambia con los milenios...salvo esa clase de miedo, esa no ha cambiado ni cambiará jamás.

Ese mundo es lo más parecido al paraíso, y por eso justamente, también ellos existen allí. Ningún paraíso esta hecho sólo de luz, el paraíso se construye en el juego eterno entre la luz y la sombra. El Creador Supremo ha dado a los hombres la libertad de elegir su destino y hasta las cosas más simples, pero ellos eligieron sólo la sombra, los ritos secretos y la mitad crepuscular, casi nocturna del mundo.

Sumidos en el tiempo de la noche, cuando la luna te atraviesa el alma con sus rayos plateados, y las sombras se alargan, desfigurando las formas en algo que no son, o tal vez sí lo sean, ya que en esa parte del mundo reina La Tribu de los Hechiceros, y sólo ellos pueden distinguir qué es lo real, si la sombra o lo que la proyecta. Los rostros enmascarados de los Hechiceros vigilan las otras realidades, mundos posibles que los reflejos muestran y ocultan a la vez, mundos que sus manos ansían con avidez.

Sus árboles están secos y sinuosos, retorcidos por las huellas que el conocimiento de lo oculto olvidó en ellos; con rostros que emergen de lo casi imposible se alzan hacia un cielo oscuro y cubierto de nubes bajas y pesadas. Un poco más atrás, la silueta de una fortaleza hundida en la niebla espesa se asoma...

Nadie se acerca a ellos, aunque la magia fue dispersa en el mundo para todos los seres, no todos la usaron igual.

Dicen que la tiniebla no existe, sólo la sombra que nace de la luz.

Dicen que el mal no existe, sólo el error que nace de una mala elección.

La Tribu de los Hechiceros también usaba la magia del mundo, y nadie puede decir que el mal se ocultara en sus ritos extraños, ni que necesitaran ocultar sus rostros detrás de las máscaras por razones sin nombre. Hubo quienes emprendieron el largo camino hacia su tierra, pero nadie volvió para confirmar algo de lo que se susurraba al caer el sol. Son sólo dichos de los que se quedaron esperando que los exploradores volvieran de la mitad oscura del mundo.

Es mucho lo que se cuenta, pero cómo saber qué es cierto y qué no lo es. Aquí dicen que el viento deja de cantar cuando llega a sus tierras y que las mismas aguas de los arroyos esconden su voz.

¿Sabes como los llaman también?, Los Señores del Silencio, porque no necesitan hablar, sus ojos y el aura que emana de ellos modelan la vida. Tampoco duermen, ya que el mismo Sueño los abandonó una noche huyendo a escondidas de su Tribu hace ya mucho tiempo.

Tribu de Hechiceros, señores del silencio eterno, ni las aves cantan a su alrededor. Simplemente entrecierran sus ojos y visiones extraordinarias que nadie quisiera imaginar pueblan su alma. Soberbios y majestuosos, emanan de sí el misterio como si fuera granos de arena fina, arrojada al viento mudo que viaja por sus parajes tratando de pasar rápido, y no regresar jamás.

Suyos son los símbolos plasmados en libros polvorientos que el hombre común no podría ni imaginar. Sólo ellos ven los enigmas en el aire y leen en el agua silente los múltiples caminos que la realidad fluida en la que viven les permite encontrar.

Su mito fue contado por primera vez por una profetisa que leía el vuelo de los pájaros, aquellas aves negras que volvían a la mitad luminosa del mundo de los hombres para relatar lo que vieron en esa tierra de magia.

Hechiceros antiguos,...nacidos de quien sabe qué vientres y con qué fin. Dueños del poder y hacedores de cultos misteriosos, capaces de leer fórmulas de palabras no creadas todavía, y símbolos grabados a fuego en rocas sin edad por alguna raza desconocida.

Nunca sabremos en qué momento su lejanía traspasará el laberinto de reflejos que nos separa, esfumándose el límite, como el humo de las hogueras en donde arden los huesos de lossacrificados. Sé de una antigua tribu de forjadores de espadas, llamados Kalybes, pero ¿una Tribu de Hechiceros?, aunque te he relatado lo que sé, no puedo ni imaginarlos. Cuesta creer que existan o hayan existido alguna vez.

- ¡Pero tú dijiste que todo era posible papá! Yo creo que existen, y un día iré tan lejos, tan lejos hasta encontrarlos, y les preguntaré muchas cosas.
- ¿Sí? ¿Y que les preguntarías si los vieras?
- Si no se aburren en la oscuridad y el silencio.
- Hum... ¡bueno! Está bien, pero eso será mañana, ahora ¡a dormir! Ya verás a tu Tribu de Hechiceros cuando despiertes.
- ¡No hace falta esperar papi! ¡están ahí! En el espejo. Y mi hijo, señaló feliz algo que estaba a mis espaldas.

Olvidé que nunca debía hablar de ellos durante la noche..., olvidé que el espejo es un umbral, y también, que sin importar el momento en que se los nombre, cuando alguien habla de ellos, el tiempo y el espacio desaparecen; es otro de los poderes de la Tribu de los Hechiceros.

Y luego, luego... no sé.

A.S.K 

Ana Silvia Karacic es orientalista, pintora y escritora. Especialista en mitología y religiones, ejerce como profesora titular, entre otras, de la Cátedra de Religiones Comparadas en la Universidad del Salvador. Ha publicado los libros: "El pueblo de la Bruma. El ciclo mitológico irlandés" y "Las religiones de Japón", ambos textos de tenor académico. 

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