sábado, 4 de julio de 2020

Sobre Acción y Contemplación

Imagen: Loyola Marymount University

La vida contemplativa no está reñida con la actividad en el mundo, sino que más bien la supone. La espiritualidad ignaciana refleja este principio con una bella expresión, “ser contemplativos en la acción”. Ignacio de Loyola rompía, de esta manera, con esquemas dualistas enquistados (profano-sagrado, cielo-tierra, natural-sobrenatural), a la par que proponía evitar las polarizaciones que en nuestra experiencia en el mundo con tanta frecuencia solemos construir. Actitud que nos movería a “cultivar” la espiritualidad disociándonos de los problemas y desafíos del mundo actual (pobreza, injusticia, desigualdad, corrupción), o bien caer en un activismo atropellado, elusivo de sus propios fundamentos, y negador de lo Sagrado en la historia. Por el contrario, la invitación ignaciana es a aprender a “ver a Dios en todas las cosas”, experiencia intimísima que nos permite ofrendar una respuesta transformadora de realidades, poniendo todos nuestros dones y talentos al servicio de los demás.

Juan Manuel Otero Barrigón

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