sábado, 1 de abril de 2017

Breves apuntes sobre la religión según William James

"San Pablo ermitaño", de José de Ribera (1640)

"Breves apuntes sobre la religión según William James", por Juan Manuel Otero Barrigón

"Dios no existe", "Las personas religiosas sufren de trastornos emocionales, son delirantes", "Lo único válido es lo que nos dice la ciencia; si el método científico no logró demostrar la existencia de Dios es porque no hay Dios que descubrir", "Dios es fruto de un mecanismo de proyección". Esta era, a grosso modo, la manera en la que concebían la religión la mayoría de los teóricos sociales de principios de siglo XX. En ese contexto, en 1902, el psicólogo norteamericano William James publicó su célebre trabajo "Las variedades de la experiencia religiosa: un estudio de la naturaleza humana". Fue uno de los pioneros en el estudio psicológico de la religión, incluso antes que Freud , contemporáneo suyo, se ocupara del tema. A James lo apasionaba dar respuestas a preguntas como: ¿Es posible conciliar visiones tan antagónicas como las de la religión y la ciencia? ¿Qué ocurre psicológicamente en aquellos que dicen haber experimentado una visión o que aseguran conversar con Dios? ¿Alucinan las personas religiosas? James parte en su análisis reconociendo que existen dos tipos de religión a saber: por un lado, la institucional, aquella dimensión que engloba a las prácticas y normas que son propias de una sociedad determinada; por el otro, la personal, esa dimensión vincular sumamente íntima que se da en el encuentro entre el hombre y su Dios de referencia. James consideraba que es la dimensión personal la primera que debe ser atendida y estudiada, dado que la otra dimensión, la institucional, es secundaria y producto de un proceso de socialización.

En su magnífica obra, de referencia ineludible para quienes se sumerjan en el estudio de la psicología de las religiones, el padre del pragmatismo plantea que las personas pueden vivir experiencias místico religiosas independientemente de la cultura, dado que se trata de un fenómeno universal. Distinguía entre una religiosidad sana y religiosidad patológica. Las personas con una predisposición "saludable" tienden a ignorar la maldad en el mundo y se concentran en sus aspectos positivos y en el bien en general. Contrariamente, aquellas personas predispuestas hacia una religiosidad patológica no pueden dejar de lado la percepción del mal y del sufrimiento y necesitan una experiencia unificadora, religiosa o de otro tipo, que les permita reconciliar el bien y el mal en su psiquismo. Para James, los líderes religiosos fueron sujetos de experiencias psíquicas anómalas. Presos de una sensibilidad emocional exaltada; comúnmente tuvieron además una vida interior incompatible con las exigencias del mundo, y sufrieron de melancolía durante parte de su ministerio. Fueron estas características, agrega el psicólogo norteamericano, las que contribuyeron a atribuirles autoridad e influencia religiosa sobre los pueblos a los cuales se dirigieron. Sólo estas peculiaridades de su personalidad, clasificadas comúnmente como patológicas, pudieron dar lugar a experiencias religiosas de tan alto vuelo. Ya que la mística es un camino que trasciende la razón y evoca al radicalmente Otro.

William James

Es necesario, nos dirá nuestro autor, ponderar la eficacia de la religión: si una determinada persona, motivada por la fe, lleva a cabo actividades religiosas y si esas acciones redundan en efectos positivos, tales prácticas son entonces la vía adecuada para sí. Si por el contrario su accionar no es eficaz, la persistencia de la práctica religiosa aparece desprovista de racionalidad. Al final, pareciera que como bien refirió Einstein, el hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir. O como poéticamente escribiera Borges: "La firme trama es de incesante hierro,/pero en algún recodo de tu encierro/puede haber una luz, una hendidura./El camino es fatal como la flecha./Pero en las grietas está Dios que acecha".

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