sábado, 9 de noviembre de 2024

Microcuento IV. La Principal y su Sombra

Laura navegaba distraída por las redes cuando se encontró con un perfil que llevaba su nombre. Las fotos eran impecables, los comentarios llenos de amor, y su vida ahí parecía sacada de una película. Intrigada, empezó a seguir a esa “otra Laura” y descubrió que la gente la adoraba. Mientras tanto, su vida real se venía abajo entre soledad y líos. Un día, quiso cambiar la contraseña, pero le apareció un mensaje: “Lo siento, pero ya no sos la Laura principal.”

Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón

¿Podrían evitarse las guerras? Por Néstor E. Costa

 
"Descanso de Marte", Diego Velázquez, c. 1640


¿Podrían evitarse las guerras?

Por Néstor E. Costa*



Solía recordar frecuentemente el psicólogo y psiquiatra suizo Carl G. Jung, que no hay idea que no tenga su antecedente histórico y la que promueve este breve escrito es una de ellas. Precisamente, si hay algo que tenga antecedentes desde hace muchos milenios es la guerra. Ese compendio de actitudes de todo tipo, desde las más sublimes hasta las más aberrantes.

Partamos de la premisa que todo fenómeno complejo y la guerra lo es, no se debe a sólo una causa. Por definición es multicausal. Para muestra basta sólo un botón dice el refrán. Así que veamos ese botón: Hace un poco más de cien años comenzaba la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de acuerdo a la mayoría de los historiadores, habría no menos de seis teorías distintas que explicarían a que se debió la misma: cuestiones económicas, territoriales, expansivas, políticas, etcétera. Pero ninguno de dichos analistas nos dice que el inicio, el desarrollo y el fin de la misma, como de otras tantísimas a través de los milenios, ha sido el ser humano, es decir, su psique.

Hay una película de origen estadounidense cuyo título en castellano es: “El hombre sin sombra”, como no la vi, simplemente me atrajo aquello del hombre “sin sombra”, así que realmente no sé si se refería a la sombra física o aquel arquetipo al que nos remite Jung y que es una parte tan importante del psiquismo. Tan importante es, que lo señala en más de una oportunidad: “no hay sujeto sin sombra”. Habida cuenta que la “sombra” serían todos aquellos aspectos negativos de la personalidad que habitan
nuestro inconsciente personal y que suelen estar cercanos a nuestra consciencia, incluso hasta podemos dar cuenta de ellos no más una situación de vida nos incomode, nos frustre, nos angustie o nos enoje.

¿Pero que será aquello de la sombra que pueda tornarla tan peligrosa? Primero: sus múltiples maneras de manifestarse, tanto hacia la propia persona como hacia las cosas o hacia otros.

Segundo: relacionado con lo primero, la carga de energía que llevaba la acción que provocó que se manifestara la “sombra”. Fuera ésta expresada con gritos, golpes, gestos o con un arma.

Tercero: el hecho que, si bien la sombra habita en general lo inconsciente personal, sus raíces se hallan en la parte más profunda y arcaica de lo inconsciente colectivo, lo que significa que existe la posibilidad que supere el simple marco de una reacción individual para expresarse en el orden de lo colectivo. Es en este punto donde entraría a evaluarse el porqué de una guerra, para lo cual tendremos que empezar por analizar al “yo”, ese débil sujeto de la consciencia que intenta guiarnos por la vida.

El “yo” para Jung es la máscara que nos vincula con el mundo, asiento de la consciencia, siendo la parte superior de un psiquismo compuesto por un “inconsciente personal”, el lugar de las represiones, de los olvidos, de las supresiones, pero cuya energía a veces no llega a impactar a la consciencia, otras veces sí , dando lugar a las neurosis, pero también de la existencia de un “inconsciente colectivo”, asiento de las formas de ser y de pensar de todos; este “inconsciente colectivo” no es pasible de concientización, pero sí de la forma de actuar que ha tenido la humanidad. Un espacio teórico que podría considerarse también como la forma ancestral que nos iguala a todos. Señalemos que a nivel individual puede
manifestarse en determinadas circunstancias y cuando lo hace, puede generar un trastorno mental grave, dado que el “yo” de ese sujeto ha sido “absorbido”, “anulado”, por lo colectivo. Ahí tenemos una psicosis. Pero cuando ese estrato arcaico se manifiesta colectivamente, por ejemplo, a nivel de una nación o de varias, tendremos una guerra o una guerra civil.

Ese “yo”, por otra parte, disminuirá su potencia equilibrante en la medida en que se encuentre en medio de una “masa” de gente, dado que la masa de gente- cada uno con su propio “inconsciente colectivo”- si bien genera una altísima energía, no pasa lo mismo con el “yo”, que consecuentemente disminuye su posibilidad de elección y de toma de decisiones, ejerciendo ese control que hasta ahora era del “yo”, la masa. Es decir, comienzan entre los sujetos las llamadas “identificaciones” o “participaciones místicas”, al decir de Levy Bruhl, sobre todo, cuando el sujeto, por más capaz o sensible que sea, participa del mismo pensar que la masa. Casos clásicos, en este sentido, son los actos políticos o los
cánticos de una barra en una cancha de fútbol. Ambas masas, pueden generar momentos agradables o altamente destructivos.

Vamos a ver algunas reflexiones del propio Jung en este sentido que son realmente lapidarias, pero a nuestro modo de ver, muy ciertas. Si bien no podemos dejar de tomar en cuenta que fueron dichas hacia finales de la década de 1930, con todo lo que ello implicó para la Europa de esa época.

No todo el mundo tiene virtudes, pero todo el mundo tiene bajos instintos animales, la sugestibilidad básica del hombre primitivo de las cavernas, las sospechas y los trazos viciosos del salvaje. El resultado es que una nación con varios millones de personas ni siquiera es humana. Es una lagartija, o un cocodrilo, o un lobo.” “¿No sabe que, si elige a cien personas entre las más inteligentes del mundo, y las agrupa, formarán una multitud estúpida? Diez mil de ellas juntas tendrían la inteligencia de un
reptil. En una muchedumbre, las cualidades comunes que todos poseen se multiplican, se apilan, y se convierten en características dominantes de toda la muchedumbre.” “La masa no alcanza el nivel de las inteligencias superiores que la componen.” “Lo inconsciente colectivo es un hecho real en los asuntos humanos. Todos participamos en él. En un sentido constituye la sabiduría humana acumulada que heredamos inconscientemente; en otro sentido amplía las emociones humanas comunes que todos compartimos” (Hull- McGuire, p.146 y ss.).

Pero veamos qué nos dicen otros autores al respecto.

En 1931, la Comisión Permanente para la Literatura y las Artes de la ya desaparecida Liga de las Naciones, antecedente de lo que años más tarde sería la actual Naciones Unidas, encargó a Albert Einstein que organizara un intercambio epistolar entre reconocidos intelectuales de esa época sobre temas escogidos y que fueran de interés para la mencionada Institución. Uno de los elegidos fue Sigmund Freud a quien le escribe en julio de 1932, aceptando éste de inmediato la invitación a participar.

En uno de los párrafos de la misiva de invitación, Einstein le pregunta al Dr. Freud: ¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra? Más adelante, el autor se pregunta, refiriéndose a quienes instrumentan el uso de las mismas: “¿Cómo es que estos procedimientos logran despertar en los hombres tan salvaje entusiasmo, hasta llevarlos a sacrificar su vida? Sólo hay una contestación posible: porque el hombre tiene dentro de sí un apetito de odio y destrucción. En épocas normales existe en estado latente, y únicamente emerge en circunstancias inusuales”.

La respuesta de Freud no se hizo esperar. “Lo ha dicho Ud. casi todo en su carta…me limitaré a corroborar todo cuanto usted expresa, procurando exponerlo más ampliamente según mi mejor saber o conjeturar”.

Siguiendo a Freud, éste pensaba que los conflictos de intereses (analizando la historia de la humanidad) entre los hombres se zanjan, en principio, mediante la violencia, al igual que en todo el reino animal del cual el hombre no debiera excluirse. Si nos situamos en una pequeña horda primitiva, señala, era la fuerza muscular la que decidía una disputa. La fuerza muscular se vio pronto superada por la aparición de las armas, quien tiene las mejores armas o sabe usarlas mejor, es quien vencerá e
impondrá su voluntad. El fin último de esa lucha será matar a su rival, lo que, a modo de beneficio secundario, es también una advertencia para otros grupos.

El planteo freudiano en respuesta a las inquietudes de Einstein, lo lleva a aceptar la idea del físico, de que en el ser humano hay una pulsión a odiar y aniquilar y señala lo que se entiende por la idea pulsional en psicoanálisis.

Para el Psicoanálisis, el ser humano tiene lo que se denomina pulsiones, entendiendo con ello una carga energética y un factor de motilidad que tiende hacia un fin y existirían de dos tipos: las llamadas “eróticas” (reúnen y conservan) en el sentido de Platón, tal como lo presenta el filósofo a esta suerte de genio en “El Banquete” o también llamadas “sexuales” y otras pulsiones que quieren destruir y matar y que se reúnen bajo el título de pulsiones de “agresión” o de “destrucción”. Ambas pulsiones son indispensables para la vida, a punto tal que, ninguna puede actuar por separado, siempre se encuentra ligada con un cierto monto de energía con su opuesto. Un ejemplo de lo que nos plantea Freud es que la pulsión de autoconservación, que es para este autor de origen erótico, necesita disponer de la agresión, si quiere lograr su objetivo.

Pero hay algo más que interesante en su planteo, por ejemplo, en lo relativo al placer, que no sólo puede observarse en actos que estén de acuerdo con lo que se entiende vulgarmente por dicho término, sino que está también ligado al agredir, al destruir o en las innumerables crueldades que a través de la historia de la humanidad se han podido constatar y se siguen observando en la vida cotidiana, lo que confirma su existencia e intensidad, y por las cuales el ser humano también obtiene placer y disfruta. Casos como las parejas sado/masoquista son un claro ejemplo.

Es indudable que la pulsión de destrucción de acuerdo a Freud, trabaja “dentro” de todo ser vivo con lo que se produce una tendencia inconsciente en el sujeto de conducir la vida al estado de la materia
inanimada. Este planteo de Freud lo llevó a cambiar de nombre a dicha pulsión, sin abandonarlo del todo y denominarla “pulsión de muerte”. Por lo que, así como las “pulsiones eróticas” o “sexuales” representan la vida y sus afanes, así la “pulsión de muerte” deviene en “pulsión de destrucción
cuando es dirigida hacia afuera. “El ser vivo preserva su propia vida destruyendo la ajena“.

Conclusiones:

Tanto Freud como Jung y otros autores, proponen distintas formas para evitar la guerra, cualquier tipo de ella. Pero coinciden en que debe ser aumentando todo lo que tenga que ver con el amor y aceptar, para poder dominar, todo lo relacionado con la “sombra” o con la llamada “pulsión de
muerte”. Nadie puede dominar a sus pasiones si antes no las enfrentó, decía Jung con suma claridad. Pero lo dicho será con el tiempo, nada fácil por cierto, habida cuenta que el ser humano ha guerreado desde tiempos inmemoriales y que en pleno siglo XXI se desarrollan unas 30 tipos de guerras de baja intensidad, sin que la inmensa mayoría de los habitantes del planeta sepan algo sobre ellas. Todavía está muy vigente el viejo proverbio romano: Si vis pacem para bellum.


Bibliografía:

William McGuire y R.F.C. Hull. Encuentros con Jung. Editorial Trotta, Barcelona, 2000.



Néstor E. Costa es Analista Junguiano y Presidente de la Asociación de Formación e Investigación en Psicología Analítica -AFIPA- Grupo de Desarrollo reconocido por la IAAP (International Association for Analytical Psychology), con sede en Buenos Aires, Argentina. Doctor en Psicología. Ex Vice Decano del Departamento de Psicología de la Universidad John F. Kennedy, fue uno de los fundadores de AFIPA en los primeros meses de 1996. 


Cierre del IV Seminario "INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA - C.G.JUNG" . Universidad del Salvador (USAL)


El pasado Martes 29 de Octubre cerramos la 4ta edición del STO "Introducción a la Teoría y Práctica de la Psicología Analítica - C.G.Jung", con alumnos/as de 5to año de la Facultad de Psicología & Psicopedagogía de la Universidad del Salvador.

Otro ciclo sumergiéndonos en la psicología del sabio suizo, compartiendo un recorrido lleno de aquellas revelaciones psíquicas que han encendido en muchos la llama para seguir construyendo su legado.

¡Gracias a este grupo de futuros colegas que formaron parte!


lunes, 4 de noviembre de 2024

In Memoriam: Padre Eduardo Graham (1960-2024)

"Aprojimarse" es una palabra que respira, que late con la calidez de quien comprendió la fe como un abrazo que se expande. En tiempos donde tantos caminos nos aíslan, donde a menudo el otro parece distante y ajeno, el padre Eduardo Graham nos regaló esta expresión como un llamado a acercarnos no solo en la forma, sino también en el corazón. Aprojimarse no es solo estar cerca; es hacer del otro alguien propio, un compañero de viaje cuya vida nos toca y nos compromete. Lejos de cualquier gesto superficial, es una manera de vivir que va tejiendo lazos en un mundo que tantas veces parece cerca de desintegrarse.

Aprojimarse es también un acto de valentía: significa abrirse, reconocerse en la fragilidad de quien camina junto a nosotros, sin máscaras. En esa cercanía sin reservas, el alma se transforma, porque dejamos de ver al prójimo como un desconocido y empezamos a reconocer en él algo de nosotros mismos. Construir Comunidad, como el padre Graham supo enseñarnos, no es otra cosa que estar dispuestos a hacernos uno con los otros en la unidad y en la diferencia.

Que su testimonio siga inspirándonos a aprojimarnos, a vivir el Evangelio desde esa cercanía entrañable, donde el amor no es un concepto, sino un acto concreto de presencia, de entrega. La verdadera Comunidad, que estuvo siempre presente en el corazón de su prédica, sólo se construye cuando aprendemos a arrimarnos, no sólo al que nos es cercano, sino especialmente al que creemos lejos.

JMOB.

Querido Padre Graham, gracias por tu compromiso y entrega, que descanses en paz.


El Padre Eduardo Graham fue párroco de la Parroquia San Pedro Telmo (CABA), y profesor de Teología en la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador. Cultivó la dirección teatral como una de sus grandes pasiones. Comprometido militante justicialista, participó como candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones del año 2023, dentro del espacio "Principios y Valores" que conduce Guillermo Moreno a nivel nacional.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Microcuento III. El Tiempo Suspendido

 En el otro lado, donde los caminos se bifurcan y el tiempo juega con los días, todo lo que alguna vez me inspiró sigue ocurriendo. Las viejas conversaciones nunca terminan, los libros se reescriben solos en las estanterías y los atardeceres mantienen su luz inalterada. Las decisiones que dudé, en ese lugar siempre aciertan, y las puertas que no abrí están entreabiertas, invitando. Es un mundo paralelo donde la nostalgia se convierte en presencia, y cada inspiración sigue viva, vibrando como si el tiempo fuera solo un espectador.

Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón

domingo, 8 de septiembre de 2024

Serie Meditaciones #17. A lo que pide el alma. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACION #17

Ser freudiano, junguiano o adleriano no es solo un juego de etiquetas, sino un acto de sintonía con el alma que se presenta. Jung lo sabía: hay quienes necesitan la precisión del bisturí freudiano, que ayude a cortar con claridad los nudos del pasado. Otros requieren la brújula de Adler, que les señale el norte de su poder y propósito. Y están aquellos que pueden danzar en el misterio, a quienes Jung ofrece el espejo profundo del símbolo, el mapa de lo desconocido. Al final, ser terapeuta, como ser humano, es un arte de afinación sutil: escuchar más allá de las palabras y responder a lo que el alma necesita para encontrar su camino.

JMOB.

lunes, 26 de agosto de 2024

Sobre Dios. Carta de C.G.Jung a The Listener (Enero de 1960)

La siguiente carta de Carl Gustav Jung, publicada en la revista semanal de la BBC The Listener (21 de enero de 1960), surgió como respuesta a la significativa repercusión que había tenido su entrevista televisiva en la BBC en octubre de 1959. En esa ocasión, el entrevistador John Freeman había preguntado a Jung sobre su creencia en Dios, y este respondió con una afirmación que resonó profundamente entre los oyentes: “No necesito creer, yo sé”. Su declaración provocó una avalancha de cartas dirigidas a Jung, quienes buscaban clarificación sobre su postura. La carta publicada en The Listener funcionó, por tanto, como una declaración madura y reflexiva donde Jung explora su relación con la idea de Dios desde una perspectiva psicológica, alejándose de las convenciones religiosas tradicionales y profundizando en la compleja interacción entre la psique humana y lo que denomina “Dios”.

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Fragmento de la entrevista a Carl Gustav Jung en la BBC, octubre de 1959 – Creer y saber

John Freeman: “¿Y usted creía en Dios?

Carl Gustav Jung: “Oh, sí.”

JF: “¿Y ahora cree en Dios?

CGJ: “¿Ahora? Difícil de responder. Yo sé. No necesito creer, sé. (…)"

JF: “¿Y cree que la muerte es el final?

CGJ: “Bueno, no puedo decirlo… Verás, la palabra creencia es algo difícil para mí. Yo no creo. Debo tener una razón para una cierta hipótesis. O bien sé algo, y entonces lo sé. No necesito creerlo. No me permito, por ejemplo, creer en algo solo por el hecho de creer en ello. No puedo creerlo. Pero cuando hay razones suficientes para formar una cierta hipótesis, acepto esas razones naturalmente, y diría: ‘Tenemos que considerar la posibilidad de esto o aquello’, ¿sabes?

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La siguiente carta aclaratoria de Jung fue publicada poco tiempo despúes de dicha entrevista, y constituye una suerte de declaración definitiva del Jung maduro sobre la cuestión de Dios.

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Carta de Carl Gustav Jung a The Listener, 21 de enero de 1960.

Traducción: Juan Manuel Otero Barrigón 
(una versión del original en inglés está disponible en https://uncertaintist.wordpress.com/wp-content/uploads/2012/04/jung-on-god.pdf)

« Muchas cartas que he recibido han enfatizado mi declaración sobre "saber" (de Dios) [en ‘Face to Face’, THE LISTENER, 29 de octubre]. Mi opinión sobre el "conocimiento de Dios" es una manera de pensar poco convencional, y entiendo perfectamente si se sugiere que no soy cristiano. Sin embargo, me considero cristiano, ya que estoy completamente basado en conceptos cristianos. Solo intento escapar de sus contradicciones internas al introducir una actitud más modesta, que toma en cuenta la inmensa oscuridad de la mente humana. La idea cristiana demuestra su vitalidad a través de una evolución continua, al igual que el budismo. Nuestro tiempo ciertamente demanda un nuevo pensamiento en este sentido, ya que no podemos continuar pensando de manera antigua o medieval cuando entramos en la esfera de la experiencia religiosa.

No dije en la transmisión: ‘Hay un Dios’, dije: ‘No necesito creer en Dios; sé’. Lo cual no significa: ‘Sé de un Dios en particular’ (Zeus, Yahvé, Alá, el Dios Trinitario, etc.), sino más bien: ‘Sé que evidentemente me enfrento a un factor desconocido en sí mismo, al que llamo "Dios" en consensu omnium ("quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditur")’. Lo recuerdo, lo evoco, siempre que uso Su nombre vencido por la ira o el miedo, cada vez que digo involuntariamente: ‘Oh Dios’.

Eso sucede cuando encuentro a alguien o algo más fuerte que yo. Es un nombre adecuado para todas las emociones abrumadoras en mi propio sistema psíquico que someten mi voluntad consciente y usurpan el control sobre mí. Este es el nombre con el que designo todas las cosas que cruzan violentamente y sin miramientos mi camino voluntario, todas las cosas que trastornan mis puntos de vista, planes e intenciones subjetivas y cambian el curso de mi vida para bien o para mal. De acuerdo con la tradición, llamo a esta fuerza del destino en este aspecto positivo así como negativo, y en la medida en que su origen está más allá de mi control, 'dios', un 'dios personal', ya que mi destino significa mucho para mí mismo, particularmente cuando se me presenta en forma de conciencia como una vox Dei, con la cual incluso puedo conversar y argumentar. (Lo hacemos y, al mismo tiempo, sabemos que lo hacemos. Uno es sujeto tanto como objeto.)

Sin embargo, consideraría una inmoralidad intelectual creer en la idea de que mi visión de un dios es el Ser universal y metafísico de las confesiones o 'filosofías'. No cometo la impertinencia de una hipóstasis, ni de una calificación arrogante como: 'Dios solo puede ser bueno'. Sólo mi experiencia puede ser buena o mala, pero sé que la voluntad superior se basa en una fundación que trasciende la imaginación humana. Dado que sé de mi colisión con una voluntad superior en mi propio sistema psíquico, sé de Dios, y si me atreviera a la hipóstasis ilegítima de mi imagen, diría, de un Dios más allá del bien y del mal, que habita tanto en mí como en cualquier otro lugar: Deus est circulus cuius centrum est ubique, cuis circumferentia vero nusquam.

Atentamente,

CARL GUSTAV JUNG »


NOTAS

Párrafo 2: (in) consensu omnium (‘quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditur’), con el acuerdo de todos (‘lo que ha sido creído siempre, en todas partes y por todos’). La fórmula entre paréntesis es lo que San Vicente de Lerins, en El Commonitorio, propuso como un suplemento a la Escritura como criterio para distinguir las doctrinas verdaderas de la herejía.

Párrafo 3: vox Dei, voz de Dios.

Párrafo 4: Deus est circulus cuius centrum est ubique, cuis circumferentia vero nusquam, "Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia no está en ningún lugar", una paráfrasis de la declaración de San Buenaventura en su obra Itinerarium Mentis in Deum (El camino de la mente hacia Dios).



sábado, 24 de agosto de 2024

Serie Meditaciones #16. El "Infierno" de Dante en clave analítica: apuntes iniciales. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACIÓN #16

El "Infierno" de Dante en clave analítica: apuntes iniciales
(anticipo de nuestra próxima Mesa Redonda Mitológica del mes de Septiembre).

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El "Infierno" de Dante Alighieri, con su estructura precisa y sus círculos concéntricos, no es solamente una cartografía clásica del castigo eterno, sino también una metáfora profunda del viaje interior del alma. Un descenso a los reinos de la oscuridad que puede interpretarse como un encuentro inevitable con la Sombra, esa parte de nosotros mismos que contiene todo lo que rechazamos y negamos.

En Dante, como señala acertadamente el analista posjunguiano Wolfgang Giegerich¿Cuáles son los factores que curan?», 2020), el Infierno representa un reino especial en el otro mundo. Pero para la psicología analítica, revela la esencia más profunda de la realidad terrenal, empírica. 

Guiado por Virgilio, su psicopompo, Dante inicia un viaje para comprender y tratar con la Sombra, tanto en sí mismo como en su mundo. Cada círculo del infierno representa una capa del inconsciente donde residen las partes fragmentadas y reprimidas de la psique. Los pecadores que Dante se encuentra no son solamente personajes históricos o alegóricos, sino reflejos de sus propios temores y deseos que necesitan ser reconocidos y confrontados.

Hay que recordar que, en sentido junguiano, la Sombra no es inherentemente maligna; es una parte esencial de nuestra vida interior. Dante, al descender a las profundidades del Infierno, se embarca en un proceso en el cual cada situación y cada desafío le acercan un paso más a la integración de su ser completo. Enfrentar y comprender su sombra le permite emerger del Infierno transformado, listo para ascender a los reinos superiores del purgatorio y el paraíso.

Las emociones que predominan en el Infierno son la desesperanza, la ansiedad, el sufrimiento. Un espacio psíquico caótico, lleno de confusión, un encuentro con fuerzas primitivas. En este descenso, y al igual que sucede con Inanna en la mitología sumeria, Dante baja desnudo, sin "mascara" que lo proteja, para enfrentarse con la Sombra de manera descarnada.

El primer círculo, el Limbo, con sus almas nobles que viven en anhelo perpetuo, puede verse como la parte de la psique que se halla atrapada en el pasado, incapaz de avanzar por la falta de un sentido trascendente. En contraste, los círculos más bajos, donde los castigos se vuelven cada vez más brutales, sugieren la colisión con los aspectos más oscuros y destructivos del ser. Aquí, el alma se ve obligada a lidiar con sus propios demonios, los impulsos y deseos que, si se dejan sin reconocer, pueden llevar a la autodestrucción.

En la narrativa de Dante, la poesía es un medio a través del cual se expresa la lucha interior para llegar al paraíso, es decir, alcanzar la función trascendente, donde se integren los contenidos inconscientes y así poder lograr una nueva síntesis a nivel de la consciencia, corrigiendo su unilateralidad. Las imágenes vívidas y los tormentos del infierno reflejan el sufrimiento psicológico que acompaña a la confrontación con la Sombra. Sin embargo, a través de esta oscuridad y dolor, se refleja la posibilidad de redención y transformación. Así como Dante encuentra la salida del Infierno al confrontar sus miedos, nosotros también podemos encontrar luz en nuestras propias tinieblas.

En el corazón del Infierno, cuando Dante y Virgilio cruzan el río Estigia, se encuentran con Filippo Argenti, un noble florentino cuya furia descontrolada lo condena a una eterna lucha en el barro (V círculo, el de los iracundos). Esta escena, más allá de su literalidad, nos sumerge en el lodazal de nuestras propias emociones reprimidas, esas que, al no ser integradas, se convierten en una corriente caótica que nos arrastra hacia la autodestrucción. Argenti, devorado por su propia ira, es un reflejo de cómo nuestras pasiones más oscuras pueden consumirnos si no las confrontamos. En este pasaje, Dante nos muestra que el verdadero Infierno es el de una psique atrapada en su propio ciclo de negación y violencia, incapaz de encontrar la paz hasta que se enfrente a la luz de la consciencia.

Dante nos carea con la realidad de que el Infierno no es un lugar lejano, sino un estado del ser, una geografía interior donde las culpas no resueltas y las pasiones desmedidas construyen laberintos sin salida. Cada círculo del Infierno es una imagen arquetípica de las fuerzas que nos arrastran hacia abajo, hacia lo primitivo y lo destructivo. En este paisaje devastado, los personajes que Dante encuentra no son sólo almas condenadas, sino fragmentos de su propia psique, aspectos de la humanidad colectiva que perdieron su camino. En la travesía infernal, Dante nos enseña que el verdadero peligro no es el castigo eterno, sino el olvido de nuestro propósito original, y más profundo.

Un texto interesantísimo del estudioso de la obra dantesca Franco Nembrini, cuyo título en tres volúmenes es «Dante, poeta del deseo» (Ediciones Encuentro, 2015), nos propone leer este poema como una confidencia en la que Dante "no tiene una teoría que explicarnos; tiene un camino que proponernos, un drama, el mismo que él ha vivido en primera persona" (...) "El motivo para ponerse en camino es el deseo, el deseo profundo que empuja desde el fondo de su naturaleza. Así lo expone el propio Dante en su obra El Convite: «El sumo deseo de toda cosa, dado en primer lugar por la misma naturaleza, es el retorno a su principio»; y el principio de lo humano es el propio Dios que plasmó su imagen y lo creó a su semejanza".

Y concluímos con otra cita del mismo Nembrini, que es toda una invitación: "Dante narra el más allá porque le permite una comprensión mejor del más acá. Por tanto, relata una vida que es posible, una experiencia. Dante tiene la presunción, en el buen sentido del término, de mirar las cosas como las mira Dios, como las ve Aquel que las hace en cada instante. De allí viene la posibilidad de vivir el drama de la vida según la verdad, según la justicia, tratando las cosas por lo que realmente son".

JMOB.


domingo, 18 de agosto de 2024

Microcuento II. Don Tomás de la Ciudad

 En una ciudad de neones y pantallas, Tomás recorría las calles en su bicicleta, convencido de ser un caballero errante. Con casco en vez de yelmo y un palo de escoba como lanza, se enfrentaba a los automóviles como si fueran monstruos. Saludaba a peatones imaginarios y rescataba a transeúntes de peligros invisibles. Cada noche, al regresar a su pequeño monoambiente, se sentía un héroe victorioso, seguro de haber hecho del mundo un lugar mejor.

Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón

viernes, 9 de agosto de 2024

Serie Meditaciones #15. La época del "neurotodo". Por Juan Manuel Otero Barrigón

  MEDITACION #15

Vivimos la era del "neurotodo", donde la psicología pareciera sucumbir al reduccionismo científico, y donde algunos encuentran en el cerebro la única explicación válida para la naturaleza humana. Este paradigma neurocentrista despoja a la psique de su profundidad, devaluando las dimensiones simbólicas y espirituales que definen la experiencia humana; las cuales abarcan, pero a su vez trascienden, lo puramente biológico. Al reducir la psique a un conjunto de procesos neuronales, se pierde la riqueza del alma, transformando la psicología en una rama más de la biología.

Las neurociencias aportan avances interesantísimos en la comprensión de nuestra base material, por ende su contribución es innegable. Sin embargo, cuando caemos en la tentación de querer explicar todo a través de la actividad cerebral, terminamos ignorando el significado personal y la búsqueda de propósito que trascienden lo puramente físico. La exaltación de lo neurobiológico refleja una tendencia cultural hacia la cuantificación y objetivación de la realidad, donde sólo lo que es medible pareciera tener valor. La psicología necesita honrar sus orígenes, y recuperar su capacidad para explorar el misterio y el simbolismo, elementos que no pueden ser abordados desde una perspectiva meramente neurocientífica.

En tiempos en los que la obsesión por lo neuro convierte a la ciencia en un nuevo dogma, la complejidad humana es distorsionada en favor de explicaciones simplistas y reduccionistas. Este cientificismo extremo termina siendo, al final del camino, deshumanizante, ya que nos priva de la posibilidad de ver más allá de las sinapsis y los neurotransmisores. En su afán por materializarlo todo, la época del "neurotodo" corre el riesgo de aplastar la dimensión trascendente de la vida, dejando un vacío donde antes habitaba el alma.

Devenido el cerebro en un nuevo ídolo moderno, cada pensamiento, emoción y sueño es despojado de su misterio, reducido a chispas eléctricas que recorren circuitos de carne. Pero en esta idolatría del cerebro, olvidamos que la psique no es apenas un engranaje biológico, sino un vasto océano de significados, mitos y arquetipos. Al rendir culto a lo neuro, exiliamos a los dioses y desterramos el alma, convirtiendo el rico teatro de la psique en un laboratorio desolado sin poesía.

JMOB.

jueves, 1 de agosto de 2024

Reflexiones Junguianas (XI), por Néstor E. Costa

 


Como sabemos, los dioses, desde la perspectiva de Jung, son "arquetipos"si bien con las singularidades típicas de la cultura en las que surgen. Muchos creen que por ello han desaparecido y que su actuación en el mundo ha quedado relegada a ese pasado mítico y que hoy no son más que leyendas superadas. Sin embargo, cuando se advierte que tienen un estrecho parentesco  con las conductas humanas, es decir, cuando se las relaciona simbólicamente con ellas, la cosa cambia considerablemente. Siguiendo al investigador suizo en estos aspectos podríamos decir que los dioses, al igual que los arquetipos, no envejecen. Sólo pensar que en casi todos los panteones míticos hay un dios de la guerra, nos exime de mayores comentarios. "Los arquetipos son como los lechos de los ríos abandonados que después de un tiempo indeterminado largo el agua vuelve a rellenar". Por lo que, "cuanto más prolongadamente hayan mantenido ese curso tanto más probable es que, antes o después, vuelvan a él."

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A veces sucede que alguien pregunta si hacer consciente lo inconsciente cambia el contenido de lo inconsciente. Jung,  en este sentido es claro: "Cuando en el individuo cambia considerablemente el estado de consciencia, también cambian los contenidos de lo inconsciente constelados por él"; así como: cuanto más se aleja la situación de la consciencia de cierto punto de equilibrio, más peligrosos se vuelven los contenidos inconscientes que aspiran al equilibrio.

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Es importante destacar en lo que hace a la teoría de Jung, la insistencia de su autor en que cada individuo tiene una particular "Weltanschauung" (cosmovisión) la que generalmente versa sobre el hombre y el mundo por lo que se comprenderá que la misma es, fundamentalmente, un problema histórico. Esta cuestión alude sin embagues a la "relación compensatoria" existente entre la consciencia y lo inconsciente, dado que este último intenta completar a la parte consciente de la psique añadiendo aquello que "falta" para completarla y evitar un posible desequilibrio de ésta, por lo que la tarea principal del psicólogo suizo fue la de investigar las formas de expresión de lo inconsciente, es decir, "aprender su lenguaje simbólico" y como los mismos brotan de zonas arcaicas de la psique entendió como necesario "meterse" con materiales históricos.
Este material al que simplemente vamos a nombrar y como seguramente muchos ya sospechan, nos remite a los mitos, cuentos, creencias, etc. y que suelen manifestarse, a nivel personal, en los sueños, visiones, fantasías y hasta  en los delirios de los enfermos mentales; lo extraordinario es que muchas de las figuras que componen esta fenomenología suelen repetirse, formando "motivos" aunque con ropajes diferentes dada la cultura y la época en que surgen. Por lo que la investigación se centrará en el estudio de los mismos.
Como dice Jung: "En todo el ámbito psíquico hay "motivos", es decir, figuras típicas que se remontan muy atrás en la historia e incluso en la prehistoria, por lo que podemos llamarlas "arquetipos". En otras palabras, formarían parte de la estructura de lo inconsciente humano para el investigador, "pues no puedo explicarme de otra manera su presencia universal e idéntica a sí misma, ya sea el redentor, un pez, una liebre, un cordero, una serpiente o una persona".



Néstor E. Costa es el Presidente de la Asociación de Formación e Investigación en Psicología Analítica -AFIPA- Grupo de Desarrollo reconocido por la IAAP (International Association for Analytical Psychology), con sede en Buenos Aires, Argentina. Doctor en Psicología. Ex Vice Decano del Departamento de Psicología de la Universidad John F. Kennedy, fue uno de los fundadores de AFIPA en los primeros meses de 1996.


jueves, 11 de julio de 2024

Microcuento. Sombras de papel

 En una habitación polvorienta, Martín trazaba líneas sobre "El espejo del Alma", su próxima novela. Cada noche, al cerrar los ojos, los personajes cobraban vida en sus sueños. Pero un día, al visitar la librería del barrio, encontró su obra perfectamente encuadernada en la estantería, firmada por otra persona. La misma trama, los mismos personajes, incluso el mismo título. Cada línea resonaba como un eco de su propia voz, pero ahora pertenecía a un alma desconocida que parecía conocer cada secreto de su corazón. Entre sus manos, Martín sostenía su sombra literaria, reflejo fiel pero ajeno, y sintió cómo su creatividad se desvanecía como un eco en la niebla.

Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón.

sábado, 6 de julio de 2024

Serie Meditaciones #14. Jung, Emma y Toni: "La Base" y "La Fragancia". Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACION #14

La vida de Jung estuvo marcada por la presencia de dos mujeres fundamentales: Emma Rauschenbach, su esposa, y Toni Wolff, su colaboradora y amante. Yo las llamo aquí "La base" y "La fragancia". Me gustaría hacer un breve comentario sobre el  motivo de estas expresiones. Con ellas me interesa no solo capturar la dinámica entre estas dos relaciones, sino también la manera en que influyeron en la vida y obra de Jung desde perspectivas complementarias.

Emma, como "La base", representó para Jung la estabilidad, la seguridad y el ancla emocional en su vida. No sólo fue su esposa, sino también una compañera intelectual que le proporcionó un hogar y una familia, además de un apoyo confiable y constante. Su solidez y compromiso permitieron a Jung sumergirse profundamente en su trabajo y en la exploración de la psique sin perder el sentido de pertenencia y arraigo. Emma es la tierra firme, el punto de partida y retorno, la raíz que nutre y sustenta.

Su papel en la vida de Jung no fue solo doméstico; Emma también contribuyó intelectualmente a su trabajo, ofreciéndole una perspectiva crítica y equilibrada. Con su fortaleza y devoción, Emma encarnó la estabilidad necesaria para que Jung pudiera construir su obra monumental.

Pero además de esposa y madre de cinco hijos, fue también una estudiosa aguda por mérito propio; se destacan sus trabajos sobre las dinámicas arquetipales entre Ánima y Animus, y su obra (escrita en colaboración con M. L. Von Franz) sobre el mito del Grial.

Por otro lado, Toni, a la que yo llamo "La fragancia", representa lo etéreo, lo inspirador y lo transformador en la vida de Jung. Aportó una energía dinámica y una perspectiva novedosa que catalizó muchas de las ideas más revolucionarias del maestro suizo. Su presencia fue como un perfume sutil pero potente, que impregnó su trabajo y su vida con nuevas dimensiones de comprensión y creatividad.

Toni fue la musa, el viento soplando a través de la psique para despertar posibilidades nuevas. Su relación con Jung fue menos convencional y más compleja que la que él tenía con Emma, pero fue precisamente esta naturaleza volátil y apasionada lo que le proporcionó a Jung la inspiración para profundizar en aspectos más oscuros y misteriosos del alma humana. Toni, con su intuición y sensibilidad, complementó la base sólida proporcionada por Emma, ofreciendo el impulso y la chispa que llevaron a Jung a nuevas alturas emocionales e intelectuales.

Su trabajo sobre los tipos psicológicos femeninos, especialmente su teoría de los cuatro tipos de mujeres: la madre, la hetaira, la amazona y la médium, ofreció una estructura para comprender las diversas manifestaciones del ánima y la psique femenina en general. 

"La Base" y "La Fragancia" reflejan una integración de lo tangible y lo intangible, de lo estable y lo dinámico. Emma y Toni representaron dos aspectos cruciales de la existencia humana: la necesidad de arraigo y seguridad, y la necesidad de inspiración y transformación. Sin la estabilidad que Emma proporcionó, Jung quizás no habría tenido la seguridad emocional necesaria para explorar los aspectos más profundos de la psique. Sin la inspiración que Toni ofreció, sus exploraciones podrían haber carecido de la originalidad y dinamismo que caracterizan su obra.

Más allá de cualquier valoración moral o de relaciones de género que otros hicieran sobre este triángulo amoroso, me parece interesante apuntar como esta combinación de estabilidad e inspiración es fundamental para cualquier proceso creativo y de crecimiento personal. En el caso que nos ocupa, Emma y Toni, en sus respectivos roles, permitieron a Jung no solo realizar su trabajo, sino también vivir una vida plena y compleja, rica en exploraciones y descubrimientos. Ambas mujeres fueron esenciales para la realización de la obra de Jung, reflejando también la integración de opuestos que es un tema central en su psicología.

JMOB.

lunes, 24 de junio de 2024

Cierre del III Seminario "INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA - C.G.JUNG" . Universidad del Salvador (USAL)

               

El pasado Jueves 13 de Junio cerramos la 3ra edición del STO "Introducción a la Teoría y Práctica de la Psicología Analítica - C.G.Jung", con alumnos/as de 5to año de la Facultad de Psicología & Psicopedagogía de la Universidad del Salvador.

Un nuevo trimestre compartiendo las indagaciones del maestro suizo por las profundidades del Alma, un viaje lleno de aventuras psíquicas que a muchos nos ha inspirado a continuar su obra.

¡Gracias a este grupo de futuros colegas que formaron parte!



sábado, 22 de junio de 2024

In Memoriam: David Rosen (1945-2024)

 

Nos enteramos gracias a Laura London, creadora del ciclo de entrevistas "Speaking of Jung: Interviews with Jungian Analysts", que hace algunas semanas falleció el psiquiatra y analista junguiano David Rosen, autor de una biografía espiritual muy poderosa sobre Jung, titulada "El Tao de Jung" (1996, Ed. Paidós). Rosen fue un gran estudioso de la depresión, y uno de los promotores del diálogo entre la psicología analítica y la sabiduría oriental. Enterado de la noticia, volví a ojear las primeras páginas de su hermoso libro, donde se lee la siguiente anécdota: "Visité a Marie-Louise von Franz y C. A. Meier, dos estimados analistas junguianos y colegas de Jung desde hace mucho tiempo. En cierto modo, se podría decir que conocen a Jung y su psicología mejor que la mayoría de los junguianos vivos. Les pregunté a cada uno de ellos si pensaban que Jung era taoísta".  (...) "Marie-Louise von Franz dijo: 'Sí, Jung favorecía el taoísmo y vivía la filosofía taoísta'. C.A. Meier estuvo de acuerdo: 'Sí, era taoísta, y hoy la gente no se da cuenta de que su psicología de los opuestos es prácticamente la misma que la del taoísmo...". (...) "La gente quiere convertir a [Jung] en algo que no era. Estaba atado a la Naturaleza y sus contradicciones. Sin embargo, era devotamente espiritual y claramente más taoísta que cualquier otra cosa."

Gracias por tu siembra, David. Buen viaje.

jueves, 23 de mayo de 2024

Sueños de serenidad: acerca de la paz. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 Sueños de serenidad: acerca de la paz.

Juan Manuel Otero Barrigón (*)

***.

No hay camino para la paz. La paz es el camino”.

Mahatma Gandhi

"Jamás en este mundo los odios cesan con el odio; cesan con la benevolencia: Esta es una ley eterna".

Dhammapada

La paz no está en el mundo, sino en el hombre  que recorre el camino”.

David Carradine



En la etimología de la palabra "paz" resuenan ecos a través de las eras y las culturas. Paz proviene del latín "pax", que evoca no solo la ausencia de conflicto, sino también la armonía y la reconciliación. La raíz de "pax" nos recuerda que la paz es mucho más que un mero cese de hostilidades; es un estado en el que florecen la comprensión y la coexistencia.

MITOLOGIA

Mitológicamente, Pax era hija de Justicia, y hermana de Concordia y Disciplina. Estas deidades no solo representaban la tregua entre naciones, sino también la prosperidad que surge cuando los seres humanos se permiten respirar libremente, liberándose de las rivalidades. En estas figuras antiguas, la paz se convierte en una fuerza que nutre y sostiene la vida, un regalo que fluye cuando se reconoce la humanidad compartida por todos. 

¿Cuantas veces olvidamos la relación de Pax con su madre? ¿Cuantas veces pretendemos una paz huérfana de Justicia?

La paz, entendida a través de la lente de sus orígenes mitológicos, revela su esencia como un arte descuidado, una sinfonía delicada que requiere la armonización de corazones y mentes. Involucra la capacidad de entender al otro, de abrazar la diversidad y de construir puentes sobre abismos ideológicos.

RELIGIONES

La paz ha sido buscada, rezada y anhelada a lo largo de la historia de la humanidad. En las religiones, encontramos un hilo común que teje la aspiración a la paz, aunque, paradójicamente, también se haya enredado en divisiones y conflictos.

Las religiones han sido faros de luz espiritual que, en su esencia, abrazan la paz como un principio fundamental. Algo que está implícito en la llamada ley de oro, presente en todas las tradiciones religiosas: "no hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan a ti"; o en su versión positiva, "trata a los demás cómo te gustaría ser tratado". Desde el budismo, que enseña la compasión y la no violencia, hasta el cristianismo, que proclama la paz como una gracia divina, las religiones han proporcionado un lenguaje simbólico y ético para expresar la necesidad y la búsqueda de la paz.

Sin embargo, el camino hacia la paz con frecuencia también tropieza con conflictos generados en nombre de la religión. Lo que debería ser un faro de unidad y comprensión muchas veces se convierte en un motivo de discordia.

En el crisol de la historia, las religiones han sido tanto constructoras como destructoras de puentes hacia la paz.  La responsabilidad corresponde a aquellos que interpretan y practican estas enseñanzas, ya que son quienes tienen el poder de elegir entre sembrar el odio o cultivar la flor de la paz. El hecho de que en la historia de las religiones, que es la historia de la humanidad misma, continúe presente la violencia, y que incluso muchas veces esta sea legitimada en nombre la religión, vemos la dificultad del hombre para establecer dinámicas de paz que sean verdaderamente fructíferas en el camino hacia una vida más humana. (1)

La violencia es tan antigua como el mundo. Y desde que el ser humano toma conciencia de sí mismo como tal, descubre que su propia humanidad está amenazada por la violencia inhumana y deshumanizante. (1)

En Occidente, a pesar de que en ciertos momentos históricos el ser humano sólo haya podido ver el deseo y la voluntad de Dios desde un punto de vista violento, el desarrollo de la enseñanza espiritual va a mostrar que en verdad Dios desea la paz desde el comienzo, y que al crear al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, quiere posibilitar que en cada hombre y en cada mujer crezca el deseo del Reino de Dios, que es reino de paz. (1)

Es importante volver a decir que, más allá de las diferencias superficiales, las distintas religiones comparten un núcleo que abraza la compasión, la justicia y la convivencia pacífica. El Sufismo en el Islam, por ejemplo, predica la idea de paz interior y armonía con el cosmos. Y en el taoísmo chino, descubrimos que la paz implica la vida en armonía con los ciclos de la naturaleza. 

En la tradición judeocristiana, toda la historia del pueblo de Dios es la historia de la búsqueda de esa paz, de ese Shalom. "Shalom" en el judaísmo, no significa solamente la ausencia de guerra y la tranquilidad sin conflictos, sino la búsqueda de esa paz dinámica, que abrazando la totalidad de la existencia en equilibrio, es siempre perdida y siempre recuperada, pero por sobre todas las cosas siempre querida y deseada por Dios. (1)

BUDISMO

En el budismo, la paz se manifiesta como un loto que florece en las aguas serenas de la mente. Para esta tradición, la paz se cultiva a través de la comprensión profunda de la naturaleza de la existencia. Una de sus premisas básicas es ahimsa (no violencia), la cual compromete no solamente a los seres humanos entre sí, sino también hacia todas las formas de vida. En la enseñanza del Buda se nos habla del "Nirvana", que resuena como un llamado suave de serenidad. Nirvana no es un lugar físico y distante, sino un estado de liberación de los sufrimientos causados por el deseo y la ignorancia. Es el despertar a la realidad tal cual es, una realidad tejida con los hilos de la impermanencia. Es sabiduría trascendente (prajña) y paz (santi). El Buda afirmó que este es un mundo lleno de sufrimiento (dukkha), y predicó su doctrina para que la humanidad pudiese cambiar esa situación a partir de su propio trabajo interior. La paz, desde la mirada budista, se entiende a través de la comprensión de la impermanencia (Anicca), el sufrimiento presente en la vida (Dukkha) y la ausencia de un yo constante (Anatta). Estos conceptos son como luciérnagas que iluminan la senda hacia una paz duradera. La impermanencia nos enseña a no aferrarnos a situaciones, personas, ideas y cosas, a convivir con lo que inevitablemente está destinado a pasar.  Buda negó la existencia de un yo substancial (anatman). El ser humano al aferrarse a la idea de que posee un yo constante exalta sus tendencias egoicas, que lo hunden cada vez más en el sufrimiento. A contramano de otros planteos  de su época, postuló el principio de transitoriedad. El ser humano pretende que todo sea duradero y estable, a fin de sentirse seguro, como si esto fuese lo verdadero, siendo que se trata apenas de una realidad virtual. El budismo, al desafiar la noción arraigada del yo permanente, invita a contemplar la impermanencia como una verdad fundamental de la vida. Reconocer la transitoriedad de todas las cosas es el primer paso para liberarnos del sufrimiento que surge de aferrarnos a lo mutable. En la aceptación de esta realidad, el budismo encuentra la llave de una  paz pasible de trascender la ilusión de la permanencia. Es en la fluidez del cambio donde hallamos la verdadera libertad, y en la comprensión de esta impermanencia donde florece la serenidad del corazón.

Al reconocer nuestra propia vulnerabilidad y la de todos los seres, cultivamos un corazón compasivo que se abre a la experiencia compartida del sufrimiento. En este camino hacia la compasión (karuna), encontramos una paz duradera, ya que al aliviar el sufrimiento de los demás, también contribuimos a sanar nuestras propias heridas. Esto nos otorga un sentido de conexión y plenitud que trasciende al ego. En la compasión, hallamos la esencia misma de la paz budista: un fluir amoroso que abraza todas las cosas con gentileza y sabiduría, siendo que para el budismo, todo es interdependiente y todo está interconectado.

Paz, compasión, y sabiduría se conjugan en este camino espiritual. La compasión actúa como una fuerza centrípeta que une a los seres en el Dharma. Que atrae y compromete. La compasión no es solo un sentimiento, también es una conducta. Los seres vivos tienen necesidad de amor, y responden a dicha carencia con dolor y resentimiento. La violencia genera así una fuerza centrífuga, que desplaza a los seres de su núcleo esencial, de la ley natural o dharma, y que por ende, tiene una repercusión cósmica. 

De allí derivan dos prescripciones básicas en la conducta de todo budista: 1) Dejar de hacer el mal. 2) Aprender a hacer el bien. Esta última afirmación es el principio de un largo camino a transitar. Camino que sólo es posible en tanto la mente se purifica. En ella se localiza el inicio de gran parte de los males. En la adaptación de los hechos a una mente serena el comportamiento social puede estar en armonía con los principios de paz y benevolencia.

En el Jardín budista de la mente, se cultiva la atención plena, o "Mindfulness", una práctica que invita a sumergirnos en el momento presente como la flor más preciada. Mindfulness permite apreciar cada instante con una atención arraigada en el ahora, liberándonos de las preocupaciones del pasado y de las ansiedades del futuro. La paz budista no es una quietud forzada, sino más bien un fluir blando con la corriente de la vida. Una mente pacificada proyecta pensamientos y acciones pacíficas. En la meditación, la mente se aquieta y se enfoca, creando un espacio donde la sabiduría puede brotar. La paz no es ajena al mundo, sino que se encuentra en la transformación de nuestra relación con él.

"Metta", o bondad amorosa, es otra joya en el collar del budismo. Es la práctica de cultivar un amor benevolente hacia uno y hacia todos los seres. Metta es como una brisa cálida que disipa las nubes de la aversión, sembrando semillas de misericordia que crecen en campos de entendimiento mutuo. Se trata de actuar desinteresadamente por el mero deseo de darse a los demás sin pretender nada a cambio. El deseo de ser o poseer es el que más enfáticamente cuestiona el budismo.

En la senda budista, la paz es tanto una búsqueda como un regalo que se despliega cuando desenrollamos los velos de la ilusión. La paz, en este contexto, es un arte delicado que se perfecciona a través de la atención, la compasión y la aceptación plena de lo que es.

Un pequeño cuento budista refleja esto, se titula “Cómo responder a un insulto”:

En una ocasión cuando Buda estaba predicando su doctrina, un hombre se le acercó y comenzó a insultarlo e intentar agredirlo, pero Buda se mantuvo en un estado de imperturbable serenidad y silencio. Cuando hubo terminado su acción, se retiró.
Un discípulo que se sintió indignado por los insultos que el hombre lanzó contra Buda le preguntó porqué dejó que lo maltratara y lo agrediera.
A lo que Buda respondió con segura tranquilidad: -“Si yo te regalo un caballo pero tú no lo aceptas ¿de quién es el regalo?”
El discípulo contestó: -“Si no lo acepto, sería tuyo todavía”.
Entonces Buda dijo: -"Bueno. Estas personas emplean parte de su tiempo en regalarme sus insultos, pero al igual que un regalo, yo elijo si quiero aceptarlo o no. Los insultos son como regalos: si lo recoges, lo aceptas; si no lo recoges, quien te insulta se lo queda en sus manos. No podemos culpar al que insulta de nuestra decisión de aceptar su regalo. Por esa misma razón, esos insultos son para mí como un regalo que elijo no aceptar. Simplemente los dejo en los mismos labios de donde salen.”

Así, desde la perspectiva del budismo, la paz es un camino que se recorre con cada respiración. Es la invitación a contemplar el fluir del río sin aferrarse a sus aguas, a encontrar la dicha en la simplicidad y la plenitud en el ahora.

Un escrito de la orientalista Liliana García Daris resume buena parte de lo dicho: “El budismo dice: ¡Tú eres Buda, mira hacia adentro! El ver hacia adentro, no es verse distinto del otro, sino igual. El corazón y la mente deben realizarse en lo universal. Compasión, esencia última de todos los seres y fundamento de la paz”. (2)

TAO

Todavía en Oriente, encontramos en el taoísmo pequeñas iluminaciones sobre la paz. Entre ellas, el concepto chino de Wu Wei, un término que a menudo se traduce como “no acción”, pero que no es inactividad, sino más bien una acción sin esfuerzo, una forma de actuar que surge espontáneamente en armonía con el curso natural de los acontecimientos. La paz, en la sensibilidad taoísta, florece cuando nos alineamos con el Wu Wei, dejando que la vida fluya sin resistencia. La dualidad Yin-Yang, como los dos polos de un imán, nos ofrece una visión taoísta de la complementariedad de todas las cosas. La paz se encuentra en el equilibrio dinámico entre estas fuerzas opuestas. Es el reconocimiento de que la luz y la oscuridad coexisten, y que la armonía se desnuda en la integración de estas polaridades.

La contemplación del Tao nos lleva a vivir en armonía con la naturaleza. La paz se revela así cuando sintonizamos con los ciclos naturales y reconocemos nuestra conexión intrínseca con el mundo que nos rodea. Es una invitación a caminar con la ligereza de un soplo de viento.

La sencillez, lo que los taoístas llaman “Pu”, es otra clave que ilumina el sendero hacia la paz. Reducir las complicaciones de la vida despojándonos de lo superfluo, nos facilita encontrar la serenidad en la esencia misma de las cosas.  La virtud es alinearse con el orden natural del cosmos. La paz taoísta es, en esencia, la manifestación de esta sencillez en cada acto y en cada pensamiento. 

A propósito, recomiendo mirar la película “Perfect Days”, del director alemán Win Wenders, ya que tiene mucho que ver con esto que estamos diciendo.  

JUNG

No quisiera dejar de hacer una breve mención al significado de la paz en la psicología profunda, concretamente en el pensamiento de C.G.Jung. El sabio suizo nos invita a contemplar la paz como un viaje hacia la integración de nuestras polaridades internas. La paz, según su mirada, es un estado que emerge cuando abrazamos y reconciliamos las facetas opuestas de nuestra psique.  Según Jung, la paz no es la ausencia de conflictos, lo cual es una quimera, sino la aceptación consciente de nuestra diversidad interior. Las sombras que yacen en los rincones oscuros de nuestra psique no son enemigas, sino compañeras en el intricado baile de la existencia. La paz resuena cuando reconocemos e integramos cada fragmento de nuestra vida anímica.  Jung nos enseña a mirar nuestras polaridades con ojos compasivos, a entender que la luz y la oscuridad coexisten, creando un tapiz que da forma a nuestra identidad. La paz comienza a ser posible cuando dejamos de resistir y permitimos que la sinfonía de nuestras contradicciones se entrelace en una melodía única. La paz entraña, en el lenguaje junguiano, el arte de la individuación, un proceso donde las partes separadas de nosotros encuentran su unidad. Al abrazar nuestra sombra, al reconocer la luz, nos convertimos en artífices de una paz que no se busca afuera, sino que nace desde el interior mismo. Es un rincón sagrado en el que los conflictos internos pueden encontrar su resolución. En este viaje hacia la completitud, que nunca termina, descubrimos que la paz no es un destino final, sino una búsqueda que nos invita a abrazar la complejidad de nuestra existencia y a encontrar la calma en la amalgama suave de nuestras tensiones.

DIÁLOGO INTERRELIGIOSO

Para finalizar este escrito, quisiera hacer una pequeña referencia al diálogo interreligioso, y a su importancia en la construcción de una cultura de la paz. En el coloquio promovido por el dicasterio para el Diálogo Interreligioso (4 de Abril de 2024), el Papa Francisco dijo lo siguiente: “Hoy, muchas, demasiadas voces, hablan de guerra: la retórica belicosa, por desgracia, se ha vuelto a poner de moda. Esto es malo. Pero mientras se difunden palabras de odio, la gente muere en la brutalidad de los conflictos. En su lugar, hay que hablar de paz, soñar con la paz, dar creatividad y concreción a las expectativas de paz, que son las verdaderas expectativas de los pueblos y de las personas. Que se hagan todos los esfuerzos posibles en este sentido, dialogando con todos. Que su encuentro en el respeto de la diversidad y con la intención de enriquecerse mutuamente sea un ejemplo para no ver al otro como una amenaza, sino como un don y un interlocutor valioso para el crecimiento mutuo”. 

Estas palabras desafiantes de Francisco nos piden una escucha atenta del otro, una actitud receptiva hacia su sensibilidad espiritual, hacia su modo de vivir. Y es que la "buena nueva" que recibo desde esa otredad supone una conversión de perspectiva, juicio y valoración. Al contemplar al otro en toda su dignidad se torna posible la danza sagrada de intercambio y transformación, donde espera el potencial para construir un mundo más pacífico; donde la diversidad sea celebrada como manifestación de la sabiduría infinita de Dios; y donde los seres humanos, en búsqueda compartida de significado y trascendencia, podamos soñar con-vivir como verdaderos hermanos. 

Mayo, 2024


(1) Debo las reflexiones reproducidas al trabajo de la teóloga brasileña Lucchetti B, M. Clara.

Bibliografía:

.Daris, Liliana García. Sabiduría para la paz: El budismo. Rescatado en: https://bibliotecadeespiritualidadymeditacion.files.wordpress.com/

.Lucchetti Bingemer, María Clara. Violencia y religión: confrontación y diálogo. La Crujía Ediciones, Buenos Aires, 2007. 

(*) El trabajo fue leído en la Jornada "La Paz y el Arte", celebrada el Jueves 23 de Mayo en la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador. El evento contó con la participación de distintos expositores.



martes, 30 de abril de 2024

Serie Meditaciones #13. Trickster. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACION #13

Trickster

Es bromista de lo sagrado, danzando en la frontera de lo permitido.
Es caos creativo, desordenando certezas para abrir paso a lo nuevo.
Es astucia encarnada, desafiando nuestras estructuras con picardía.
Es rebelde con causa, rompiendo moldes para revelar posibilidades nuevas.
Es bufón de la existencia, mostrando la relatividad de nuestras verdades.
Es mensajero de lo inesperado, sacudiendo nuestra complacencia con sorpresas.
Es guardián de lo desconocido, invitándonos a explorar lo que tememos.

JMOB.

viernes, 16 de febrero de 2024

Serie Meditaciones #12. Figuras del tiempo. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACION #12

Quisiera detenerme en dos expresiones relacionadas con el tiempo. La primera es francesa, l'air du temps (EL AIRE DE LOS TIEMPOS), y la segunda alemana, zeitgeist (EL ESPÍRITU DEL TIEMPO). Ambas tienen connotaciones distintas.

"EL AIRE DE LOS TIEMPOS", sugiere una sensibilidad más ligera y efímera, capturando la esencia momentánea de la sociedad, típica de la posmodernidad. Es el aire que respiramos, lleno de matices y tendencias que dan forma a la atmósfera cultural y social de un momento específico. "EL AIRE DE LOS TIEMPOS" refleja la fluidez de la vida contemporánea, la sucesión rápida de modas, opiniones y eventos que vemos pasar. Es como capturar la fragancia de un instante, apenas un destello

Por otro lado, zeitgeist, EL ESPÍRITU DEL TIEMPO, nos sumerge en una contemplación más profunda y duradera. Esta expresión alemana sugiere una fuerza arraigada, una esencia que impregna la totalidad de una época. Es el alma colectiva que da forma a la filosofía, el arte, la política y las creencias de una determinada etapa. Acá se trascienden las modas pasajeras para revelar patrones más amplios y perdurables. No es solo el aire que sentimos en un momento dado, sino la huella indeleble que deja cada época en la historia, una marca que define su carácter y legado.

Para algunos, EL AIRE DE LOS TIEMPOS y EL ESPÍRITU DEL TIEMPO se entrelazan de manera complementaria. La ligereza del aire refleja y, a su vez, resalta la profundidad del espíritu. Mientras respiramos EL AIRE DE LOS TIEMPOS, capturamos no solo los matices efímeros, sino también la esencia duradera que se ha filtrado a través de los años.  Sin embargo, otros consideran que estas dos expresiones nos indican dos maneras muy distintas de percibir y relacionarnos con la realidad. La fragilidad y la solidez, el aire y la tierra, el cambio y la permanencia. 

Pero en este recorrido por figuras que encapsulan ciertas lecturas sobre el tiempo, asoma una tercera expresión, de origen bíblico: los "SIGNOS DE LOS TIEMPOS" (Mateo 24), la cual nos invita a reconocer los mensajes y lecciones que la historia, a cada paso, nos presenta. En estos signos, encontramos no solo la fugacidad y la profundidad, sino especialmente la revelación de un propósito mayor que conduce los destinos individuales y colectivos. Los "SIGNOS DE LOS TIEMPOS" son guías que nos impulsan a interpretar y comprender más allá de las apariencias, sumergiéndonos en un entendimiento más profundo de la realidad. Mientras que "EL AIRE DE LOS TIEMPOS" captura la inmediatez y la diversidad de los eventos cotidianos, y "EL ESPÍRITU DEL TIEMPO" busca el basamento más profundo de una etapa, los "SIGNOS DE LOS TIEMPOS" representan señales que son significativas en el marco de una historia más amplia, sagrada, marcando retos, interrogantes o llamados a la acción.

Estos signos se interpretan de manera diversa según las perspectivas culturales, filosóficas o religiosas que tengamos. De allí que puedan reconocerse indicadores tanto de transformaciones sociales, políticas o espirituales. Lo que resulta indudable es que la capacidad de reconocer los "SIGNOS DE LOS TIEMPOS" supone un discernimiento que va más allá de la superficialidad del AIRE DE LOS TIEMPOS y, que al mismo tiempo, apunta a una trascendencia no implícita necesariamente en el zeitgeist. En conjunto, estas expresiones reflejan la complejidad y la diversidad de cómo entendemos y nos relacionamos con el tiempo y con la historia.

En esta trinidad de perspectivas vemos la posibilidad de apreciar las capas multifacéticas del tiempo y de extraer sabiduría tanto de sus susurros fugaces como de sus ecos eternos. Así como también de sus desafíos presentes. 

JMOB.


viernes, 9 de febrero de 2024

Pequeño elogio a la tierra


La tierra, más que un simple suelo material, es el crisol donde se forja la identidad, una matriz de significados que se entrelazan con la historia y la cultura. En este arraigo, encontramos una clave de la comprensión del Justicialismo, una doctrina que, en su esencia, abraza la tierra como el fundamento de la comunidad. 

Para Heidegger, la tierra no es solo un espacio geográfico; es el espacio donde se despliega la existencia auténtica. Es el lugar donde las personas, al enraizarse, encuentran significado y pertenencia. Esta mirada, impregnada de poesía existencial, se conecta de manera intrigante con la esencia del Justicialismo, que también encuentra en la tierra el fundamento de la identidad nacional y social. En este cuadro, la tierra natal no es solo un escenario, sino un actor vital en la epopeya de la vida.

La tierra no es solo un lugar físico, sino un símbolo cargado de significados. Es el terruño que nutre las raíces de la comunidad, un testimonio de luchas compartidas y sueños colectivos. Es  la matriz de la autenticidad. Lugar donde las historias individuales se entrelazan para formar una narrativa colectiva. Escenario sagrado donde se despliega la danza de la vida, una danza que fusiona lo individual con lo comunitario, lo pasado con lo presente, lo trascendente con lo humano.

Bendita sea nuestra tierra.

JMOB.

martes, 23 de enero de 2024

Reflexiones Junguianas (X), por Néstor E. Costa

 


Sabemos que la ciencia mecanicista o ciencia formal es la "reina" de los saberes. Pero también comenzamos a sospechar desde hace ya varios años que no es la única forma de conocimiento al que el ser humano puede aspirar. Y ha sido precisamente la física la que, con sus nuevas indagaciones, está demostrando que hay una unidad entre todas las cosas que existen en el universo. Es decir, el paradigma dominante de la diferenciación y separación y de las especializaciones, sin ceder su lugar, reconoce una nueva cosmovisión indivisa de mucha mayor amplitud, la que se conoce como campo unificado de energía. Por otra parte, esta nueva visión fue anticipada, según época y perspectivas, por pensadores como el griego Empédocles, el gnóstico Plotino y filósofos como Leibniz y Schopenhauer y más recientemente por investigadores como Carl G. Jung y Edgard Morin.

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Hay una palabra que suele usarse en forma frecuente y coloquial y la misma es "destino". Una de las definiciones que el Diccionario de la Real Academia Española tiene para esta término es:"encadenamiento necesario y desconocido de los acontecimientos", pero también la emparenta con otro vocablo: "suerte" y dice: "no debemos acusar al destino de nuestras desgracias". Ejemplo este último que me hizo recordar una conocida frase de Jung: "lo que no se hace consciente se transforma en destino". Como puede verse en el propio determinismo que encierra cualquiera de estos acaeceres, coexisten en forma simultánea las polaridades positivas y negativas las que son propias de toda situación humana. 
Pero, ¿cuál es el presunto origen de este término?: Hesíodo (siglo VIII a. de C.) en su "Teogonía" dice que es una divinidad ciega, hija del Caos y la Noche y al cual todas las divinidades le están sujetas. El cielo, el mar, la tierra y los infiernos están bajo su dominio y nadie puede cambiar sus resoluciones. Al decir de los estoicos, era aquella fatal necesidad según la cual todo sucedía en el mundo. Por su parte, el poeta latino Ovidio  pone en boca de Júpiter (Zeus para los griegos) "que él está sujeto a la ley del destino". El mismo poeta ha de sostener que "los destinos de los reyes estaban grabados sobre el diamante". Sin embargo, Virgilio, deja entrever en uno de sus escritos que había forma de eludir al destino. 
Servidoras fieles de esta divinidad ciega eran las famosas "Parcas" (equivalentes a las Moiras griegas) a quienes se las representaba como hilanderas, cuyo hilo, que era la vida de los seres, dependía de los dictados del Destino. Tampoco el gran poeta griego Homero dejó de tener en cuenta a esta poderosa divinidad.

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En más de una oportunidad seguramente se han preguntado (sobre todo aquellos que desconocen sus propuestas) porqué Jung ha recurrido a explicaciones que tienen que ver con otras disciplinas aparentemente muy lejanas de la psicología, como puede ser la física, para explicar su cosmovisión. Las respuestas pueden ser varias, pero solamente voy a dejar entrever dos que me parecen de suma importancia. La primera es generalizante y es la que tiene que ver con la palabra " psicología", que significa "estudio del alma" y por extensión, pero de mayor especificidad, la de su aplicación, la "psicoterapia" y cuya esencia es el "tratamiento del alma". Como dice el propio investigador suizo: "el alma es el lugar de nacimiento de toda actuación, de todos los acontecimientos" que se vinculan con el ser humano. 
La segunda respuesta a esa pregunta del comienzo, es el propio aspecto científico que le incumbe, es decir, que ninguna especialidad debería ponerse límites a sí misma dado que el hacerlo implicaría un cercenamiento a sus posibilidades. Por eso, en lo que hace a la psicoterapia ha de resaltar el valor que juega el alma en sus múltiples vinculaciones.
"Los trastornos anímicos tal vez, dejen más claro que las enfermedades corporales que el alma es un todo en el que cada parte depende de las demás. Con su neurosis, el enfermo no nos trae una especialidad, sino toda un alma y un fragmento del mundo al que esta alma está unida, y sin el cual no la podríamos entender suficientemente". (Jung, "Problemas generales de la psicoterapia"-parág. 212).


Néstor E. Costa es el Presidente de la Asociación de Formación e Investigación en Psicología Analítica -AFIPA- Grupo de Desarrollo reconocido por la IAAP (International Association for Analytical Psychology), con sede en Buenos Aires, Argentina. Doctor en Psicología. Ex Vice Decano del Departamento de Psicología de la Universidad John F. Kennedy, fue uno de los fundadores de AFIPA en los primeros meses de 1996.

jueves, 28 de diciembre de 2023

Serie Meditaciones #11. Sobre el arquetipo de Muerte y Resurrección. Por Juan Manuel Otero Barrigón

 MEDITACION #11

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"Ahora que está próximo el fin del mundo, conviene abrir el corazon al Sol Naciente". Philip Otto Runge

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El arquetipo de la Muerte y Resurrección es un factor psíquico especialmente resonante en estas fechas que vivimos, donde celebramos el fin del año que se va y recibimos el año nuevo que llega. Yace no sólo en los confines de lo físico, sino que se erige como una puerta entre lo conocido y lo desconocido, entre el ocaso y el amanecer.

Las mitologías antiguas tejen relatos de héroes y dioses que, en su encuentro con la muerte, descubren la semilla de la resurrección. En la mitología egipcia, Osiris muere para renacer como el dios de la vida después de su paso por el inframundo. Prometeo, atado y sufriendo, encuentra su redención y renace a través del mito griego.

Desde las mitologías hindúes hasta las leyendas nórdicas, el arquetipo de Muerte y Resurrección revela sus misterios en múltiples relatos. Shiva, el dios hindú, danza el Tandava Nataraja, la danza cósmica que simboliza la creación, la preservación y la destrucción. En esta danza, la destrucción no es un fin, sino el preludio de una nueva creación, un ciclo eterno de renacimiento.

En las tradiciones budistas, la muerte es vista como un paso natural en el ciclo de renacimientos, el Samsara. Buda, a través de sus enseñanzas, destila la sabiduría de dejar ir lo efímero para encontrar la verdadera paz. Esta muerte simbólica conduce a una nueva vida interior, a la iluminación.

El cristianismo, con su narrativa central de la crucifixión y resurrección de Jesús, lleva consigo la promesa de redención a través de la muerte. La tumba vacía simboliza no solo la resurrección física sino también la posibilidad de renacimiento espiritual para aquellos que viven comprometidamente la fe.

Culturalmente, la celebración del Día de los Muertos en México es un ejemplo conmovedor de cómo la muerte y la resurrección pueden entrelazarse. Este festival colorido y lleno de vida no solo honra a los muertos sino que celebra la continuidad de la existencia a través de la memoria y la conexión emocional.

Y es que este arquetipo reverbera en festivales y rituales que celebran la cosecha tras la muerte aparente del invierno. La primavera emerge como una resurrección después de la quietud invernal, un ciclo perpetuo de muerte y renacimiento que encuentra eco en nuestras almas.

A nivel personal, cada pérdida, cada desafío, puede ser un encuentro con la muerte simbólica. El fin de una relación, el cambio de carrera, el cierre de una etapa, son pequeñas muertes que dan paso a oportunidades de renacimiento. En la resiliencia humana, encontramos la capacidad de renacer de las cenizas de nuestras propias experiencias difíciles.

El arquetipo de la Muerte y Resurrección, en su sutileza poética, nos sugiere que cada despedida es una bienvenida a lo nuevo. Como el fénix que surge de las llamas, como la primavera que sigue al invierno, nuestras vidas están entrelazadas con el eterno ciclo de morir y renacer. En este constante flujo, encontramos la promesa de renovación, la posibilidad de transformación, y la certeza de que en cada puesta de sol, aguarda una aurora.

JMOB.