MEDITACION #15
Vivimos la era del "neurotodo", donde la psicología pareciera sucumbir al reduccionismo científico, y donde algunos encuentran en el cerebro la única explicación válida para la naturaleza humana. Este paradigma neurocentrista despoja a la psique de su profundidad, devaluando las dimensiones simbólicas y espirituales que definen la experiencia humana; las cuales abarcan, pero a su vez trascienden, lo puramente biológico. Al reducir la psique a un conjunto de procesos neuronales, se pierde la riqueza del alma, transformando la psicología en una rama más de la biología.
Las neurociencias aportan avances interesantísimos en la comprensión de nuestra base material, por ende su contribución es innegable. Sin embargo, cuando caemos en la tentación de querer explicar todo a través de la actividad cerebral, terminamos ignorando el significado personal y la búsqueda de propósito que trascienden lo puramente físico. La exaltación de lo neurobiológico refleja una tendencia cultural hacia la cuantificación y objetivación de la realidad, donde sólo lo que es medible pareciera tener valor. La psicología necesita honrar sus orígenes, y recuperar su capacidad para explorar el misterio y el simbolismo, elementos que no pueden ser abordados desde una perspectiva meramente neurocientífica.
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