MEDITACION #19
Psymbállein
Psicología de la religión, espiritualidad, política consciente, estudios mitológicos, y mundo simbólico. Blog de Juan Manuel Otero Barrigón
martes, 24 de diciembre de 2024
Serie Meditaciones #19.Sobre el uso de la palabra ALMA en mis aforismos y meditaciones. Por Juan Manuel Otero Barrigón
sábado, 21 de diciembre de 2024
Serie Meditaciones #18. El umbral del enojo. Por Juan Manuel Otero Barrigón
MEDITACION #18
Viendo una charla sobre la polarización social como signo de esta época, me quedé pensando en una frase del jesuita Emmanuel Sicre: “El enojo como clave de interpretación de la realidad es una trampa”. Es cierto que el enojo nos sacude cuando algo se quiebra, cuando una verdad nos pincha de frente, cuando una realidad que sentimos injusta nos subleva; pero cuando lo tomamos como único principio interpretativo, nos termina encerrando en su propia lógica, donde cada detalle pasa a ser un enemigo o una amenaza. El enojo muchas veces se disfraza de justicia, de defensa de lo correcto, pero nos atrapa en un ciclo repetitivo, donde cada respuesta es más feroz, y menos profunda. ¿Qué pasa cuando, al final del camino, ya no sabemos cómo pensar sin ira? Jung, al reflexionar sobre las emociones, decía que "todos los fenómenos psicológicos llevan inherente algún sentido de finalidad, incluso los meramente reactivos" (1916). El mundo se parte, sí, pero ¿y si esa fragmentación, cargada de ira, no fuera también un umbral, una puerta entreabierta hacia algo más grande? Tal vez la verdadera confrontación no sea con el otro, sino con lo que nos queda cuando dejamos de pensar en términos de enemigos.
JMOB.
lunes, 2 de diciembre de 2024
Tres jesuitas en el cine: pinceladas reflexivas sobre "El Exorcista", "La Misión", y "Silencio". Por Juan Manuel Otero Barrigón
TRES JESUITAS EN EL CINE:
PINCELADAS REFLEXIVAS SOBRE “EL EXORCISTA”, “LA MISIÓN” y “SILENCIO”
Juan Manuel Otero Barrigón
Nota aclaratoria: En el siguiente trabajo se omiten los detalles argumentales de las mencionadas películas, excepto en los casos puntuales en que resultan indispensables para ilustrar o fundamentar alguna reflexión.
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Nos vamos a detener en un tríptico cinematográfico que explora con hondura distintas facetas de la espiritualidad jesuita: El Exorcista, La Misión, y Silencio. Cada una de estas películas ofrece una visión única sobre los dilemas, creencias y matices de esta tradición espiritual. Desde el compromiso por la justicia social hasta el oscuro enfrentamiento con el mal y la intimidad del silencio divino, estas obras guían al espectador por los senderos de una espiritualidad profunda.
La mirada de William Friedkin, Roland Joffé y Martin Scorsese nos permite reconocer desafíos éticos y resonancias existenciales en la interacción entre lo divino y lo humano. La narrativa fílmica se convierte en terreno fértil para explorar esta geografía espiritual: imágenes, sonidos y actuaciones memorables crean una sinfonía que revela la fuerza de la fe en sus manifestaciones diversas.
Este pequeño análisis busca desentrañar parte de la riqueza de estos relatos y cómo cada uno construye un mosaico interpretativo que aborda tanto lo ético y teológico como lo existencial. Desde las imponentes cataratas de Iguazú hasta las sombras de un cuarto poseído y los campos de arroz del Japón feudal, estas películas exploran una espiritualidad viva, encendida por Ignacio de Loyola hace más de quinientos años.
Procuro aquí no tanto desglosar el argumento de cada una de estas películas, sino más bien mostrar cómo el cine puede dar forma a las complejidades de la fe. A través de símbolos visuales y metáforas sonoras, intentaremos captar cierta esencia evocadora en estas obras, indagando en la poesía encerrada en algunos de sus personajes y en la profundidad de ciertos motivos o escenas.
EL EXORCISTA
La figura del Padre Damien Karras en "El Exorcista" expresa una amalgama compleja de elementos existenciales, psicológicos y teológicos. Como sacerdote y psiquiatra, Karras encarna una dualidad que refleja la tensión entre modernidad y tradición. Su condición de psiquiatra, heredera de preceptos racionalistas, actúa como el crisol donde se forja su conflicto con la fe y su lucha con la pérdida de certeza espiritual.
Karras es un hombre en plena lucha interna, marcado por el peso de la culpa y una fe tambaleante. Su especialidad psiquiátrica lo sitúa en el centro de la tensión entre la ciencia y lo sobrenatural, lo cual siembra una duda creciente en su propio dominio espiritual. La psiquiatría es para Karras un lente moderno que le hace ver los misterios de la mente humana como fenómenos complejos, pero la intervención demoníaca en el caso de Regan lo confronta con una realidad que trasciende lo meramente psicológico.
Teológicamente, Karras encarna el desafío de una fe puesta a prueba por los valores de la modernidad. La razón y la ciencia, representadas por su formación, actúan como un contrapeso constante que amenaza la firmeza de su creencia. Mientras enfrenta a un demonio tangible, Karras se encuentra sumido en su propio infierno de escepticismo y desilusión, donde la sombra de su incapacidad para sostener su fe se vuelve un peso que lo empuja hacia una encrucijada fatal.
La vida de este sacerdote melancólico refleja un escenario de tensiones existenciales y espirituales: la pérdida de su madre, la soledad desgarradora y el choque entre su ciencia y su fe componen un retrato de identidad fracturada. Al enfrentarse al demonio que posee a Regan, su propio conflicto se proyecta en la lucha con el mal, convirtiendo su historia en una exploración de los límites de la fe en un mundo donde lo sagrado y lo secular colisionan.
Como contrapunto, el Padre Lankester Merrin representa una fe enraizada y una convicción teológica inamovibles. A diferencia de Karras, Merrin emerge como una encarnación viva de la tradición espiritual, enfrentando al mal con una certeza decidida. En su figura, se representa la autoridad de la Iglesia en su lucha contra el mal, y su experiencia en exorcismos se convierte en una sabiduría que no depende de argumentos intelectuales, sino de una experiencia directa con el mysterium iniquitatis. En un mundo cada vez más racionalista, Merrin es el símbolo de una fe que no cede ante las corrientes del pensamiento contemporáneo.
Merrin encarna una fe templada en los horrores de la vida, marcada por su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Esta dimensión histórica dota su figura de una profundidad que sugiere que su creencia no es un mero constructo teórico, sino una verdad afirmada en los momentos más oscuros de la historia humana. Psicológicamente, su convicción en el poder de la posesión demoníaca y su rol como exorcista revelan un espíritu sólido, opuesto al conflicto interno de Karras. La fe de Merrin, lejana a la duda, lo hace el antídoto espiritual frente a las fuerzas oscuras que amenazan con devorar la inocencia de Regan. Y es que Merrin representa aquella fe que probada por el dolor del mundo, se convierte en una llama que ni la mayor de las sombras puede extinguir.
En la dialéctica entre Karras y Merrin se revela un paisaje espiritual que abarca las distintas esferas de la vida. Karras encarna las tensiones modernas y las dudas de una fe en crisis, mientras que Merrin personifica la solidez de la tradición, que resiste y confronta las sombras sin vacilaciones. Ambos personajes, en su contraste, reflejan la lucha constante entre la luz y la oscuridad en el alma humana.
LA MISIÓN
La figura del Padre Gabriel en La Misión nos revela la íntima complementariedad existente entre la devoción espiritual y la comprensión de las complejidades sociales y culturales de la época en la que vivimos. Como jesuita en las tierras de América del Sur en el siglo XVIII, Gabriel ejemplifica una espiritualidad ignaciana comprometida con la misión de evangelizar, pero también de proteger y dignificar a los pueblos indígenas.
Gabriel representa la esencia de la misión jesuita al encarnar un compromiso con la justicia social. Su fe se manifiesta en la defensa de la dignidad humana y en el respeto por la sacralidad de las culturas nativas. Su enfoque de la fe desafía interpretaciones rígidas, reconociendo la espiritualidad intrínseca en la vida de los aborígenes.
En el plano humano, Gabriel demuestra la capacidad de adaptación y empatía propia de la espiritualidad ignaciana. Su uso de la música como forma de acercarse a los pueblos nativos ilustra su aprecio por la diversidad cultural y su deseo de expresar la fe en un lenguaje comprensible para aquellos a quienes sirve. En medio de las tensiones coloniales y los conflictos políticos, Gabriel se muestra como una figura de paz y reconciliación, reflejando una humanidad que busca superar la violencia con la compasión.
La respuesta de Gabriel a la violencia, en particular su rechazo a las armas aún en defensa propia, introduce una dimensión ética que resuena con las enseñanzas cristianas de perdón y misericordia. Su resistencia pacífica frente a la injusticia expresa la capacidad ignaciana para abordar las adversidades con una firmeza que no traiciona la esencia del evangelio.
El Padre Gabriel es una figura que plasma la convergencia entre la teología ignaciana y un profundo humanismo. Su personaje ilustra cómo la fe puede ser activa y transformadora, una fuerza que cobra vida en la intersección de lo espiritual con los dilemas humanos y sociales.
SILENCIO
En Silencio, de Martin Scorsese, los personajes de los sacerdotes Sebastião Rodrigues y Cristóvão Ferreira sintetizan una encrucijada existencial, enfrentando los límites de la fe en el desafiante contexto del Japón feudal. La historia despliega los matices de la espiritualidad jesuita, llevándolos a confrontar la durísima realidad de la persecución religiosa.
La persona de Rodrigues revela una complejidad teológica fascinante. Su viaje a Japón comienza con la convicción en su misión evangelizadora, pero, ante la brutalidad de la persecución y el aparente silencio de Dios, su teología se tambalea en la cuerda floja entre la lealtad a la fe y la compasión humana. Este dilema teológico convierte su conflicto en una exploración profunda de la relación entre la fe y la acción ética, al debatirse entre resistir y ceder.
Por su parte, la trayectoria de Ferreira cuestiona los principios teológicos desde su propia apostasía. Su renuncia pública a la fe arroja una sombra sobre las convicciones de Rodrigues, quien debe enfrentar la posibilidad de que el acto de evangelizar pueda fracasar en un contexto tan implacable. La complejidad de Ferreira radica en su adaptación aparente al budismo japonés, un paso que desafía la universalidad de la fe cristiana y plantea interrogantes sobre la validez de los valores espirituales en un mundo que no los comparte.
Desde el lado humano, Rodrigues se muestra como un hombre profundamente vulnerable, atrapado en sus luchas internas y las decisiones desgarradoras que debe tomar. Su deseo de aliviar el sufrimiento de los fieles lo empuja hacia decisiones que sacuden los cimientos de su formación teológica. En este sentido, Rodrigues no solo es un defensor de su fe, sino también un ser humano que se debate entre sus creencias y la compasión.
Ferreira, en cambio, se presenta como alguien marcado por las cicatrices de su propia rendición. Su apostasía conlleva un peso existencial, dejando su espiritualidad fracturada y su humanidad teñida de arrepentimiento. La película sugiere que, en la colisión de lo humano y lo divino, ambos personajes encarnan la lucha por sostener la fe en un mundo que desafía cualquier certeza.
A través de Rodrigues y Ferreira, Silencio invita a reflexionar sobre los avatares de la fe en situaciones extremas, donde las decisiones espirituales y humanas se imbrican de manera contundente en un terreno ambiguo, disolviendo las divisiones simplistas entre lealtad y renuncia.
INTERLUDIO: NUDOS TEMÁTICOS
Las películas La Misión, El Exorcista, y Silencio forman un tríptico cinematográfico que, aunque diverso en contexto y tema, profundiza en la espiritualidad jesuita y explora la fe religiosa en escenarios históricos y existenciales variados. A través de los sacerdotes Gabriel, Karras, Rodrigues, y Ferreira, estas obras construyen una narrativa sobre las múltiples dimensiones de la vida espiritual, abordando dilemas éticos, teológicos y conflictos internos.
En La Misión, el Padre Gabriel representa una espiritualidad en confrontación con el choque cultural y las tensiones coloniales. Su compromiso de fe se manifiesta en el servicio y la defensa de la dignidad humana, con una lucha externa contra las injusticias coloniales y la protección de un espacio donde puedan coexistir la fe y la cultura indígena.
El Exorcista nos presenta a Karras y Merrin enfrentándose a un mal que desafía la razón. Karras, también psiquiatra, encarna la tensión entre la modernidad y la fe, mientras que Merrin representa la convicción teológica en la batalla contra lo demoníaco. Ambos, a su manera, deben enfrentarse a lo sobrenatural y proteger la integridad espiritual de una joven poseída.
Silencio sigue a Rodrigues y Ferreira en un Japón feudal donde la persecución religiosa desafía la fe en sus límites más extremos. Rodrigues, al principio con una convicción inquebrantable, se debate entre su fidelidad teológica y la compasión por el sufrimiento humano, mientras que Ferreira ha cedido a la apostasía, lo que introduce un dilema sobre la universalidad de la fe cristiana.
Estas historias coinciden en la confrontación con el sufrimiento humano, la adaptación a contextos diversos y la lucha contra el mal, aunque difieren en la naturaleza de sus conflictos. La Misión se enfoca en la tensión colonial y cultural; El Exorcista en el choque entre modernidad y tradición; y Silencio en la persecución y el silencio de Dios. Juntas, ofrecen una visión rica y compleja de la espiritualidad jesuita, revelando la profundidad de la experiencia religiosa en escenarios desafiantes y diversos.
KARRAS
La experiencia del Padre Karras en El Exorcista evoca elementos de la espiritualidad ignaciana, en especial el discernimiento, la libertad interior y la búsqueda de la mayor gloria de Dios.
El discernimiento, clave en las enseñanzas de Ignacio, orienta la lucha de Karras mientras intenta comprender y enfrentar la posesión demoníaca de Regan. Como sacerdote y psiquiatra, tiene que distinguir entre el sufrimiento psicológico y la realidad del mal espiritual, una tarea complicada por su propia crisis de fe. Su talante melancólico dificulta aún más su discernimiento interior, en una situación límite en la que la claridad y la percepción del Espíritu parecen estar siempre en disputa.
En su búsqueda de libertad interior, otro pilar ignaciano, Karras intenta liberarse de la incredulidad y las dudas que lo atan. La espiritualidad ignaciana insiste en el desapego necesario para actuar conforme a la voluntad divina, y Karras, a medida que lidia con su propia incredulidad y la naturaleza del mal, explora esta libertad interna, encontrando en su lucha un camino hacia la claridad en medio de la incertidumbre.
Aunque sumido en la oscuridad y el dolor, Karras persigue la mayor gloria de Dios. Su entrega y disposición a enfrentar el mal para proteger el alma de Regan revelan un profundo deseo de honrar a Dios a través del servicio. En su sacrificio, el personaje llega a encarnar el ideal ignaciano de buscar a Dios en todo, incluso en los momentos de mayor desolación, apuntando hacia una fe que brilla en la misma noche oscura que todo lo envuelve.
GABRIEL
En La Misión, el Padre Gabriel ejemplifica con fuerza los principios de la espiritualidad ignaciana, especialmente en su integración de la fe con la acción y en su compromiso con la justicia.
Desde su decisión de establecer las misiones hasta su confrontación con las potencias coloniales, Gabriel demuestra un discernimiento constante, guiado por su búsqueda de la voluntad de Dios en cada paso. Su proceso de toma de decisiones refleja la profunda conexión entre su fe y la defensa de los pueblos indígenas, enfrentando dilemas éticos en un contexto de opresión y violencia.
La búsqueda de la mayor gloria de Dios impulsa su renuncia a la violencia armada y su entrega a la providencia divina, aún en medio de la persecución.
Siguiendo el principio ignaciano de "trabajar como si todo dependiera de uno y rezar como si todo dependiera de Dios", Gabriel actúa en defensa de los derechos de los indígenas, convirtiendo su fe en una acción concreta y comprometida. Más que predicar, busca encarnar su misión a través del servicio, integrando la justicia social en su vocación evangelizadora.
RODRIGUES
El Padre Rodrigues, en Silencio, asume la inculturación al adaptarse a la cultura japonesa y enfrentar las complejidades que esta plantea. Su capacidad para integrarse y encontrar a Dios en cada experiencia cotidiana refleja la flexibilidad espiritual promovida por Ignacio, buscando servir en cualquier contexto con apertura y respeto.
La confrontación con el sufrimiento humano se convierte en un eje central en su vida, alineándose con la tradición ignaciana de afrontar valientemente la realidad. En medio de la aparente ausencia de Dios y el dolor de los mártires, su dilema entre la fidelidad a su fe y la compasión hacia el sufrimiento de los demás muestra la profundidad de su lucha espiritual en un contexto moralmente complejo.
DILEMAS
MODERNIDAD VS TRADICIÓN
Karras, en El Exorcista, encarna el espíritu moderno que trasluce el debilitamiento de la fe: es un hombre de ciencia, sumergido en el mundo de la psiquiatría, que busca comprender los misterios de la mente desde el materialismo racionalista. Su escepticismo inicial hacia la posesión demoníaca es reflejo de la mentalidad moderna que trata de explicar fenómenos históricos y místicos a través de la lógica. Esta postura científica y escéptica es a la vez su escudo y su debilidad, ya que lo enfrenta con un mundo de enigmas que desafía su comprensión y cuestiona los límites de la modernidad.
El paradigma de Karras se revela vulnerable frente al sufrimiento y la desesperación. Su lucha interna, alimentada por su formación científica y su herencia espiritual, se intensifica con cada nueva manifestación sobrenatural en el caso de Regan. La ciencia, con su poder para analizar y comprender, se muestra insuficiente frente a una realidad innegable que rebasa los límites de lo racional. Así, la tradición reaparece en su vida, no como una reliquia del pasado, sino como una fuerza viva y altamente desafiante.
La tradición, encarnada en los rituales antiguos de la Iglesia, no supone meros actos de fe, sino herramientas que integran lo humano en lo divino. Su batalla contra el Mal se traduce en un rito de paso. Cuando invita al demonio a poseerlo, Karras realiza un acto de sacrificio que va más allá de su racionalidad científica y reafirma su compromiso espiritual.
La obra de Ángel Faretta ofrece una visión interesante para entender este conflicto.
El eje vertical forma parte de la teoría estética del cine y del arte en general planteada por este autor. Al romper verticalmente con la horizontalidad del teatro, el cine se consolida como un arte aparte.
Un eje vertical puede ser presentado como una escalera, una diferencia de alturas, un movimiento de cámara ascendente o descendente, entre otras. Sin embargo, no toda escalera, por citar un ejemplo, es un eje vertical. Este elemento o cualquier otro, pasa a ser un eje vertical una vez que, al ser utilizado, modifica algo ya sea a nivel de la trama para el personaje o a nivel simbólico para la "segunda historia" de la película.
LA MUERTE DEL PADRE SEBASTIAO RODRIGUES
La muerte del Padre Sebastião Rodrigues en Silencio, junto con la escena de su incineración en la que se revela un crucifijo escondido en sus manos, carga un simbolismo profundo y una complejidad espiritual notables.
A lo largo de la película, Rodrigues se ve atrapado entre su compromiso con Dios y el sufrimiento de los cristianos japoneses. Su apostasía forzada, significada en el acto de pisar la imagen de Cristo, parece ser un acto de renuncia, un sacrificio para salvar vidas. Sin embargo, el crucifijo oculto en sus manos revela una verdad más compleja: la fe que sobrevive sin decir palabra.
Este crucifijo en su palma es símbolo de una fe inextinguible, una llama que perdura a pesar de las apariencias. Es una metáfora de la resistencia interna, de una devoción que persiste en la adversidad, invisible pero no menos auténtica. La última escena, con el cuerpo llameante de Rodrigues, sugiere que la fe verdadera puede habitar en lo oculto, lejos de los ojos del mundo, pero con una fuerza inquebrantable.
El fuego, símbolo de purificación, implica que, a través de su sufrimiento y aparente renuncia, Rodrigues alcanza una forma de redención. Su fe, oculta pero intacta, convierte su sacrificio en un acto de trascendencia: el cuerpo mortal se consume, mientras la fe y el espíritu sobreviven. Rodrigues muestra que la fidelidad puede expresarse de modos inesperados y que la fe auténtica es indestructible, desafiando las pruebas más duras y superando cualquier definición tradicional.
PALABRAS FINALES
El final de las historias de Karras, Gabriel y Rodrigues ofrece un terreno fructífero para reflexionar desde la perspectiva de la espiritualidad jesuita, revelando los complejos desafíos espirituales y éticos a los que se enfrenta cada uno.
En El Exorcista, el sacrificio final del Padre Karras adquiere una dimensión profundamente redentora. Al aceptar que el demonio lo posea y sacrificarse para salvar a Regan, Karras encarna el desapego y la libertad interior, principios ignacianos fundamentales. Su entrega de la propia vida por la inocencia de otro es una expresión extrema de amor y servicio, en busca de la mayor gloria de Dios.
En La Misión, la muerte del Padre Gabriel a manos de las autoridades coloniales ilustra una respuesta de resistencia pacífica, donde la autodonación y el compromiso social se fusionan para defender la dignidad de los indígenas y encarnar así la justicia social y la lealtad a la misión, pilares de la tradición jesuita.
Finalmente, en Silencio, la decisión de Rodrigues de pisar la imagen de Cristo para salvar a los cristianos japoneses plantea una compleja tensión entre la fe y la compasión. Su apostasía aparente, motivada por el deseo de aliviar el sufrimiento ajeno, desafía las interpretaciones convencionales de la fidelidad religiosa. En este dilema, Rodrigues explora la adaptabilidad y la lucha interna ante el sufrimiento, mostrando la capacidad de la espiritualidad ignaciana para confrontar dilemas extremos y cuestionar las fronteras de la fe.
Bibliografía:
-Faretta, Angel. El conepto de cine. ASL Ediciones, Buenos Aires, 2023
sábado, 9 de noviembre de 2024
Microcuento IV. La Principal y su Sombra
Laura navegaba distraída por las redes cuando se encontró con un perfil que llevaba su nombre. Las fotos eran impecables, los comentarios llenos de amor, y su vida ahí parecía sacada de una película. Intrigada, empezó a seguir a esa “otra Laura” y descubrió que la gente la adoraba. Mientras tanto, su vida real se venía abajo entre líos y soledad. Un día, quiso cambiar la contraseña, pero le apareció un mensaje: “Lo siento, pero ya no sos la Laura principal.”
Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón
¿Podrían evitarse las guerras? Por Néstor E. Costa
"Descanso de Marte", Diego Velázquez, c. 1640
¿Podrían evitarse las guerras?
Por Néstor E. Costa*
Solía recordar frecuentemente el psicólogo y psiquiatra suizo Carl G. Jung, que no hay idea que no tenga su antecedente histórico y la que promueve este breve escrito es una de ellas. Precisamente, si hay algo que tenga antecedentes desde hace muchos milenios es la guerra. Ese compendio de actitudes de todo tipo, desde las más sublimes hasta las más aberrantes.
Partamos de la premisa que todo fenómeno complejo y la guerra lo es, no se debe a sólo una causa. Por definición es multicausal. Para muestra basta sólo un botón dice el refrán. Así que veamos ese botón: Hace un poco más de cien años comenzaba la Primera Guerra Mundial (1914-1918), de acuerdo a la mayoría de los historiadores, habría no menos de seis teorías distintas que explicarían a que se debió la misma: cuestiones económicas, territoriales, expansivas, políticas, etcétera. Pero ninguno de dichos analistas nos dice que el inicio, el desarrollo y el fin de la misma, como de otras tantísimas a través de los milenios, ha sido el ser humano, es decir, su psique.
Hay una película de origen estadounidense cuyo título en castellano es: “El hombre sin sombra”, como no la vi, simplemente me atrajo aquello del hombre “sin sombra”, así que realmente no sé si se refería a la sombra física o aquel arquetipo al que nos remite Jung y que es una parte tan importante del psiquismo. Tan importante es, que lo señala en más de una oportunidad: “no hay sujeto sin sombra”. Habida cuenta que la “sombra” serían todos aquellos aspectos negativos de la personalidad que habitan
nuestro inconsciente personal y que suelen estar cercanos a nuestra consciencia, incluso hasta podemos dar cuenta de ellos no más una situación de vida nos incomode, nos frustre, nos angustie o nos enoje.
Segundo: relacionado con lo primero, la carga de energía que llevaba la acción que provocó que se manifestara la “sombra”. Fuera ésta expresada con gritos, golpes, gestos o con un arma.
Cierre del IV Seminario "INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA - C.G.JUNG" . Universidad del Salvador (USAL)
El pasado Martes 29 de Octubre cerramos la 4ta edición del STO "Introducción a la Teoría y Práctica de la Psicología Analítica - C.G.Jung", con alumnos/as de 5to año de la Facultad de Psicología & Psicopedagogía de la Universidad del Salvador.
Otro ciclo sumergiéndonos en la psicología del sabio suizo, compartiendo un recorrido lleno de aquellas revelaciones psíquicas que han encendido en muchos la llama para seguir construyendo su legado.
¡Gracias a este grupo de futuros colegas que formaron parte!
lunes, 4 de noviembre de 2024
In Memoriam: Padre Eduardo Graham (1960-2024)
"Aprojimarse" es una palabra que respira, que late con la calidez de quien comprendió la fe como un abrazo que se expande. En tiempos donde tantos caminos nos aíslan, donde a menudo el otro parece distante y ajeno, el padre Eduardo Graham nos regaló esta expresión como un llamado a acercarnos no solo en la forma, sino también en el corazón. Aprojimarse no es solo estar cerca; es hacer del otro alguien propio, un compañero de viaje cuya vida nos toca y nos compromete. Lejos de cualquier gesto superficial, es una manera de vivir que va tejiendo lazos en un mundo que tantas veces parece cerca de desintegrarse.
Aprojimarse es también un acto de valentía: significa abrirse, reconocerse en la fragilidad de quien camina junto a nosotros, sin máscaras. En esa cercanía sin reservas, el alma se transforma, porque dejamos de ver al prójimo como un desconocido y empezamos a reconocer en él algo de nosotros mismos. Construir Comunidad, como el padre Graham supo enseñarnos, no es otra cosa que estar dispuestos a hacernos uno con los otros en la unidad y en la diferencia.
Que su testimonio siga inspirándonos a aprojimarnos, a vivir el Evangelio desde esa cercanía entrañable, donde el amor no es un concepto, sino un acto concreto de presencia, de entrega. La verdadera Comunidad, que estuvo siempre presente en el corazón de su prédica, sólo se construye cuando aprendemos a arrimarnos, no sólo al que nos es cercano, sino especialmente al que creemos lejos.
JMOB.
domingo, 15 de septiembre de 2024
Microcuento III. El Tiempo Suspendido
En el otro lado, donde los caminos se bifurcan y el tiempo juega con los días, todo lo que alguna vez me inspiró sigue ocurriendo. Las viejas conversaciones nunca terminan, los libros se reescriben solos en las estanterías y los atardeceres mantienen su luz inalterada. Las decisiones que dudé, en ese lugar siempre aciertan, y las puertas que no abrí están entreabiertas, invitando. Es un mundo paralelo donde la nostalgia se convierte en presencia, y cada inspiración sigue viva, vibrando como si el tiempo fuera solo un espectador.
Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón
domingo, 8 de septiembre de 2024
Serie Meditaciones #17. A lo que pide el alma. Por Juan Manuel Otero Barrigón
MEDITACION #17
lunes, 26 de agosto de 2024
Sobre Dios. Carta de C.G.Jung a The Listener (Enero de 1960)
La siguiente carta de Carl Gustav Jung, publicada en la revista semanal de la BBC The Listener (21 de enero de 1960), surgió como respuesta a la significativa repercusión que había tenido su entrevista televisiva en la BBC en octubre de 1959. En esa ocasión, el entrevistador John Freeman había preguntado a Jung sobre su creencia en Dios, y este respondió con una afirmación que resonó profundamente entre los oyentes: “No necesito creer, yo sé”. Su declaración provocó una avalancha de cartas dirigidas a Jung, quienes buscaban clarificación sobre su postura. La carta publicada en The Listener funcionó, por tanto, como una declaración madura y reflexiva donde Jung explora su relación con la idea de Dios desde una perspectiva psicológica, alejándose de las convenciones religiosas tradicionales y profundizando en la compleja interacción entre la psique humana y lo que denomina “Dios”.
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Fragmento de la entrevista a Carl Gustav Jung en la BBC, octubre de 1959 – Creer y saber
John Freeman: “¿Y usted creía en Dios?”
Carl Gustav Jung: “Oh, sí.”
JF: “¿Y ahora cree en Dios?”
CGJ: “¿Ahora? Difícil de responder. Yo sé. No necesito creer, sé. (…)"
JF: “¿Y cree que la muerte es el final?”
CGJ: “Bueno, no puedo decirlo… Verás, la palabra creencia es algo difícil para mí. Yo no creo. Debo tener una razón para una cierta hipótesis. O bien sé algo, y entonces lo sé. No necesito creerlo. No me permito, por ejemplo, creer en algo solo por el hecho de creer en ello. No puedo creerlo. Pero cuando hay razones suficientes para formar una cierta hipótesis, acepto esas razones naturalmente, y diría: ‘Tenemos que considerar la posibilidad de esto o aquello’, ¿sabes?”
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La siguiente carta aclaratoria de Jung fue publicada poco tiempo despúes de dicha entrevista, y constituye una suerte de declaración definitiva del Jung maduro sobre la cuestión de Dios.
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Carta de Carl Gustav Jung a The Listener, 21 de enero de 1960.
Traducción: Juan Manuel Otero Barrigón
(una versión del original en inglés está disponible en https://uncertaintist.wordpress.com/wp-content/uploads/2012/04/jung-on-god.pdf)
« Muchas cartas que he recibido han enfatizado mi declaración sobre "saber" (de Dios) [en ‘Face to Face’, THE LISTENER, 29 de octubre]. Mi opinión sobre el "conocimiento de Dios" es una manera de pensar poco convencional, y entiendo perfectamente si se sugiere que no soy cristiano. Sin embargo, me considero cristiano, ya que estoy completamente basado en conceptos cristianos. Solo intento escapar de sus contradicciones internas al introducir una actitud más modesta, que toma en cuenta la inmensa oscuridad de la mente humana. La idea cristiana demuestra su vitalidad a través de una evolución continua, al igual que el budismo. Nuestro tiempo ciertamente demanda un nuevo pensamiento en este sentido, ya que no podemos continuar pensando de manera antigua o medieval cuando entramos en la esfera de la experiencia religiosa.
No dije en la transmisión: ‘Hay un Dios’, dije: ‘No necesito creer en Dios; sé’. Lo cual no significa: ‘Sé de un Dios en particular’ (Zeus, Yahvé, Alá, el Dios Trinitario, etc.), sino más bien: ‘Sé que evidentemente me enfrento a un factor desconocido en sí mismo, al que llamo "Dios" en consensu omnium ("quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditur")’. Lo recuerdo, lo evoco, siempre que uso Su nombre vencido por la ira o el miedo, cada vez que digo involuntariamente: ‘Oh Dios’.
Eso sucede cuando encuentro a alguien o algo más fuerte que yo. Es un nombre adecuado para todas las emociones abrumadoras en mi propio sistema psíquico que someten mi voluntad consciente y usurpan el control sobre mí. Este es el nombre con el que designo todas las cosas que cruzan violentamente y sin miramientos mi camino voluntario, todas las cosas que trastornan mis puntos de vista, planes e intenciones subjetivas y cambian el curso de mi vida para bien o para mal. De acuerdo con la tradición, llamo a esta fuerza del destino en este aspecto positivo así como negativo, y en la medida en que su origen está más allá de mi control, 'dios', un 'dios personal', ya que mi destino significa mucho para mí mismo, particularmente cuando se me presenta en forma de conciencia como una vox Dei, con la cual incluso puedo conversar y argumentar. (Lo hacemos y, al mismo tiempo, sabemos que lo hacemos. Uno es sujeto tanto como objeto.)
Sin embargo, consideraría una inmoralidad intelectual creer en la idea de que mi visión de un dios es el Ser universal y metafísico de las confesiones o 'filosofías'. No cometo la impertinencia de una hipóstasis, ni de una calificación arrogante como: 'Dios solo puede ser bueno'. Sólo mi experiencia puede ser buena o mala, pero sé que la voluntad superior se basa en una fundación que trasciende la imaginación humana. Dado que sé de mi colisión con una voluntad superior en mi propio sistema psíquico, sé de Dios, y si me atreviera a la hipóstasis ilegítima de mi imagen, diría, de un Dios más allá del bien y del mal, que habita tanto en mí como en cualquier otro lugar: Deus est circulus cuius centrum est ubique, cuis circumferentia vero nusquam.
Atentamente,
CARL GUSTAV JUNG »
NOTAS
Párrafo 2: (in) consensu omnium (‘quod semper, quod ubique, quod ab omnibus creditur’), con el acuerdo de todos (‘lo que ha sido creído siempre, en todas partes y por todos’). La fórmula entre paréntesis es lo que San Vicente de Lerins, en El Commonitorio, propuso como un suplemento a la Escritura como criterio para distinguir las doctrinas verdaderas de la herejía.
Párrafo 3: vox Dei, voz de Dios.
Párrafo 4: Deus est circulus cuius centrum est ubique, cuis circumferentia vero nusquam, "Dios es un círculo cuyo centro está en todas partes y cuya circunferencia no está en ningún lugar", una paráfrasis de la declaración de San Buenaventura en su obra Itinerarium Mentis in Deum (El camino de la mente hacia Dios).
sábado, 24 de agosto de 2024
Serie Meditaciones #16. El "Infierno" de Dante en clave analítica: apuntes iniciales. Por Juan Manuel Otero Barrigón
MEDITACIÓN #16
El "Infierno" de Dante en clave analítica: apuntes iniciales
(anticipo de nuestra próxima Mesa Redonda Mitológica del mes de Septiembre).
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El "Infierno" de Dante Alighieri, con su estructura precisa y sus círculos concéntricos, no es solamente una cartografía clásica del castigo eterno, sino también una metáfora profunda del viaje interior del alma. Un descenso a los reinos de la oscuridad que puede interpretarse como un encuentro inevitable con la Sombra, esa parte de nosotros mismos que contiene todo lo que rechazamos y negamos.
En Dante, como señala acertadamente el analista posjunguiano Wolfgang Giegerich («¿Cuáles son los factores que curan?», 2020), el Infierno representa un reino especial en el otro mundo. Pero para la psicología analítica, revela la esencia más profunda de la realidad terrenal, empírica.
Guiado por Virgilio, su psicopompo, Dante inicia un viaje para comprender y tratar con la Sombra, tanto en sí mismo como en su mundo. Cada círculo del infierno representa una capa del inconsciente donde residen las partes fragmentadas y reprimidas de la psique. Los pecadores que Dante se encuentra no son solamente personajes históricos o alegóricos, sino reflejos de sus propios temores y deseos que necesitan ser reconocidos y confrontados.
Hay que recordar que, en sentido junguiano, la Sombra no es inherentemente maligna; es una parte esencial de nuestra vida interior. Dante, al descender a las profundidades del Infierno, se embarca en un proceso en el cual cada situación y cada desafío le acercan un paso más a la integración de su ser completo. Enfrentar y comprender su sombra le permite emerger del Infierno transformado, listo para ascender a los reinos superiores del purgatorio y el paraíso.
Las emociones que predominan en el Infierno son la desesperanza, la ansiedad, el sufrimiento. Un espacio psíquico caótico, lleno de confusión, un encuentro con fuerzas primitivas. En este descenso, y al igual que sucede con Inanna en la mitología sumeria, Dante baja desnudo, sin "mascara" que lo proteja, para enfrentarse con la Sombra de manera descarnada.
El primer círculo, el Limbo, con sus almas nobles que viven en anhelo perpetuo, puede verse como la parte de la psique que se halla atrapada en el pasado, incapaz de avanzar por la falta de un sentido trascendente. En contraste, los círculos más bajos, donde los castigos se vuelven cada vez más brutales, sugieren la colisión con los aspectos más oscuros y destructivos del ser. Aquí, el alma se ve obligada a lidiar con sus propios demonios, los impulsos y deseos que, si se dejan sin reconocer, pueden llevar a la autodestrucción.
En la narrativa de Dante, la poesía es un medio a través del cual se expresa la lucha interior para llegar al paraíso, es decir, alcanzar la función trascendente, donde se integren los contenidos inconscientes y así poder lograr una nueva síntesis a nivel de la consciencia, corrigiendo su unilateralidad. Las imágenes vívidas y los tormentos del infierno reflejan el sufrimiento psicológico que acompaña a la confrontación con la Sombra. Sin embargo, a través de esta oscuridad y dolor, se refleja la posibilidad de redención y transformación. Así como Dante encuentra la salida del Infierno al confrontar sus miedos, nosotros también podemos encontrar luz en nuestras propias tinieblas.
En el corazón del Infierno, cuando Dante y Virgilio cruzan el río Estigia, se encuentran con Filippo Argenti, un noble florentino cuya furia descontrolada lo condena a una eterna lucha en el barro (V círculo, el de los iracundos). Esta escena, más allá de su literalidad, nos sumerge en el lodazal de nuestras propias emociones reprimidas, esas que, al no ser integradas, se convierten en una corriente caótica que nos arrastra hacia la autodestrucción. Argenti, devorado por su propia ira, es un reflejo de cómo nuestras pasiones más oscuras pueden consumirnos si no las confrontamos. En este pasaje, Dante nos muestra que el verdadero Infierno es el de una psique atrapada en su propio ciclo de negación y violencia, incapaz de encontrar la paz hasta que se enfrente a la luz de la consciencia.
Dante nos carea con la realidad de que el Infierno no es un lugar lejano, sino un estado del ser, una geografía interior donde las culpas no resueltas y las pasiones desmedidas construyen laberintos sin salida. Cada círculo del Infierno es una imagen arquetípica de las fuerzas que nos arrastran hacia abajo, hacia lo primitivo y lo destructivo. En este paisaje devastado, los personajes que Dante encuentra no son sólo almas condenadas, sino fragmentos de su propia psique, aspectos de la humanidad colectiva que perdieron su camino. En la travesía infernal, Dante nos enseña que el verdadero peligro no es el castigo eterno, sino el olvido de nuestro propósito original, y más profundo.
Un texto interesantísimo del estudioso de la obra dantesca Franco Nembrini, cuyo título en tres volúmenes es «Dante, poeta del deseo» (Ediciones Encuentro, 2015), nos propone leer este poema como una confidencia en la que Dante "no tiene una teoría que explicarnos; tiene un camino que proponernos, un drama, el mismo que él ha vivido en primera persona" (...) "El motivo para ponerse en camino es el deseo, el deseo profundo que empuja desde el fondo de su naturaleza. Así lo expone el propio Dante en su obra El Convite: «El sumo deseo de toda cosa, dado en primer lugar por la misma naturaleza, es el retorno a su principio»; y el principio de lo humano es el propio Dios que plasmó su imagen y lo creó a su semejanza".
Y concluímos con otra cita del mismo Nembrini, que es toda una invitación: "Dante narra el más allá porque le permite una comprensión mejor del más acá. Por tanto, relata una vida que es posible, una experiencia. Dante tiene la presunción, en el buen sentido del término, de mirar las cosas como las mira Dios, como las ve Aquel que las hace en cada instante. De allí viene la posibilidad de vivir el drama de la vida según la verdad, según la justicia, tratando las cosas por lo que realmente son".
JMOB.
domingo, 18 de agosto de 2024
Microcuento II. Don Tomás de la Ciudad
En una ciudad de neones y pantallas, Tomás recorría las calles en su bicicleta, convencido de ser un caballero errante. Con casco en vez de yelmo y un palo de escoba como lanza, se enfrentaba a los automóviles como si fueran monstruos. Saludaba a peatones imaginarios y rescataba a transeúntes de peligros invisibles. Cada noche, al regresar a su pequeño monoambiente, se sentía un héroe victorioso, seguro de haber hecho del mundo un lugar mejor.
Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón
viernes, 9 de agosto de 2024
Serie Meditaciones #15. La época del "neurotodo". Por Juan Manuel Otero Barrigón
MEDITACION #15
Vivimos la era del "neurotodo", donde la psicología pareciera sucumbir al reduccionismo científico, y donde algunos encuentran en el cerebro la única explicación válida para la naturaleza humana. Este paradigma neurocentrista despoja a la psique de su profundidad, devaluando las dimensiones simbólicas y espirituales que definen la experiencia humana; las cuales abarcan, pero a su vez trascienden, lo puramente biológico. Al reducir la psique a un conjunto de procesos neuronales, se pierde la riqueza del alma, transformando la psicología en una rama más de la biología.
Las neurociencias aportan avances interesantísimos en la comprensión de nuestra base material, por ende su contribución es innegable. Sin embargo, cuando caemos en la tentación de querer explicar todo a través de la actividad cerebral, terminamos ignorando el significado personal y la búsqueda de propósito que trascienden lo puramente físico. La exaltación de lo neurobiológico refleja una tendencia cultural hacia la cuantificación y objetivación de la realidad, donde sólo lo que es medible pareciera tener valor. La psicología necesita honrar sus orígenes, y recuperar su capacidad para explorar el misterio y el simbolismo, elementos que no pueden ser abordados desde una perspectiva meramente neurocientífica.
jueves, 1 de agosto de 2024
Reflexiones Junguianas (XI), por Néstor E. Costa
jueves, 11 de julio de 2024
Microcuento. Sombras de papel
En una habitación polvorienta, Martín trazaba líneas sobre "El espejo del Alma", su próxima novela. Cada noche, al cerrar los ojos, los personajes cobraban vida en sus sueños. Pero un día, al visitar la librería del barrio, encontró su obra perfectamente encuadernada en la estantería, firmada por otra persona. La misma trama, los mismos personajes, incluso el mismo título. Cada línea resonaba como un eco de su propia voz, pero ahora pertenecía a un alma desconocida que parecía conocer cada secreto de su corazón. Entre sus manos, Martín sostenía su sombra literaria, reflejo fiel pero ajeno, y sintió cómo su creatividad se desvanecía como un eco en la niebla.
Una historia de Juan Manuel Otero Barrigón.
sábado, 6 de julio de 2024
Serie Meditaciones #14. Jung, Emma y Toni: "La Base" y "La Fragancia". Por Juan Manuel Otero Barrigón
MEDITACION #14
La vida de Jung estuvo marcada por la presencia de dos mujeres fundamentales: Emma Rauschenbach, su esposa, y Toni Wolff, su colaboradora y amante. Yo las llamo aquí "La base" y "La fragancia". Me gustaría hacer un breve comentario sobre el motivo de estas expresiones. Con ellas me interesa no solo capturar la dinámica entre estas dos relaciones, sino también la manera en que influyeron en la vida y obra de Jung desde perspectivas complementarias.
Emma, como "La base", representó para Jung la estabilidad, la seguridad y el ancla emocional en su vida. No sólo fue su esposa, sino también una compañera intelectual que le proporcionó un hogar y una familia, además de un apoyo confiable y constante. Su solidez y compromiso permitieron a Jung sumergirse profundamente en su trabajo y en la exploración de la psique sin perder el sentido de pertenencia y arraigo. Emma es la tierra firme, el punto de partida y retorno, la raíz que nutre y sustenta.
Su papel en la vida de Jung no fue solo doméstico; Emma también contribuyó intelectualmente a su trabajo, ofreciéndole una perspectiva crítica y equilibrada. Con su fortaleza y devoción, Emma encarnó la estabilidad necesaria para que Jung pudiera construir su obra monumental.
Pero además de esposa y madre de cinco hijos, fue también una estudiosa aguda por mérito propio; se destacan sus trabajos sobre las dinámicas arquetipales entre Ánima y Animus, y su obra (escrita en colaboración con M. L. Von Franz) sobre el mito del Grial.
Por otro lado, Toni, a la que yo llamo "La fragancia", representa lo etéreo, lo inspirador y lo transformador en la vida de Jung. Aportó una energía dinámica y una perspectiva novedosa que catalizó muchas de las ideas más revolucionarias del maestro suizo. Su presencia fue como un perfume sutil pero potente, que impregnó su trabajo y su vida con nuevas dimensiones de comprensión y creatividad.
Toni fue la musa, el viento soplando a través de la psique para despertar posibilidades nuevas. Su relación con Jung fue menos convencional y más compleja que la que él tenía con Emma, pero fue precisamente esta naturaleza volátil y apasionada lo que le proporcionó a Jung la inspiración para profundizar en aspectos más oscuros y misteriosos del alma humana. Toni, con su intuición y sensibilidad, complementó la base sólida proporcionada por Emma, ofreciendo el impulso y la chispa que llevaron a Jung a nuevas alturas emocionales e intelectuales.
Su trabajo sobre los tipos psicológicos femeninos, especialmente su teoría de los cuatro tipos de mujeres: la madre, la hetaira, la amazona y la médium, ofreció una estructura para comprender las diversas manifestaciones del ánima y la psique femenina en general.
"La Base" y "La Fragancia" reflejan una integración de lo tangible y lo intangible, de lo estable y lo dinámico. Emma y Toni representaron dos aspectos cruciales de la existencia humana: la necesidad de arraigo y seguridad, y la necesidad de inspiración y transformación. Sin la estabilidad que Emma proporcionó, Jung quizás no habría tenido la seguridad emocional necesaria para explorar los aspectos más profundos de la psique. Sin la inspiración que Toni ofreció, sus exploraciones podrían haber carecido de la originalidad y dinamismo que caracterizan su obra.
Más allá de cualquier valoración moral o de relaciones de género que otros hicieran sobre este triángulo amoroso, me parece interesante apuntar como esta combinación de estabilidad e inspiración es fundamental para cualquier proceso creativo y de crecimiento personal. En el caso que nos ocupa, Emma y Toni, en sus respectivos roles, permitieron a Jung no solo realizar su trabajo, sino también vivir una vida plena y compleja, rica en exploraciones y descubrimientos. Ambas mujeres fueron esenciales para la realización de la obra de Jung, reflejando también la integración de opuestos que es un tema central en su psicología.
JMOB.
lunes, 24 de junio de 2024
Cierre del III Seminario "INTRODUCCIÓN A LA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA PSICOLOGÍA ANALÍTICA - C.G.JUNG" . Universidad del Salvador (USAL)
sábado, 22 de junio de 2024
In Memoriam: David Rosen (1945-2024)
Nos enteramos gracias a Laura London, creadora del ciclo de entrevistas "Speaking of Jung: Interviews with Jungian Analysts", que hace algunas semanas falleció el psiquiatra y analista junguiano David Rosen, autor de una biografía espiritual muy poderosa sobre Jung, titulada "El Tao de Jung" (1996, Ed. Paidós). Rosen fue un gran estudioso de la depresión, y uno de los promotores del diálogo entre la psicología analítica y la sabiduría oriental. Enterado de la noticia, volví a ojear las primeras páginas de su hermoso libro, donde se lee la siguiente anécdota: "Visité a Marie-Louise von Franz y C. A. Meier, dos estimados analistas junguianos y colegas de Jung desde hace mucho tiempo. En cierto modo, se podría decir que conocen a Jung y su psicología mejor que la mayoría de los junguianos vivos. Les pregunté a cada uno de ellos si pensaban que Jung era taoísta". (...) "Marie-Louise von Franz dijo: 'Sí, Jung favorecía el taoísmo y vivía la filosofía taoísta'. C.A. Meier estuvo de acuerdo: 'Sí, era taoísta, y hoy la gente no se da cuenta de que su psicología de los opuestos es prácticamente la misma que la del taoísmo...". (...) "La gente quiere convertir a [Jung] en algo que no era. Estaba atado a la Naturaleza y sus contradicciones. Sin embargo, era devotamente espiritual y claramente más taoísta que cualquier otra cosa."
Gracias por tu siembra, David. Buen viaje.