"La escritura transformó la mente humana más que cualquier otra invención. La escritura crea aquello que fue definido como un lenguaje "descontextualizado", o un discurso "autónomo", es decir un tipo de discurso que, a diferencia del oral, no puede ser discutido o confrontado directamente, dado que perdió contacto con el autor. Las culturas orales conocen un tipo de discurso autónomo hecho de formas rituales fijas, por ejemplo en los vaticinios o en las profecías; quien enuncia sólo es considerado intermediario, no la fuente. El oráculo de Delfos no era responsable de lo que decía, pues sus juicios eran percibidos como la voz del dios. La escritura, y aún más la escritura impresa, tienen en sí algo de esta cualidad de oráculo. Como el adivino o el profeta, el libro transmite una enunciación que emana de una fuente, representada por quien ha efectivamente "hablado" o escrito el libro. El autor podría ser desafiado si fuera posible alcanzarlo, pero de hecho él no puede ser alcanzado en ningún libro. No hay modo directo de refutar un texto. Luego de una impugnación cabal y destructiva, seguirá diciendo las mismas cosas que antes. Éste es uno de los motivos por el cual la expresión "el Libro dice" asumió popularmente el mismo significado de "es verdad".
Walter J. Ong, filósofo
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