En el otro lado, donde los caminos se bifurcan y el tiempo juega con los días, todo lo que alguna vez me inspiró sigue ocurriendo. Las viejas conversaciones nunca terminan, los libros se reescriben solos en las estanterías y los atardeceres mantienen su luz inalterada. Las decisiones que dudé, en ese lugar siempre aciertan, y las puertas que no abrí están entreabiertas, invitando. Es un mundo paralelo donde la nostalgia se convierte en presencia, y cada inspiración sigue viva, vibrando como si el tiempo fuera solo un espectador.
Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón
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