"Cristo", de Ernst Fuchs
La palabra "religión", tal como se usa ordinariamente, es equívoca. Un repaso a la historia revela que, por lo general, los genios religiosos atraen a discípulos y generan grupos de simpatizantes. Cuando dichos grupos llegan a ser lo bastante fuertes como para "organizarse", se convierten en instituciones eclesiásticas con sus propias ambiciones corporativas. Aparecen entonces el espíritu de la política y el afán de dominio dogmático y contaminan la inocencia original; de modo que cuando hoy en día oímos la palabra "religión", pensamos inevitablemente en una u otra "Iglesia"; y para algunas personas la palabra "religión" sugiere tanta hipocresía y tiranía, mezquindad y pervivencia de la superstición que se enorgullecen de decir, de forma genérica e indiscriminada, que "pasan" totalmente de la religión. Por lo tanto, casi ninguna de las bajezas que comúnmente se atribuyen a la religión puede serle propiamente atribuida a ella, sino más bien al perverso socio intelectual de la religión: el espíritu de dominio dogmático.
William James, "Las variedades de la experiencia religiosa"
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