miércoles, 8 de junio de 2016

Psicología profunda del par obra/espectador (Nasio)


El reciente libro de Juan David Nasio, "Arte y psicoanálisis" (Editorial Paidós), es, como la mayoría de los escritos de este autor, rico en reflexiones y conceptos. Desfilan por sus páginas Maria Callas, Francis Bacon, Pablo Picasso, Vallotton y otros artistas cuyas obras invitan a pensar el acto creativo, permitiéndonos al menos asomarnos al proceso que da nacimiento a una obra de arte, ya que el mismo, en su esencia, es siempre inaccesible para el observador externo.

Las siguientes palabras, extraídas de la página 113, son deliciosas en su descripción del mecanismo por el cúal el arte actúa, y en la particular relación que el espectador establece con una obra, originada siempre en el impulso creador de un artista que, cuando es eficaz, despierta sentidos afines en aquel que disfruta contemplando el resultado de su inspiración: "Cuando yo, espectador, me siento conmovido por la belleza de un cuadro, siento crecer en mí el deseo de pintar, de escribir, de actuar y de exteriorizar la tensión creadora que bulle en mi interior -sea yo un artista o no-. "Elevar el objeto imaginario a la dignidad de la Cosa", quiere decir, pues, en nuestra opinión , que la obra de arte - el objeto- ha logrado desencadenar en el espectador su propio impulso creador. Cuando un objeto es capaz de despertar en el otro una pasión creadora, ese objeto lo llamaremos la Cosa. Una obra no puede calificarse de "sublimada" sino desencadena en el espectador el mismo impulso creador que llevó al artista a producirla. En realidad, la sublimación es siempre una transmisión: el artista transmite al espectador el impulso creador que lo anima. Pues bien, para que el espectador pueda absorber este impulso, es necesario además que esté interiormente disponible, que se deje penetrar y fecundar por la fuerza que emana de la obra. Diremos entonces que el objetivo del arte es adormecer nuestra conciencia y hacernos permeables tanto a la excitación exterior surgida de la obra contemplada como a la excitación interior que emerge de nuestros propios impulsos. El arte actúa, pues, por hipnosis: adormece nuestra conciencia pero despierta nuestros impulsos creadores".



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