Pintura: Leon Zernitsky
Reconectándonos con nosotros mismos: los desafíos de la sociedad moderna
Por Sonal Murali (trabajadora voluntaria en la Sociedad Teosófica en Adyar durante muchos años)
Texto extraído de: http://revista-el-teosofo.com.ar/teosofocas/201803/revteos20180310.html
Hay mucho de qué alegrarse en el mundo de hoy por la generación que creció leyendo a Harry Potter, lo que marca un hito en la literatura. Un libro, una historia lanzada al mismo tiempo a través de todos los continentes, se convirtió en una obsesión de la noche a la mañana con una generación de jóvenes y adultos por igual, reemplazando a los clásicos, la mitología, los cuentos de hadas, así como los cuentos de epopeyas y aventuras a través de las culturas.
El mundo se ha encogido. Sin embargo, a muchos no les gustaría utilizar el término "encogimiento" y prefieren verlo como "expansión". Nuestras fronteras del conocimiento están en constante expansión. En la historia conocida, sabemos mucho sobre el mundo físico así como del espacio, y sentimos que muchas cosas están a nuestro alcance. Actualmente estamos verdaderamente conectados en redes y las distancias se han esfumado, acercándonos más que nunca.
Las dos últimas décadas han cambiado el mundo desde que se creó la World Wide Web (Red alrededor del mundo). La misión de Google, fundada en 1998, fue organizar la información del mundo y hacerla universalmente accesible y útil, de modo que tanto la información como la tecnología pudieran compartirse fácilmente. Sin embargo, en 2018 queda por realizar la inclusión digital de una gran parte de la humanidad. Y si la tecnología ha llegado a su último miembro, lo ha hecho en una versión transformada, por lo que sus beneficios siguen siendo muy desiguales.
La globalización ha hecho posible la contracción mediante la liberalización del comercio y la movilidad. Sin embargo, nuestras preocupaciones sobre el futuro se han incrementado y el Foro Económico Mundial 2018 deliberó sobre "Crear un Futuro Compartido en un Mundo Fracturado".
Un mundo fracturado
La globalización era un sueño que no veía las distancias ni las fronteras como impedimentos. El resultado fue cierta estandarización del estilo de vida, los valores y el comportamiento en todo el mundo, pero el mundo sigue luchando contra la pobreza y el hambre. El "paso gigante para la humanidad" nos ha llevado a un mundo fracturado, el mundo nunca estuvo completo, pero hoy probablemente está más fracturado que nunca. Los medios de comunicación, la religión, la política de identidad, el nacionalismo, se han convertido en medios para servir al propósito de los centros de poder que son esencialmente egoístas. No es de extrañar que también estemos observando dos de las mayores amenazas: el cambio climático y el terrorismo, ambos provocados por el hombre.
Los valores materialistas establecidos con el advenimiento de la industrialización y las semillas de la globalización, se sembraron cuando Colón descubrió América cuando buscaba especias indas. Hoy, la ciencia ha remodelado nuestro paisaje, y la globalización y los medios de comunicación la han generalizado. Jacques Mahnich (Conferencia: Teosofía y Ciencia, Convención de Adyar, diciembre de 2014) dice:
"La ciencia ha penetrado profundamente en nuestras vidas cotidianas e impregna ahora casi todos los aspectos de las sociedades humanas. Los ámbitos industrial, económico, financiero, educativo, artístico y cultural dependen todos ellos de las tecnologías. . . . Los medios de comunicación mundial, el acceso en tiempo real a la información, los procesos en línea, han impulsado la aceleración del desarrollo. En ese sentido, el mundo se ha convertido en una aldea global. Las mejores universidades y centros de investigación tienen ahora un enfoque interdisciplinario y multinacional. El tipo de sinergia que esto proporciona no tiene precedentes".
La cuestión de si la ciencia se siente éticamente responsable de su uso, no concierne a muchos. Mahnich describe la situación actual como sentarse en un coche de carreras de alta tecnología sin volante ni cinturón de seguridad. El impacto aquí es a nivel planetario, afectando toda la vida.
Por lo tanto, es vital que analicemos el impacto de la globalización y la tecnología en nuestras sociedades, familias y en nosotros mismos, colectiva e individualmente, social y psicológicamente. El fenómeno de la "reducción" nos ha puesto a todos en una especie de "crisol". La diversidad está desapareciendo rápidamente. ¿Qué han hecho estos rápidos cambios en nuestras mentes, valores, hogares, estilos de vida y relaciones? ¿Ha creado esto una amenaza existencial para nosotros, el Homo sapiens, en una sociedad digital moderna?
Los sociólogos han dicho que, por un lado, encontraremos grupos más heterogéneos y, por otro, habrá más guetos urbanos en los que los no deseados serán desterrados y mantenidos en límites. Hoy estamos en la cúspide de la libertad individual y, sin embargo, de vez en cuando, inesperadamente, exhibimos una mentalidad de enjambre donde no hay identidad, sólo un frenesí colectivo. Cuando cada miembro de la sociedad no tiene sentido de pertenencia, el espacio para el individuo disminuye y ser parte de una turba proporciona sentido de seguridad e identidad. Estos cambios rápidos no dan tiempo para el procesamiento, y muchos se sienten completamente perdidos. Tenemos que lograr una comprensión equilibrada de estas paradojas de la actualidad.
Tener o Ser
Erich Fromm, en su libro ¿Tener o Ser? dice que un cambio en la cultura norteamericana del "ser" al "tener" vino con la Revolución Industrial. Apareció la obsesión de "tener", y la cantidad de posesiones dictó el "índice de felicidad", firmemente arraigado en la creencia de que el dinero puede arreglar cualquier situación incómoda. Esto contrasta con la comprensión oriental de que nada externo es responsable de cómo uno se siente en su interior, y que ningún número de circunstancias externas puede tener ningún impacto en nuestro estado de ánimo.
Este cambio hacia el "tener" también llevó a "tener cosas hechas por el hombre", en oposición a la alegría ilimitada que la vida nos ofrece gratuitamente. Los bienes se convirtieron en un símbolo de estatus y se crearon "necesidades falsas". El modo "tener" se concentra en las posesiones materiales con el consiguiente sentimiento de poder y agresión, que es la base de los males universales de la codicia, la envidia y la violencia; mientras que el modo "ser" se basa en el amor, el compartir y comprometerse con la actividad constructiva. Fromm siente que la lucha de estos dos modos de existencia ha afectado el espíritu de la humanidad. El simple hecho de examinar en nuestra vida cotidiana su dictamen de "tener o ser", puede salvar nuestro amenazado planeta y también provocar una nueva revolución social y psicológica.
El hombre unidimensional
La vida es dinámica y llena de sutilezas, pero el tipo de estrechamiento de la vida y del vivir que está experimentando la generación actual es, acertada y metafóricamente, descrita por el filósofo Herbert Marcuse en su Hombre Unidimensional en una sociedad unidimensional. Su argumento es que las falsas necesidades creadas por la sociedad industrial avanzada integran a los individuos en el sistema existente de producción y consumo a través de los medios masivos de comunicación, la publicidad, a través de medios subliminales y la gestión industrial.
Unos pocos individuos dictan nuestras percepciones de la libertad permitiéndonos tomar decisiones para comprar la felicidad. Considera el consumismo como una herramienta para la domesticación de la población, una forma de control social. Continúa la creación irracional de nuevos productos, requiriendo la eliminación de productos viejos, u obsolescencia de productos viejos. Un individuo pierde su humanidad y se convierte en una herramienta de la máquina industrial y en un engranaje de la máquina consumidora, mientras se engaña al creer que tiene el poder de comprar.
Según él, en este estado de "falta de libertad" los consumidores actúan irracionalmente y compran más, trabajan más para comprar más, e ignoran los efectos psicológicamente destructivos de la basura y el daño medioambiental, y buscan la conexión social a través de objetos materiales, que se convierten en la base de todo. Dado que los artículos están controlados por la industria, se trata de un mecanismo autoritario. Como resultado de la domesticación de la población, el potencial revolucionario en Occidente ha disminuido al mínimo.
El concepto de "hombre unidimensional" afirma que otras dimensiones de la existencia humana han sido eliminadas. Vivimos en una época de dominación social del hombre por el hombre y el totalitarismo puede imponerse sin terror, mientras las personas continúan sintiendo que son libres.
Obligación de "convertirse" en la modernidad líquida
Los cambios que ocurren en la sociedad moderna son tan rápidos que el mundo moderno está perdiendo lentamente cualquier sentido de solidez. Cada nueva estructura sustituye a la anterior, que se la declara "anticuada" por fecha, no por su utilidad. Zygmunt Bauman lo llama "modernidad líquida" porque está en constante estado de movilidad y cambio, derroca constantemente las formas anteriores, y necesita un cambio constante en las relaciones e identidades. El cambio permanece como la única constante. Él dice:
"Las formas de vida moderna pueden diferir en muchos aspectos, pero lo que las une a todas es precisamente su fragilidad, temporalidad, vulnerabilidad e inclinación al cambio constante. Ser "moderno" significa modernizarse compulsivamente, obsesivamente; no tanto "ser", y mucho menos mantener la identidad intacta, sino "convertirse" para siempre, evitar la consumación, permanecer indefinido".
La constante obligación de "convertirse" puede resultar en un desafío existencial. La modernidad siempre es algo nuevo y diferente, una característica de la modernidad que es inseparable. En esta búsqueda de ser moderno no existe un "estado final de perfección", sino una infinidad de mejoras sin una visión final y sin ningún deseo. Esto crea en la persona un sentimiento perpetuo de "estar incompleto". Nuestra sociedad es una de las muchas en el mundo que puede afirmar que hay jóvenes que cometen suicidio.
La sociedad exige del individuo una búsqueda constante de identidad con sus propios parámetros de estandarización, y la búsqueda de una identidad se convierte en una tarea. Ser individuos en la sociedad líquida significa no sólo ser buenos consumidores, sino ser bien competitivos en el mercado global. Tal condición no sólo requiere la compra de los "artículos de moda", sino también la compra de un "cuerpo de moda", lo que ayuda a la auto-manipulación de nuestro propio aspecto físico y del de la siguiente generación. Las cirugías estéticas son una tendencia común en la actualidad y la compra de genes no está muy lejos. Los medios de comunicación social también ayudan a la auto-manipulación de nuestra felicidad individual y familiar.
J. Krishnamurti dijo que el miedo y el deseo son las dos fuerzas primordiales que impulsan a la humanidad en el reino psicológico: el deseo de llegar a ser, y el miedo de perder lo que uno es, o no llegar a ser lo que uno desea. Esto es diferente a una flor que no desea convertirse en una flor, florece naturalmente. Uno puede ver cuán explosivamente se ha alimentado este deseo de "convertirse" por parte de la sociedad moderna. No se trata simplemente de "llegar a ser" con un resultado tangible, sino de estar siempre en el estado de "llegar a ser"; ya no se trata de "más para mí", sino de "más de llegar a ser", de reinventarse a sí mismo constantemente.
Esto también tiene el elemento de autoengaño, al no permitir que una persona vea cómo está operando en esta matriz unidimensional, siendo el rasgo común la “temporalidad". Por lo tanto, es fácil asumir que el azar y la incertidumbre dictan la naturaleza de las cosas y que no hay un orden inherente o implícito. Puede que esto no sólo cargue con un estrés colosal a las personas, sino que las desestabilice por dentro. Dada la naturaleza de la economía de mercado que gobierna el mundo, la respuesta de la sociedad a lo anterior puede verse en la proliferación de técnicas de meditación y gurúes que una persona que se encuentra constantemente sintiéndose "incompleta" busca comprar, en lugar de abordar la raíz del problema dentro de sí misma.
Fiel a su nombre, la "modernidad líquida" no tiene forma, sino que puede tomar innumerables aspectos y fluir de manera imprecisa. La evidencia se puede ver más fácilmente en el enfoque contemporáneo de la auto-identidad, donde la construcción de una identidad duradera que se mantenga en el tiempo y el espacio se hace cada vez menos posible. Bauman dice que hemos pasado de una época en la que nos entendíamos como "peregrinos" en busca de un significado más profundo, a una época en la que actuamos como "turistas" en busca de múltiples pero fugaces experiencias sociales.
Umberto Eco, filósofo italiano, dice que los problemas permanecen invisibles para las personas nacidas dentro de una sociedad determinada. Habla de la agitación de los valores ideológicos, de las crisis de diversa índole, del individualismo desenfrenado, y dice que en esta sociedad líquida no es fácil encontrar una estrella polar que nos guíe y nos lleve a la luz. ¿Era quizás más fácil cuando un Jesús o un Buda caminaban sobre la tierra?
Impacto en el cerebro
J. Krishnamurti habló sobre la crisis de la conciencia humana, donde el cerebro se atrofia a medida que la gente se vuelve más y más dependiente de los aparatos y la automatización. Sin embargo, la etapa de alerta puede haber pasado y podríamos estar en un curso irreversible.
El Dr. José Foglia, en la Convención internacional de la ST en Adyar, el 4.01.2018, habló extensamente sobre cómo la revolución digital afecta al cerebro y los desafíos que plantea a las personas desde el punto de vista social y psicológico. Poco a poco, a medida que su grupo de impacto se hace más joven, las etapas de desarrollo del cerebro podrían verse afectadas. Dado nuestro entorno cada vez más digital, este podría ser un fenómeno omnipresente.
La otra crisis existencial es el surgimiento del pensamiento dialéctico, que ve las cosas existentes "como algo distinto de lo que son", negando las posibilidades presentes en ellas mismas al llegar a la conciliación más económica y razonable de la información. Una flor, o un lugar, o una persona no se ven por sus posibilidades inherentes, sino que se reduce a hechos dados sobre ella y más tarde pasa a formar parte de la memoria semántica.
Al nacer el lenguaje verbal, el mundo manifestado se redujo a los "nombres", etiquetas, símbolos que lo representaban. Con el advenimiento de las computadoras, un modo binario opcional de cualquiera de ellas, lo redujo a una caricatura de lo que es. Finalmente, en una realidad virtual, es como una versión animada de la caricatura del mundo, cortando así todas las posibilidades de entrar siempre en contacto con el mundo real o experimentarlo en su plenitud.
En este contexto, las enseñanzas de Krishnamurti se convierten en la más radical y la única solución para la psique fracturada de la raza humana. Nos recuerda una y otra vez que la palabra no es la cosa. Él nos exhorta a verla en la realidad, y no simplemente a conocerla como un hecho. Nos pide que vayamos al quid de la dualidad de que el conocimiento no es lo real. Está muy claro de que como estamos fundamentalmente en un curso diferente en esta era de la información en la que los "datos" gobiernan de forma suprema, el poder es sinónimo de quien recoge y controla los datos, tiene acceso a los datos, velocidad de transferencia, etc.
Demencia digital
Con respecto a la tecnología digital, hemos pasado de la adicción a la dependencia. Su uso excesivo se ha convertido en una necesidad profesional, o debido al entorno digital uno se ve obligado a funcionar en él. Estar constantemente en un modo binario de pensar produce una desconexión frente al modo analógico que tiene continuidad.
Manfred Spitzer habla de cómo el uso excesivo de la tecnología digital puede causar una ruptura de las capacidades cognitivas, resultando en demencia digital. Advierte que, a corto plazo, las vías cerebrales comenzarán a deteriorarse debido a la infrautilización. Lo llama "Atrofia de la memoria inducida por la tecnología". Gradualmente, las personas pueden perder la capacidad de pensar o interactuar con personas cara a cara.
El funcionamiento en un entorno digital ha impactado los cuatro tipos de memoria, episódica, semántica, procesal y de trabajo, produciendo un desequilibrio con la memoria semántica que se basa en gran medida en nuestra sintonía con la realidad y que la está afectando seriamente. Marcel O'Gorman, que actualmente investiga la abstinencia digital, afirma que la prótesis se ha confundido con el órgano, y corremos el riesgo de experimentar eventos, no como participantes sino como dispositivos de grabación.
Uno de los últimos dominios cognitivos en deteriorarse es la Memoria Procesal, que permite a las personas aprender habilidades que se vuelven automáticas (inconscientes). Pasando de 4 a 7 horas al día con aparatos, el dominio permanece subdesarrollado en la gente, e incluso en los niños. La memoria de trabajo está en peligro ya que permitimos que Internet nos interrumpa de maneras cada vez más diferentes, afectando la concentración y la atención, resultando en una fragmentación mental. Actualmente, millones de niños padecen el Síndrome de Déficit de Atención, que ha provocado hiperactividad y comportamientos violentos en casos extremos.
Spitzer concluye que los niños y jóvenes corren el riesgo de perder o incluso de no desarrollar habilidades cognitivas; particularmente en riesgo está la "neuroplasticidad", la capacidad del cerebro para adaptarse a nuevos requerimientos. Los niños utilizan los medios de comunicación durante largas horas, y como todo lo que se percibe deja "rastros en el cerebro", son las impresiones de los medios digitales y las experiencias del mundo no real las que dejan sus huellas en el cerebro. Como resultado, la habilidad de procesar cosas del mundo real se atrofia. No es probable que los niños adquieran estas habilidades más tarde en la vida porque no han sido generadas durante la fase más importante del desarrollo del cerebro.
En esta era de datos, nuestra educación y nuestra sociedad dependen en gran medida de la memoria semántica, que no se basa en experiencias de la vida real, sino que se deriva de textos impresos o de medios digitales no relacionados con experiencias sensoriales, emociones y sentimientos, o por interacción con otras personas y seres vivos. Subcontratar nuestra memoria a los teléfonos inteligentes en cada vez más maneras es atrapante y la dependencia de los dispositivos a nivel micro es común. El lapsus de memoria a corto plazo y la fatiga cerebral se encuentran incluso entre los jóvenes. El ayuno digital o tomarse un sabático digital se ha convertido en un mecanismo de supervivencia.
El desarrollo de las habilidades racionales y de investigación del lado izquierdo del cerebro tiene lugar a expensas del lado derecho, que es creativo, imaginativo, artístico, reflexivo e intuitivo. El lado izquierdo mide, juzga, analiza, mientras que el lado derecho sintetiza y percibe de manera diferente. Actualmente hay un aumento de la actividad en el hemisferio izquierdo a gran escala, dejando el lado derecho sin explotar o subdesarrollado.
La compasión y la empatía se están debilitando. Todo se ha convertido en una mercancía para ser comprada y utilizada. La madre naturaleza, el reino animal y otros seres humanos son mercancías. La educación se percibe ahora como "desarrollo de los recursos humanos". La explotación de la mano de obra y la trata de seres humanos están aumentando en las economías emergentes. La riqueza y el poder se concentran en manos de unos pocos.
La necesidad de reconectarnos con nosotros mismos
Muchos pensadores opinan que la crisis actual que afecta a nuestro planeta no tiene precedentes en milenios, siendo la globalización, los medios de comunicación y la tecnología los principales factores. Falta un sentido de responsabilidad universal, ya que la individualidad y el interés propio están en el centro de todo. El sentido de lo incompleto está omnipresente, y el placer, sin tener en cuenta la responsabilidad, es la norma de hoy, basado en la premisa de que los seres humanos están en la cúspide del orden natural y todo está hecho para su disfrute.
La sociedad se ha convertido colectivamente en el segundo pájaro del cuento del Upanishad, el que disfruta, y no en el que observa. Los derechos son importantes y la libertad de elección se aplica con respecto a los deberes u obligaciones. Los medios sociales han invadido nuestra privacidad, y lo que puede publicarse en los medios sociales comienza a controlar sutilmente nuestras vidas. Es una situación peligrosa en la que uno ha perdido completamente el contacto con lo que es auténtico y espontáneo en su verdadero sentido. Denota una especie de plasticidad, una versión inventada que esconde la realidad, metafórica, irónica y físicamente también. Para estirar la metáfora, lo plástico no puede recuperar su equilibrio.
El interés propio a costa del bien mayor se ha convertido en el pilar principal. La pregunta ahora es, ¿cómo podemos lograr la integración en nuestras vidas? ¿Cómo nos reconectamos realmente con la naturaleza y con otros seres vivos? ¿Cómo podemos detener este proceso centrífugo y acercarnos al centro de nuestro ser? ¿Cómo podemos detener estas actividades esencialmente destructivas y reconectarnos realmente con nosotros mismos?
La Teosofía le ha dado al mundo una literatura inmensamente valiosa sobre el hombre y su lugar en el universo, de la unidad fundamental de la existencia, de la interconexión e interdependencia de todo. Muchas enseñanzas teosóficas se han convertido ahora en parte de la corriente principal de pensamiento entre los ambientalistas y los pensadores sociales, con una comprensión profunda e innegable de que uno ya no puede permanecer aislado. Estamos juntos en esto y nos afectamos mutuamente todo el tiempo. Pero saber que esto es verdad a un nivel más profundo es la única manera de lograr un cambio real.
Las enseñanzas teosóficas están repletas de sutras o aforismos, sobre cómo vivir. Nos exhortan a dar más de lo que recibimos; a llevar una vida profundamente altruista y a tener un profundo y permanente respeto por todos los seres vivos y por la vida misma. Cuando esto ocurra, habrá naturalmente un espíritu de custodia y una perspectiva verdaderamente global que pueda crear un mundo sin fronteras ni límites, no confinado por barreras o ideologías, fundado en la igualdad, donde hombres y mujeres se tratarán unos a otros y a todas las criaturas vivientes y a las bondades de la naturaleza con respeto. La Teosofía nos enseña a ser humildes en el conocimiento de que somos una mera mota en el vasto diseño de un universo que tiene un orden y ritmo intrínseco. Es con este espíritu de unidad que podemos verdaderamente hacer de la Teosofía un poder viviente en el mundo.
Las enseñanzas teosóficas son nuestra herencia, que continuarán siendo un faro de luz basado en la sabiduría para el servicio a la humanidad. La sabiduría, que es la cualidad más elevada de la mente y puede ser despertada a través de la auto-transformación, muestra que el desinterés es el único camino contra el interés propio que es la causa raíz de todos los males del mundo de hoy.
Radha Burnier dijo:
"La vida tiene dimensiones y sutilezas inconmensurables. Es rica, creativa, dinámica. La Verdad, al ser el descubrimiento de la belleza y del misterio de la Vida, necesariamente también es ilimitada, una bendición sin paralelo".
Hemos alterado y transformado radicalmente esta bendición en un fenómeno unidimensional, impactando nuestras vidas en todos los sentidos. Tenemos una necesidad urgente de reexaminarnos a nosotros mismos, individual y colectivamente.
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