viernes, 12 de junio de 2020

Pioneros en "Psicología de la Religión": (5) Henri Delacroix


Henri Delacroix (1873-1937) fue un psicólogo francés al que la historia de la disciplina ha postergado bastante en sus archivos de la memoria. Próximo a la filosofía de las formas simbólicas de Ernst Cassirer, con el que compartió una herencia humboldtiana, Delacroix analizó la religión, el lenguaje y el arte como universos simbólicos, formas de expresión y constitución tanto del pensamiento como del sentimiento. Desarrolló así una línea de investigación en psicología general en la que pueden situarse tanto sus sucesores en la cátedra de psicología de la Sorbona, M. Pradines, como el que fuera su alumno y posterior asistente en cursos, 1. Meyerson.

Su obra fue altamente reconocida durante el período de entreguerras, aunque posteriormente descartada por la corriente que se impuso tras la Segunda Guerra Mundial, de orientación fundamentalmente experimental. Sus estudios sobre la experiencia mística, la fe, el signo linguístico y la percepción musical conservan sin embargo un grandísimo interés para los interesados en una psicología de carácter cultural.

En su estudio clásico sobre el misticismo, condensado con el título "Études d'histoire et de psychologie du mysticisme; les grands mystiques chrétiens" (1908), Delacroix planteaba que para una comprensión de la esencialidad del misticismo cristiano se requiere un estudio profundo de la vida de sus grandes ejemplos. De esta manera, partiendo en sus análisis de las figuras de Teresa de Jesús, Madame Guyon, San Francisco de Sales y San Juan de la Cruz, entre otros, afirmaba que el místico posee una aptitud singular, que bebe de las aguas de la riqueza extraordinaria de la vida subconsciente.  Según su mirada, el místico se vale de los procesos fisiológicos y psicológicos de forma excepcional, incluyendo los automatismos e intuiciones de la vida subconsciente, para la transformación total de su personalidad.  Por esta ruta, y lejos de considerar la vida mística como reflejo de empobrecimiento emocional, disociación o psicosis, proponía que las sucesivas etapas de la vida mística representaban una forma nueva y creadora de existencia. O, en sus propias palabras: "Para entender el misticismo cristiano hay que acercarse directamente a los grandes místicos, sino hay riesgo de no ver otra cosa que sus características inferiores y de confundirlo con los accidentes nerviosos que lo complican, el histerismo o la locura religiosa".

Delacroix sostenía que los místicos, separados en el tiempo, el espacio y el medio histórico, constituyen un grupo, y su experiencia se liga a un mismo tipo psicológico. Así, un análisis comparado permite reflejar una sucesión de estados que dan forma a las exigencias comunes de todos los místicos, particularmente los del ámbito cristiano. Tienen por base el ascetismo, fundado en la renuncia, la mortificación, la simplificación y la concentración del pensamiento. Cesado luego el esfuerzo personal, aparecen los estados de éxtasis: la conciencia del yo individual y del mundo se obnubilan, y se organizan sentimientos de exaltación y alegría, alrededor de una intuición confusa, sentida como divinidad por su carácter espontáneo. Para Delacroix, este estado de éxtasis, interpretado por muchos psicólogos como el más característico de los místicos cristianos, no es más que uno de los estados que llevan al misticismo. Tras este espacio de enorme júbilo, sobreviene un período de crisis, de vacío, de muerte espiritual. La culminación del misticismo es el estado teopático, al que no todos los místicos llegan. Esta estación es más compleja que el éxtasis, ya que satisface simultáneamente las exigencias de la acción y de la contemplación. El místico anula solamente la acción individual; es un Dios interior el que opera y construye las cosas. La transformación global que se produce en la personalidad de los místicos discurre, así, mediante una serie de estados. 

Finalmente, y en otro de sus valiosos aportes, Delacroix publicó en 1902 "La Religion et la Foi", donde se dedicó a explorar la fe como el fenómeno religioso esencial para la psicología. Allí planteó que el análisis psicológico exhibe que en la fe religiosa se mezclan varias formas de creencia: la racional, que aspira hacia la certidumbre científica; la sentimental, que se sostiene sobre necesidades y tendencias; y, por último, la creencia por autoridad, que se recuesta sobre el poder y el rol de las instituciones. Cada religión, propuso el psicólogo francés, privilegia alguna de estas tres actitudes. Por otra parte, a lo largo de la historia predominaron unas u otras según el contexto de la época. Así, mientras que en la Edad Media predominaba una fe basada en la razón (Santo Tomás de Aquino), el desarrollo científico posterior fomentó una creencia sentimentalista, reaccionando contra una cultura intelectual demasiado agobiante. Delacroix analizó de esta manera la evolución de la fe, la utilización religiosa que se ha hecho de ella y la justificación doctrinal que la ha acompañado. Esta fue la puerta de entrada para abordar luego la experiencia religiosa de los individuos, a través de casos concretos (misticismo, inspiración profética, fanatismo, etc). 

Se trató, como podemos entrever, de una manera fresca y novedosa de comprender la vida íntima de las experiencias religiosas y místicas de radicalidad existencial, en una dirección muchas veces opuesta a la de la mayoría de sus contemporáneos que hasta ahora hemos tenido ocasión de explorar.


Reseña de Juan Manuel Otero Barrigón

Fuentes consultadas:
* Hollenback, Jess Byron. Mysticism: experience, response and empowerment. The Pennsylvania State University Press, Pennsylvania, 2000.
* Nelstrop, L. & Onishi, B.  Mysticism in the French Tradition: Eruptions from France. Routledge, New York, 2016.
* Pizarroso, N. & Fruteau, F. Henri Delacroix (1873-1937): hacia una psicología de las formas simbólicas. Revista de Historia de la Psicología, Madrid, 2004. Vol. 25, nro 4, pp. 129-140. 
* Talar, C.J.T. Modernists and mystics. The Catholic University of America Press, Washington, 2009. 

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