"Homosexualidad y Cristianismo", dos miradas alternativas
"¿Qué dice la Biblia sobre la homosexualidad? Realmente, muy poco. Jesús no dijo nada, que es lo más significativo.
Nos llama la atención las pocas veces que la Biblia toca esta problemática, en comparación a otros temas como los juicios, el orgullo, y la hipocresía, sobre lo cual si hablan mucho las Escrituras, a este se le dedica una atención mucho menor y menos apasionada. A todo esto debemos preguntarnos el por qué, para poder obtener un juicio equilibrado. En ninguna parte de la Biblia está la idea de condenar a las personas que son homosexuales. Estas declaraciones, sin excepción, se dirigen a ciertos actos homosexuales. Los escritores bíblicos no tenían ninguna comprensión de la homosexualidad como orientación psico-sexual. Esta verdad es un descubrimiento relativamente reciente. Los autores bíblicos se referían a los actos homosexuales realizados por personas heterosexuales que asumían esta postura con relación al sexo. La actitud de Jesús hacia las lesbianas y los gay no fue hostil... en la historia donde Jesús cura al criado del Centurión, la palabra usada para el criado es "pais", la cual en la cultura griega se refiere a un amante más joven de un hombre mayor o más educado.
La historia demuestra claramente un amor inusualmente intenso, y la respuesta de Jesús fue totalmente positiva" (Mt 8, 5).
Michael Piazza, pastor evangélico
"Es triste que en muchos países de nuestro mundo las personas sean perseguidas por su orientación sexual, en ocasiones castigadas por la ley, y en otras por la sombra –más sutil, pero igualmente demoledora- de la ignorancia, la burla, el rechazo y la incomprensión.
Con frecuencia he escuchado a gente buena que, sin embargo, no tiene reparo a la hora de hacer comentarios que van desde lo condescendiente hasta lo insultante hacia las personas homosexuales. Gente que en cuanto oye la palabra gay le añade lo del Lobby, como si la homosexualidad fuese ante todo una militancia, una ideología o un grupo de interés; en lugar de ser la condición de muchos millones de personas en todo el mundo, en todas las sociedades, en todas las épocas y en todas las situaciones sociales.
Como iglesia también tenemos que avanzar para forjar una sociedad y una comunidad libre de discriminación y prejuicio. Se ha recorrido camino. Han cambiado algunas cosas, y cada vez son más las voces que hablan con respeto, con ternura, y con valentía, frente a discursos que parecen anclados en otra sociedad y otra época. Pero hay que avanzar más. Tenemos que contribuir al reconocimiento de la radical dignidad de todas las personas en la sociedad en general, y en la iglesia en particular. Hay muchas personas homosexuales, lesbianas, y transexuales que creen en Dios y que se saben parte de la Iglesia. Pero que en ocasiones se sienten, como me decía un buen amigo, “obligados a ver el partido desde el banquillo”, porque se les dice que eso es lo que hay.
No es lo que hay. No puede ser. Si de verdad creemos en el Dios que a cada uno nos ha creado únicos y diferentes. Si de verdad creemos en la radical dignidad de todas las personas. Y si no caemos en moralizar lo que no es moral, sino la condición humana, en su complejidad y su diversidad".
José María Rodríguez Olaizola, sacerdote jesuita
No hay comentarios:
Publicar un comentario